El Juego de Ajedrez, por P. Cohelo

 

El joven dijo al abad del monasterio:
Me gustaría mucho ser un monje, pero no he aprendido nada importante en la vida. Lo único que me enseñó mi padre fue a jugar al ajedrez, que no sirve para la iluminación. Además, aprendí que cualquier juego es un pecado.
Puede ser un pecado pero también puede ser una diversión, y quién sabe si este monasterio no está necesitando un poco de ambos – fue la respuesta.
El abad pidió el tablero de ajedrez, llamó a un monje y le ordenó jugar con el muchacho.
Pero antes de comenzar la partida, añadió:
– Aun cuando necesitemos diversión, no podemos permitir que todo el mundo se pase jugando al ajedrez. Entonces, solamente conservaremos aquí al mejor de los dos jugadores; si nuestro monje pierde, saldrá del monasterio y dejará la plaza para tí.
El abad hablaba en serio. El joven comprendió que jugaría por su vida y le vino un sudor frío; el tablero se convirtió en el centro del mundo.
El monje comenzó a perder. El muchacho atacó, pero entonces vió la mirada de santidad del otro, y a partir de ese momento comenzó a jugar mal a propósito. Al fin y al cabo prefería perder porque el monje podía ser útil al mundo.
De repente, el abad tiró el tablero al suelo.
– Tú aprendiste mucho más de lo que te enseñaron – dijo. – Te has concentrado lo suficiente para vencer, fuiste capaz de luchar por lo que deseabas. Después, tuviste compasión y disposición para sacrificarte en nombre de una noble causa. Sé bienvenido al monasterio, porque sabes equilibrar la disciplina con la misericordia.

3 comentarios en «El Juego de Ajedrez, por P. Cohelo»

  1. Buenas noches:
    Estoy interesado en usar tus cuentos sobre ajedrez para leerlos en clase de Lectura en el IES María Moliner de Sevilla cómo parte del Proyecto Lingüístico de Centro y en relación con el Proyecto AulaDjaque.
    Sin otro particular quedo a la espera de tu respuesta.
    Francisco Martín Flores coordinar del proyecto AulaDjaque y profesor de matemáticas

    1. Amigo Francisco, gracias por preguntar, pero no hacía falta; soy de esos autores que publica más para ser leido que para cobrar derechos de autor.
      Me siento muy honrado con vuestra iniciativa.
      Recibe un cordial saludo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *