A lo Tarzán en la selva más antigua del planeta

Desde luego que algo cambia en tu interior cuando paseas por sendas forestales repletas de árboles, enormes como rascacielos, junto a insectos del tamaño de un puño y con gentes cuyo estilo de vida es marcado por los ritmos de la naturaleza.

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Malasia alberga en su interior una selva de 4.343 km (tres veces el tamaño de Singapur), convertida en Parque Nacional en el año 1957. Y ahí en medio de esa gran inmensidad estábamos nosotras, mi compi de batallas Anaí y yo. Todo en esta selva alcanza cifras astronómicas. Para empezar estamos en la selva más antigua del planeta, tiene la friolera de 130 millones de años. Su biodiversidad no se queda atrás, cuenta con 10.000 especies de plantas y árboles, 150.000 tipos de insectos y más de 200 especies de mamíferos. Uno de ellos, el tigre, que gracias a Dios no nos salió a saludar. También el rinoceronte, el elefante asiático, el tapir o el oso malayo. De este último vimos sus garras marcadas en un tronco, muy cerca del río.

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Nos decidimos a hacer una de las excursiones típicas que ofrecen cuando llegas a Taman Negara. Un recorrido de tres horas por la jungla. Y no tuvimos que andar mucho desde el hotel ya que duermes literalmente en la selva. La excursión comienza al otro lado de la orilla, unos pocos metros río arriba así que nuestra primera toma de contacto con la naturaleza fue en la canoa que te lleva por las aguas del río Sungai Tembeling.

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Nunca había visto un río tan marrón, pero lo cierto es que sus aguas, a pesar del aspecto, están bastante limpias. De hecho, es fácil ver a locales y también a foráneos dándose un chapuzón.

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Y una vez en la otra orilla, comienza la ascensión. Pero antes de empezar te advierten de los muchos peligros que puedes sufrir en el trayecto, no muy probables pero sí posibles. Como por ejemplo, la mordedura de la sanguijuela. No son peligrosas pero no nos hacía mucha gracia pensar que algún ejemplar se iba a colar en nuestra ropa. Las sanguijuelas viven en zonas de agua dulce como esta. Se adhieren a los animales de sangre caliente (incluyendo los humanos). Después del paseo repasamos bien que no tuviéramos ninguna, ya que las sanguijuelas, también conocidas como los hirudíneos, inyectan un anestésico en la piel cuando clavan sus dientes, por lo que no te enteras de que están en tu cuerpo. Después de esta explicación, con el organismo ya algo revuelto, pasan a detallarte los tipos de serpientes que puedes encontrarte por el camino. La más peligrosa, la cobra. Su picadura, es un poco más grave,… lo bueno es que si te pica, te enteres enseguida… la sanguijuela a estas alturas de la película hasta nos parecía entrañable.

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Una de las grandes diferencias de los bosques tropicales con nuestros bosques en Euskadi es la gran altura que alcanzan sus árboles. En ocasiones es imposible ver la copa. Este dato lo tienen muy presente los macacos, su hábitat está en lo alto. Desde abajo es complicado verles aunque les escuchas en todo momento. Son algo alborotadores y les encanta tirar cosas. Otra de las grandes diferencias de los árboles en esta latitud es que no tienen anillos como los nuestros. Hubo un largo debate pero nadie del grupo acertó la razón de esta peculiar forma del tronco. El guía nos explicó que existen dos razones; una es que aquí los arboles son solteros y la otra, algo más científica, es que al no haber estaciones, el crecimiento no se detiene y por eso en el interior del tronco no se forma ningún anillo.

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Seguimos ascendiendo por las resbaladizos caminos de tierra. Y una vez alcanzada la cima de Bukit Teresik, comenzamos a bajar la montaña por el Canopy Walk. Son puentes de madera situados a 45 metros de altura. Cuidado los que tengáis vértigo, el balanceo está asegurado. Desde aquí arriba ves la selva en pleno esplendor, incluso divisas a los monos saltando de copa en copa. Y escuchas a un montón de aves endémicas de la zona ¡100% recomendable!

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En este recorrido vimos muchos insectos, sobre todo termitas y mariposas, y también a macacos revoltosos. No obstante, la gran aventura fue, sin duda, cuando hicimos un safari nocturno encima de un 4×4 a través de un palmeral. Pero eso, os lo contaré en el próximo post.

2 comentarios en «A lo Tarzán en la selva más antigua del planeta»

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