La política como vocación

«Desengáñate Iñaki, la política ha dejado de ser una vocación para convertirse en una profesión» me decía Narciso lrureta, “El Vasco Irureta», antiguo ministro democristiano chileno en Santiago de Chile. Dura reflexión no aplicable a Enrique Curiel, fallecido a los 63 años el pasado 2 de marzo. La bandera del PCE cubrió su féretro.

Le conocí en el Congreso. Fue punta de lanza en el esclarecimiento de la desaparición del famoso Nani. Le vi desplegar posteriormente toda su mano izquierda cuando aprobamos el Pacto de Madrid contra el terrorismo para que IU no quedase fuera de aquel acuerdo parlamentario. Conocía lo vasco y le gustaba opinar sobre Euzkadi. «No existe mayor error en la gobernación que tratar con simpleza lo complejo. Y caben pocas dudas de la complejidad del encaje de lo vasco. Ojalá me equivoque y no tengamos que lamentar los errores de hoy, como ocurrió en el pasado». «¿Por qué  no abordar una reforma del estatuto de Gernika y reflexionar sobre el margen de maniobra que nos permite la Disposición Adicional Primera de la Constitución?». «Arzalluz no engañó a nadie. Basta releer las actas del debate constituyente y la abstención en las votaciones de las Cámaras y en el referéndum constitucional para comprender que el problema político se aplazó, no se superó». Tres opiniones recogidas de sus muchos de artículos y reflexiones sobre lo vasco.

Nacido en Vigo allí inició su militancia contra el franquismo. Vicesecretario general del Partido Comunista durante cinco años, renunció a su escaño por Córdoba y abandonó veinte años de militancia en el PCE liderado por Julio Anguita. Lo explicaba así: «El motivo de mi baja definitiva, del PCE, no es otro que expresar mi radical desacuerdo con el alejamiento progresivo del proyecto eurocomunista, en un proceso que podría calificarse de dogmatización del PCE, de un cierto viaje al fundamentalismo del PCE”. En octubre de 1990 fue elegido en las listas del PSOE como concejal en el Ayuntamiento de Madrid y diputado por Pontevedra donde le conocí en las comisiones de Defensa, Constitucional y Exteriores. En la legislatura anterior (2004-2008), elegido senador, fue el secretario general del Grupo Socialista en el Senado y quien llevaba el día a día del Grupo parlamentario. Con él tuvimos que negociar infinidad de enmiendas a los muchos proyectos que entraron en ésta Cámara.

Desgraciadamente por estos zancadilleos de los partidos los socialistas gallegos no lo incluyeron en las listas de la presente legislatura y con sesenta años se quedó con el cielo arriba y la tierra abajo, sin pensión, sin cesantía, sin esos “privilegios» que tanto le gusta denunciar a Rosa Díez y a una prensa antisistema que solo busca el desprestigio de la política, ensalzando los lunares y silenciando trayectorias como las de Enrique Curiel. Falleció ganando 700 euros como profesor asociado en la Universidad Complutense. Acaba de fallecer con grandes dificultades para poder atender su propio tratamiento médico. El partido socialista como tal, le trató muy mal. Sus compañeros lo reconocen.

Al enterarme de su fallecimiento llamé al presidente del Senado para que activase un acuerdo que habíamos aprobado en la anterior legislatura y que consistía en poner un libro de firmas en la Cámara, para luego entregárselo a la familia, y, en el primer pleno, organizar una intervención en memoria del fallecido. Y este acto se llevó a cabo el pasado martes 8 de marzo pero al mismo le faltó emoción aunque no un inmenso aplauso. Enrique Curiel merecía una intervención de todos los portavoces porque todos hubieran glosado positivamente su figura ya que era persona que se hacía querer. Merecía que la tribuna hubiera estado llena de amigos y personalidades que le conocieron, del PCE, de IU, del PSOE y de todos los partidos. Merecía que los medios hubieran hecho un despliegue especial. Merecía un video a proyectar. Nada de esto se hizo. EI acto fue como la personalidad de Curiel. Sencillo y discreto. Habló Joan Lerma que había sido el portavoz parlamentario del PSOE en la anterior legislatura y lo hizo con sentido y sobriedad, pero habiendo estado bien a la sesión le faltó algo más. Posteriormente hemos visto artículos y glosas varias muy laudatorias pero a la clase política española le han faltado reflejos para destacar una trayectoria limpia y decente como la de Curiel con el fin de contraponerla a los casos de corrupción, a los políticos profesionales y no vocacionales, a los arribistas clientelares, a los hipócritas y populistas, a los que un día dicen una cosa y al siguiente lo contrario, a los que solo les mueve el interés y no la vocación de servicio, a los ingenuos como Enrique frente a los resabiados, a los que todavía creen que la política es una actividad a reivindicar como militancia social frente a los logreros. Y esa contrafigura a todo lo que nos venden era Enrique Curiel un político vocacional y honesto, limpio y bienintencionado, bien formado y buena gente. «Entre la impotencia de la socialdemocracia y el desastre político acumulado por los residuos de los viejos partidos comunistas europeos, se vistan como se vistan, la izquierda se encuentra bloqueada y amputada. Quizás es la hora de realizar una apuesta nueva, intensamente reformista y coordinada» decía.

Ojalá el recuerdo y el ejemplo de Curiel alumbre la búsqueda de una nueva forma de hacer política para que los medios de comunicación destaquen más los ejemplos de los muchos Curiel que existen y trabajan silenciosamente el día a día como marca de fábrica de lo que debe ser la POLÍTICA, hecha con mayúsculas.