Ofrecimiento de Tablas

Después de muchas partidas ganadas y perdidas, después de haber hecho tablas sin querer por insuficiencia de material o por repetición de jugadas, es decir, después de haberse forjado en la lucha sin cuartel disputando las partidas a muerte, descubre el principiante que en el ajedrez, como en cualquier combate puede llegar el empate, mediante un pacto entre los adversarios.
Huelga comentar, la poca gracia que le hace al mate que los jugadores esquiven su singular presencia, pero así como en ocasiones la mejor jugada es el abandono, hay posiciones donde las tablas, tras una buena partida es el resultado más justo, cuando ambos bandos han perseguido la victoria, lo han intentado con todas sus fuerzas y aún así, no se ve el modo de vencer sin correr riesgos innecesarios. Es típico de posiciones cerradas o forzadas, donde de jugarse de otro modo, se pierde. Este ofrecimiento de tablas, es quizá el más digno, claro que comer y rascar, todo es empezar, y una vez descubierta esta posibilidad que ofrece el juego de pactar el empate, algunos convierten el ofrecimiento de tablas en la meta de su juego y cualquier motivo sirve para proponerlas.
Así hay quien las ofrece por miedo al rival que suele disfrazarse de respeto de modo aun estando mejor; por apuros de tiempo en el reloj; por no saber ganar una posición ligeramente superior…o por haber pactado el resultado de antemano, práctica penalizada por los árbitros y que no está bien vista por la comunidad ajedrecística.
En cualquier caso, el ofrecimiento de tablas tiene su particular ceremonia: Sin ponernos tiquismiquis en si el encuentro es un Campeonato del mundo o es un torneo por equipos donde han de intervenir árbitros y capitanes, lo básico que debemos saber es que: el ofrecimiento de tablas lo ha de proponer el bando que acaba de realizar la jugada; que la propuesta debe explicitarse nada más efectuar su movimiento en el tablero. Ante el ofrecimiento, el otro bando puede declinar la propuesta educadamente de palabra o maleducadamente prosiguiendo el juego. Durante su turno puede sopesar cuanto desee qué hacer, si aceptar o declinar la propuesta de tablas; lo que no se puede hacer, es jugar y aceptar las tablas.

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