ATXULO vs ATXULAUR – Nombres de Gorbeia

Uno de los enclaves más emblemáticos del macizo y Parque de Gorbeia es la “peña horadada de Itzina” (así se denomina por primera vez en la documentación, en 1520), un orificio natural por el que una senda nos introduce al interior del universo kárstico de Itzina, atravesando la inexpugnable muralla de piedra caliza que lo flanquea. El nombre genuino de ese paso es Atxulo y no Atxulaur como tantas y tantas veces escuchamos. Pero no comencemos la casa por el tejado…

El paso de Atxulo es el lugar por donde se atraviesa la muralla rocosa que flanquea Itzina (Gorbeia)

Pues bien, vayamos a ello. Cuando la Diputación encargó por primera vez un trabajo de cartografía y recogida de toponimia (Mapa Topográfico de Vizcaya, 1923-1928, el primer mapa de Gorbeia), el geógrafo madrileño Eladio Romero no tuvo duda alguna para llamar Atxulo a esa «peña horadada» y Atxulaur a la ladera que se encuentra frente al mismo. Adjuntamos el fragmento en una imagen. Sobra decir que el nombre del primer término procede de haitz + zulo ‘agujero en la peña’ y el otro de Atxulo + aurre, ‘frente a Atxulo’.

Mapa Topográfico de Vizcaya, 1923-1928, el primer mapa de Gorbeia, encargado al geógrafo Eladio Romero por la Diputación Foral de Bizkaia. En él distingue perfectamente el paso de Atxulo, la «senda de Atxulo«, el entorno de Atxulaur y su manantial.
«Senda de Achulo» es como aparecen denominadas las sendas que desde las campas de Arraba se dirigen hasta Atxulo cruzando todo Itzina. Detalle del mapa de Zeanuri perteneciente al Mapa Topográfico de Vizcaya, 1923-1928, el primer mapa de Gorbeia, encargado al geógrafo Eladio Romero por la Diputación Foral de Bizkaia.

Pero ya sabíamos de ese nombre desde bastante antes, al menos desde cuando Orozko comenzó a usar cavidades naturales de su territorio para el próspero negocio de la venta de hielo. En efecto, a la sima cercana a nuestro pintoresco túnel rocoso, que se usó como nevera, se refieren las autoridades administrativas como «…el arrendamiento de las neberas que llaman de Zaratate, Usateguieta, Arraba y Achulo, sitas en término concejil de este enunciado valle, por lo que, para la prosecución de lo sucesibo, se auían sacado a remate en la forma y solemnidad acostumbrada…” (año 1747, Archivo del notariado de Bizkaia, Juan Fº de Rotaeche). Atxulo, porque no conocían otra forma para denominarla.

La misma percepción tuvo el sacerdote José Miguel Barandiaran, el patriarca de la etnografía vasca, cuando recogió y publicó (Eusko folklore, 1922) una leyenda local contada por el orozkoarra Pedro Mª de Sautua y que decía que «Refieren en Orozko (Vizcaya) que en una cueva que se abre en aquella parte de la peña Itzine conocida con el nombre de Atxulaur, en el lado oriental del boquete Atxulo, vivió antiguamente un famoso ladrón…» [se trata de una cueva de Atxulo hacia peña Lekanda].

Cuando unos años después publicó nuestro cura ataundarra (1924, Revista Internacional de los Estudios Vascos) la reseña de aquel viaje, de nuevo hace referencia a Atxulo: «El día 22 de mayo de 1922 exploré parte de aquellas laderas y estribaciones del monte Gorbea que dan frente al valle de Orozko. En aquella expedición me acompañó el culto presbítero D. Juan José de Bastegieta, cura de Olarte de Orozko, a cuya colaboración debo no pocos datos en estos y otros trabajos que he realizado. Pasando por la anteiglesia de Urigoiti, subimos a la loma de Odieta. Después, rodeando por el lado de Oriente las peñas llamadas Astapekatu, Atxulo y Lekanda, subimos a la campa de Araba y de allí a...».

Asimismo es nombrado ese paso como Atxulo en la cartografía del Instituto Geográfico y Catastral elaborado por el Servicio Geográfico del Ejército (1950) y lo recoge como tal.

Mapa del Instituto Geográfico y Catastral elaborado por el Servicio Geográfico del Ejército en 1950. Distingue perfectamente Atxulo y Atxulaur

Pero no hace falta viajar al pasado ya que si, entre otros informantes locales, preguntamos, por ejemplo, al legendario último pastor de Lexardi (Itzina) Jose Mari Olabarria «el Rubio» —antes también lo fueron su padre Juanico y su abuelo— nos contestará que ese paso natural por el que ha pasado cientos de veces camino a su chabola, se llama Atxulo. Y lo hará con cierta indignación porque a sus 85 años está ya cansado de explicar tantas veces que Atxulaur es la ladera, no «la ventana», siempre de nombre Atxulo. Igual resultado obtendremos si preguntamos a otro de los pastores míticos de Gorbeia, el octogenario Luis Larrea, de Zaloa (Orozko), y que cuida su chabola y rebaño en Austegiarmin: «Atxulo, Itzineko bentanea» será su respuesta.

Atxulo, al fondo, atravesando la pared rocosa. Imagen tomada desde Atxulaur.

Como cabía esperar, José Santos de la Iglesia Ugarte recogió la denominación Atxulo en su libro Itxina: toponimia, paisaje, vivencia (2001).

Y, por supuesto, en la actualidad con la toponimia del macizo recopilada, normativizada y estandarizada se propone Atxulo para nombrar ese lugar. Así está recogida en, por ejemplo, el mapa municipal de Orozko (2011), en el «Nomenclátor de Nombres Geográficos Oficiales de la Comunidad Autónoma del País Vasco”, como registro público, adscrito al Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, en GeoEuskadi del Gobierno Vasco, en Euskaltzaindia… Parece que, a excepción de la figura del Parque Natural de Gorbeia que gestiona ese espacio natural, todo el mundo tiene constancia inequívoca de ello.

Atxulo y Atxulaur en el mapa municipal de Orozko (2011)

Atxulo y Atxulaur bien diferenciados en la Guía Cartográfica de Bizkaia (2004) publicada por la misma Diputación Foral de Bizkaia copartícipe del Parque Natural de Gorbeia.

En cualquier caso, no es reciente la confusión entre los nombres Atxulo y Atxulaur a la hora de nombrar el pintoresco túnel en la roca ya que es con este segundo nombre como prácticamente todos los montañeros foráneos lo conocimos y usábamos en su momento, desde hace ya bastantes décadas. Todo me hace sospechar que el salto entre aquel ineludible Atxulo hacia el nombre Atxulaur y la casi desaparición del primero tiene su origen en una mala interpretación de lo que alguien escuchó y malinterpretó. Y lo divulgaría posteriormente a través de mapas o publicaciones montañeras hasta haber convertido Atxulo en «el ojo de Atxulaur» tan extendido hoy en día. Un poco más tarde hablaremos de ello.

PEOR QUE MAL. Siendo como es la toponimia un patrimonio cultural reconocido como tal, corresponde su vigilancia y salvaguarda al Parque de Gorbeia o, subsidiariamente en este caso, a la Diputación Foral de Bizkaia. No hablamos de voluntades sino de obligatoriedad.

Por ello, nadie mejor para corregir el agrandado error que arrastramos con ese cambio de nombre. Con sus indicaciones de caminos, mapas y otras publicaciones pronto podríamos devolver todo este embrollo a su estado original, natural y legítimo. Bastaría que los mapas y las señalizaciones de los senderos producidos por el Parque indicasen hacia Atxulo para en una o dos décadas tener solventado el error.

Pero ni por esas. Ni el genuino Atxulo ni el equívoco Atxulaur: el Parque ha rotulado a diestro y siniestro con el nombre Atxular, una tercera pata para el banco, otra opción errónea más y, encima, probablemente confundidos con el nombre de Axular, sobrenombre del escritor clásico vasco (1556–1644) que dominó como nadie la prosa en euskera. Pues bien, consecuencia de ello, son ya centenares los errores que en redes y noticias encontramos, dando por Atxular o Axular lo que debiera ser Atxulo o, al menos, Atxulaur. ¿Se puede hacer peor?

Desafortunadas señales del Parque en las que se indica hacia Atxular para referirse en realidad a Atxulo que está frente a Atxulaur. Peor, imposible.
El nombre erróneo del Parque Atxular, reflejado en una comunicación de SOS Deiak
De Atxulo a Atxulaur y, por la señalización errónea, a Atxular e incluso a Axular, en realidad éste apodo de un escritor vasco. Uso de nuestro topónimo en plataformas digitales.

PERO… ¿CÓMO SE CONFUNDIERON ATXULO Y ATXULAUR? Al margen de estos infortunios toponímicos de rabiosa actualidad y de la desesperación que produce que no se ponga el mínimo cariño con nuestra cultura, vamos a intentar explicar por qué se confundieron en un momento de nuestra historia Atxulo con Atxulaur. Es una interpretación de cosecha propia sin, claro está, documentación que lo soporte. Pero, a su vez, la intuición y la experiencia personal en el campo de la toponimia me dice que fue así con casi total seguridad. Situémonos mentalmente en las praderas pendientes de Atxulaur…

En dicho entorno, hay tan solo dos enclaves reseñables —»con nombre»— por ser referencia muy nítida para los pastores, carboneros, etc. del lugar. Uno, el bolaleku (‘la bolera’) Atxulaurgo bolalekua, una especie de hondonada al comienzo de la senda pedregosa hacia Atxulo. Allí jugaban a los bolos los carboneros y pastores. La segunda referencia es Atxulaurgo ubegia, la surgencia de agua que aflora y divide con su casi imperceptible corriente en dos el terreno.

Como hemos adelantado, las surgencias o afloramientos acuosos son conocidas en el lugar como ubegi, literalmente ‘ojo de agua’, de ur + begi, con el paso evolutivo ur– > u- como ya tratamos al hablar del topónimo Ubizieta. Adelantamos que el sustantivo ubegi es relativamente normal en Gorbeia —en donde hay varios lugares denominados así— pero desconocido fuera de este entorno geográfico. Es decir, no identificable para alguien venido de fuera aunque fuese vascohablante, algo clave para poder entender nuestra historia.

Atxulo, Atxulaur eta Atxulaurgo ubegia.

Así, supongo que algún avezado montañero que en su día recogió notas para elaborar un mapa o relato del macizo de Gorbeia en compañía de algún lugareño, al preguntarle sobre los nombres del lugar, escucharía el «Atxulaurgo ubegia«, (‘manantial de Atxulaur’, como lo refleja Eladio Romero en el primer mapa del lugar, 1923-1928) término que, por una relación mental errónea del visitante, con el orificio de la roca superior a la vista, interpretaría erróneamente como «Atxulaurgo begia«. Porque conocería el término begia pero no ubegia. Y ya teníamos así, como por arte de birlibirloque, el archiconocido Ojo de Atxulaur (begi, ‘ojo’ en euskera) que nunca antes había existido. Para más inri y tormento, lo encontraremos muchas veces en sus versiones en euskera actuales como Atxulaur(go) begia, término que jamás usarían los locales, ya que siempre se refieren al paso de sus andanzas como bentanea ‘la ventana’ y nunca como ‘ojo’.

Y así se recogería en algunas notas o mapas y el anecdótico error se ha ido multiplicando hasta el infinito.

También está bastante extendida entre montañeros la denominación Atxulaur atea. Creo que debemos su invención y difusión a Javier Malo Icíar y sus mapas de cordales que fueron la guía de todo gorbeista. El hecho de que término Atxulaur no esté declinado (Atxulaurgo) nos refuerza esa idea de topónimo de nueva creación. Por cierto, en su mapa recogió como nombre de la fuente del lugar Atxulaur, a la que da como topónimo de segunda opción Ubegi, por no conocer el significado de ese vocablo.

LA FUENTE ORDEKOITURRI. Pero eso de interpretar algo diferente a lo escuchado no es nada extraordinario. Lo he sufrido en mis propias carnes.

Cuando caminamos desde Urigoiti hacia Atxulo una magnifica fuente nos espera para refrescarnos. Yo siempre la había conocido como la de Egilezaburu (Egalesaburu en dicción local) pero, cuando estaba recogiendo la toponimia del lugar para elaborar el mapa de Orozko (2001-2011), alguien había colocado una placa metálica en ella con el nombre Ordekoiturri. Me pareció una estupenda aportación y la presencia de aquella placa me hizo creer que el nombre contaba con toda la legitimidad del mundo. Y así lo recogí y se publicó en el mapa porque nadie, en las diversas exposiciones al público previas, se había percatado del error.

Al parecer, según me contaron después, un lugareño había dicho a un entusiasta de los nombres «Hor dok iturrie» o algo similar, ‘ahí está la fuente’, mientras estaba con él en aquellos parajes. Y, emocionado con el nuevo topónimo que creía haber descubierto, lo grabó en una placa para colocarlo en la fuente y así darlo a conocer. Para más desbarajuste, se sumó el error por mi parte de recogerlo y publicarlo sin haberlo contrastado. Un desastre. Afortunadamente, ya se encargó de arrancar la placa un vecino, indignado porque le habían cambiado con una chapita y un mapa el nombre de «su» fuente. El caso del error por mi parte, con su punto cómico pero con moraleja en lo que a metodología se refiere, se ha tratado en diversos congresos sobre toponimia y lingüística. Al fin y al cabo, un malentendido humano similar a lo que seguramente sucedió cuando convirtieron nuestro Atxulo en nada menos que un ojo y, encima, de Atxulaur.

Y así están las cosas, esperando en esta iniciativa personal el cambiar desastres que poco parecen inquietar a quienes ni siquiera se molestan en mirar un mapa antes de colocar unas señales. Dejadez o falta de amor a la tierra que se pisa. No sé… pero me duele.

Así es que nos toca una vez más exponernos para hacer una denuncia, con los perjuicios personales que ello conlleva. Otra lucha inútil contra los molinos que mueve con arrebato el viento de la desidia. Pero todo sea por el amor a ese bendito lugar al que entre todos tenemos que devolver su nombre y porque no sea el pastor José Mari el último que llame Atxulo a esa ventana. Que sea «la peña horadada» (1520) pero por nada del mundo, 500 años después, «la peña deshonrada».


Nombres de Gorbeia: Ubixeta vs Egilleor

El desorden toponímico que existe en el Parque Natural de Gorbeia es, quizá, de mayor volumen que el mismo macizo. Pero la mayoría de las veces no es un caos natural producto del uso popular, sino basado en errores impulsados (paneles, folletos, señales…) por las mismas instituciones, diputaciones forales de Bizkaia y Álava, que son quienes gestionan el parque desde que se declaró como tal en 1994.

A la vista del resultado, está claro que esos entes nunca han considerado la toponimia como un elemento patrimonial más del Parque y las cosas se han hecho «como sea», sin invertir un minuto en ello, el mínimo cariño exigible, y con una falta de sensibilidad que hace que a algunos nos duela hasta el alma. Así es que, vamos a intentar ordenar algo el estado de las cosas, dando un recorrido por varios de esos topónimos, aun sabiendo que a estos artículos les espera un futuro poco halagüeño, ya que han de luchar, en notable desventaja, contra la difusión de los errores, multiplicados hasta el infinito por los usuarios y las redes sociales. Pero por la verdad, siempre hemos de arriesgar, aunque ello conlleve dejarse un puñado de pelos en la gatera.

Majada y valle de Ubizieta (Gorbeia), con los rebaños gozando de los últimos pastos otoñales

Ayer ascendí hasta una de las cumbres más reseñables del macizo, en el cordal que desde la cima de Oderiaga desciende hacia el río Altube. Según reza la placa del buzón cimero, se trata de «Egileor-Ubieta«, aunque la mayoría la conozcamos más como Ubixeta y que, para rizar el rizo, el Parque, en las señalizaciones de las rutas para llegar hasta allí, denomina Ubitxeta. Pero, todas y cada una de estos nombres precedentes son inadecuados y no se corresponden con la realidad de su uso histórico y natural. Vayamos por partes.

Buzón de la cumbre de Egilleor, más escrita como «Egileor» y con el uso no correspondiente del nombre «Ubieta» que, por otra parte, nunca ha existido.

EGILLEOR. Basta preguntar a cualquiera de los pastores del lugar para que nos aclaren que el nombre de esa montaña es y solo es EGILLEOR. Nada de Ubieta o sus variantes. Al tratarse de un nombre de lugar (no sucede lo mismo con el uso genérico de la palabra) hay que escribirlo con «ll» y no con «il» —como aparece en la placa del buzón— pues, al pronunciarse con sonido «ll» hay que reflejarlo tal cual en la toponimia.

Por cierto, egileor (que podremos escucharla con las variantes egillor, eileor, eillor, ellor, illor…) es un vocablo en notable retroceso y que significa ‘redil‘ o ‘cabaña para el ganado’, (no creo que debamos confundirla con hegi lehor, ‘ladera o cumbre seca’, ya que aquí no daría «ll«) algo muy apropiado para este enclave pastoril que nos ocupa.

En la primera guía montañera del Gorbea (Sierra de Aralar y Macizo del Gorbea, Apraiz, 1950) se describe en textos y en gráficos tan solo el monte Egilleor (escrito es su variante Egillior): todavía no había irrumpido la forma Ubixeta que más tarde se generalizaría.

UBIXETA. Ubixeta es un nombre que nunca ha existido como tal, inventado. Su generalización se debe a una intervención foránea y por vía culta, no popular. Nada tiene que ver con el uso local y menos para nombrar esa cumbre. La equivocación surge porque esa denominación es la que se da a la majada y pequeño vallecito cercanos a esa montaña. En la placa del buzón ponen Ubieta pero tampoco es correcto ni nunca ha existido como tal.

Esta confusión parece surgir de los montañeros foráneos. Aparece como Ubilleta en los primeros catálogos de cimas para los concursos montañeros. La primera referencia que conozco del Ubixeta más generalizado, procede del mapa elaborado (1975) por el montañero Javier Malo Icíar (1929-2013), aquellos mapas de cordales que fueron el vademécum de nuestras andanzas montañeras. Lo da como Ubixeta y, entre paréntesis, la segunda forma Eguillior (transcrito literalmente).

La variante Ubieta la propone como correcta mi colega y amigo Patxi Galé en su obra Catálogo de Cimas de Bizkaia (Diputación Foral de Bizkaia, 2000), partiendo del extendido Ubixeta precedente, al confundir esa «x» (que en realidad era un invento y no algo natural propio del lugar) con un sonido protético para evitar los diptongos, similar a lo que sucede en Elorrio > Elorrixo, trikitia > trikitixa, ogia > ogixa, etc. Pero ese fenómeno fonético del sonido «x» tan común en otras zonas, es inexistente en el occidente vizcaíno, en el entorno que nos ocupa de Gorbeia u Orozko.

UBIZIETA. Esa es la denominación correcta que corresponde a la majada cercana. Insistimos, no a la cumbre. Es el plural toponímico de ur bizi, literalmente ‘aguas vivas’ y ‘manantial’ a efectos prácticos. Un nombre perfecto para nuestro enclave, con diversos y abundantes afloramientos de agua. Ubizieta significaría, por tanto, ‘(los) manantiales’. Como es sabido, en este entorno geográfico, el término ur ‘agua’ pasa a transformarse en u- (ur > u-) , al entrar en contacto con otra palabra cuyo comienzo es una consonante. Es lo mismo que sucede en Ubidea (de ur + bidea ‘canal de agua’), ubegi ‘surgencia’ (ur + begi)… De ahí que nuestro topónimo seaUbizieta y no Urbizieta.

Una babosa o limaco, se enfrenta a las «aguas vivas» de Ubizieta

Es la forma a priorizar, decíamos, porque es lo que realmente usan los lugareños e informantes locales. Ellos, en dicción popular y rápida, lo pronuncian «ubisíta» pues, como sabemos, en el occidente vasco no se distinguen la «s» de la «z«. Además, en las composiciones acabadas en vocal a la que se añade el sufijo abundancial «-eta«, por economía a la hora de articularlo, hacen desaparecer la «-e-» intermedia que sí hemos de escribir pero podemos perdonar que no se pronuncie. Como cabría esperar ese fenómeno de perder la «-e-» interior se manifiesta también en otros topónimos del municipio: Sintzieta > Sintzita, Pagoeta > Pagota, Arearrieta > Arearrita / Alarrita, Aretximinieta > Aretximinita, Mintegieta > Mintigita

Por si hubiera dudas, la documentación histórica que hemos podido localizar, no deja lugar a dudas: «un monte arbolar nombrado Oquelugorta-Ubisieta» (1866, Registro de la Propiedad, pertenencia del caserío Ugartebengoa de Orozko), así como un jaral en «Ubicieta» (también 1866, Registro de la Propiedad, pertenencia del ya desaparecido caserío Uribarri de Orozko).

Valle y agua corriente de uno de los manantiales de Ubizieta recogida en abrevadero del lugar conocido como Arabariturrieta. En la parte superior se ven las chabolas pastoriles de la majada de Ubizieta, en el collado superior el enclave del dolmen del mismo nombre y, a la izquierda, las rampas que culminan en la cumbre de Egilleor.

UBITXETA. Solamente la desidia y la falta de interés por lo que se hace pueden haber dado como fruto el nombre Ubitxeta, algo que no como tal ni parecido ha existido jamás. Para mayor dolor, también con ese engendro toponímico de Ubitxeta está catalogado el dolmen situado en el collado superior de Ubizieta. Lo tenéis calificado como «Bien Cultural, con la categoría de Conjunto Monumental, las Estaciones y Monumentos Megalíticos relacionados en el anexo I, que se hallan en el Territorio Histórico de Bizkaia» (Decreto 25/2009, de 3 de febrero en el BOPV de 6 de marzo de 2009).

Cumbre de Egilleor. En el collado del primer término, se encuentra el dolmen de la parte superior de la majada de Ubizieta (en el vallecito de la izquierda), catalogada con el nombre erróneo de Ubitxeta.
Restos del dolmen de Ubizieta (mal catalogado con el nombre de Ubitxeta): Mira al macizo de Itzina, quizá buscando la mirada de su legendaria Señora de Anboto (aquí se conoce como Anbotoko Señorea) o Mari.

Tampoco es de recibo que esa aberración toponímica la que priorice e impulse el Parque en sus señalizaciones. Porque frente a las dudas que podían existir en el pasado, en la actualidad ya está recopilada, normativizada y estandarizada la toponimia del macizo. Y disponible en, por ejemplo, el mapa municipal de Orozko, en el Nomenclátor de Nombres Geográficos Oficiales de la Comunidad Autónoma del País Vasco, como registro público, adscrito al Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, en la aplicación GeoEuskadi del Gobierno Vasco, en el Catálogo de Cimas de Euskal Herria (Federación Vasca de Montaña), en la mismísima Guía Cartográfica de Bizkaia (publicada en 2004 por la propia Diputación y en donde, con acierto, se dio para la cumbre el nombre correcto Egilleor), en Euskaltzaindia, valiéndose del mismo contacto con los pastores del lugar, consultando a quien pudiera saber al respecto… Parece prácticamente imposible hacerlo mal. Pero se hace, como veremos en tantos y tantos casos más.

Uso y promoción de la forma inexistente Ubitxeta para hacer referencia a la cumbre de Egilleor y, quizá, su cercana majada de Ubizieta.

Para finalizar quisiera justificar este desasosiego difícil de disimular. Y es que, por principios propios, soy la persona más clemente y comprensiva frente a cualquier error humano que pudiera cometerse, porque de esos somos todos partícipes, yo el que más. Pero a su vez soy intransigente con la dejadez, con el no intentar hacer las cosas lo mejor posible por no perder un minuto, con la desidia, con el «qué más da», tan común en las administraciones públicas, en las que tomo parte: quizá por eso me duela aún más.

Uso correcto de los topónimos Egilleor (cumbre) y Ubizieta (majada y valle) en el mapa publicado por el Ayuntamiento de Orozko (2011), subvencionado por el Gobierno Vasco y con revisión toponímica por parte de Euskaltzaindia

EN RESUMEN:

EGILLEOR es la forma correcta y única para nombrar la cumbre. Es la denominación inequívoca que me facilitaron los informantes cuando, entre 2000 y 2011, estuve recopilando la toponimia de Orozko por aquellos parajes. No sirve por tanto valerse del mantra de que la toponimia y las lenguas son algo vivo que evolucionan, porque no es este el caso: su nombre sigue siendo Egilleor y así lo usan sus naturales.

UBIZIETA es la forma adecuada de escribir el topónimo que hace referencia a la majada pastoril y el valle lleno de manantiales sobre el que se asienta. No sirve para denominar la cumbre, que ya tiene su denominación específica. En la dicción local, la forma usada es Ubisita. Coincide con las formas históricas documentadas, siempre Ubizieta. Su significado es el de «manantiales».

UBIXETA, UBIETA y UBITXETA son variantes inadecuadas, que ni han existido ni existen en el uso local. Son formas introducidas por vía artificial y culta, producto de montañeros, cartografía, gestión por parte del Parque, redes sociales, publicaciones… engendradas fuera de ese municipio de Orozko y del macizo, consecuencia de no haber contrastado el uso local del topónimo. No es, por tanto, una evolución toponímica o lingüística. El uso equívoco de esos nombres es algo comprensible en otras épocas pero incomprensible e inaceptable hoy en día, menos por entes públicos.

Hagamos pues entre todos, un último esfuerzo de fidelidad y cariño a nuestra tierra, para devolver a esos altivos parajes sus nombres genuinos, fuera de denominaciones extrañas e invasoras que no hacen sino dañar el patrimonio cultural local.

Cuando baila el sol

Es creencia popular que el sol, rebosante de alegría por ser su festividad, aparece bailando en la madrugada del día de San Juan. Un sol femenino, como corresponde a la cultura vasca, y que se empodera(ba) hoy más que nunca sobre el mundo de lo maligno, siempre acechante desde la noche y oscuridad. Por eso hoy es la fecha con docenas de rituales ofrecidos al sol, porque hoy vence el bien sobre el mal, la luz sobre las tinieblas, el firmamento divino sobre los avernos demoníacos… Y en esas estamos.

Posiblemente se trate de una costumbre cuyo origen se remonte a la prehistoria y a las celebraciones relacionadas con el solsticio de verano. Y sería de tal arraigo que consiguió sobrevivir al raseo de la cristianización, a pesar de haber usado para su suplantación su artillería más pesada, nada menos que san Juan Bautista, el antecesor de Jesucristo, no con ciertas coincidencias con lo que hasta aquí nos ha traído: es él precursor que purifica el alma y el cuerpo con el agua del bautismo. Lo mismo que se hacía —y hace— con el sol, fuego, agua, rocío, plantas… del día de San Juan.

 

Eguzkia dantzan, pozik San Joan eguna bere eguna delako

A GORBEIA
Una de dichas costumbres, ya olvidada, era la de ascender a la cumbre de Gorbeia (1.481 m), punto culminante de los territorios vascos de Bizkaia y Araba, para admirar cuán grande era ese día el amanecer. Es sobrecogedora e inequívoca la descripción que da Pascual Madoz al hacer su Diccionario Geográfico que elaboró entre los años 1845 y 1850, con las respuestas a sus preguntas, remitidas desde todos los pueblos. Dice así en la entrada «Gorbea»: «Principalmente el día de San Juan Bautista suele ser extraordinaria la concurrencia que para los primeros albores del día se halla ya en la cima, esperando la magnífica salida del sol».

He escuchado a algunos pastores mayores el recuerdo del baile que luego hacían en el entorno de Igiriñao —majada previa a las grandes rampas que nos llevan a la cumbre— aquellos que descendían de la cumbre junto a los más remolones que habían optado por quedarse allí, con peores vistas del amanecer.

Casualmente también el poeta y músico laudioarra Ruperto Urquijo (1875-1970), que tan bien describe escenas de los primeros años del siglo XX en sus canciones, es quien nos habla de aquella cándida romería en las alturas, aprovechando las excursiones en sus estancias veraniegas en el balneario de Areatza:

«Pañuelo al cuello, faja de seda, pantalón blanco limpio y plancha[d]o. Hala Ana Mari, a cuándo esperas, los txistularis ya han empezado, en todo el valle los txistus suenan, toda la gente va hacia Iturriotz. Van a la fuente, van de verbena, aúpa Ana Mari vamos los dos.
Vamos todos hoy de madrugada a la fuente clara, cantando a un compás, allí haremos chocolatada, cantando canciones de amor y paz.
Vamos todos a la bella fuente donde los pastores apagan su sed. Vamos todos como fueron siempre, vamos a la fuente porque San Juan es.
Levanta Ana Mari no tengas galbana que ya apunta el alba y las cuatro son. Levanta Ana Mari que en esta mañana es lo más grandioso ver salir el sol».

La fuente a la que hace referencia esta extraordinaria descripción es la de Igiriñao, la última en el ascenso hacia la cumbre, cercana al lugar del baile, y que se conoce como Iturriotz o incluso Lekuotz, porque —insisten todos los pastores más mayores— es su agua tan fría que a mucha gente le ha dado un pasmo al beberla. Por ello hay que extremar las precauciones…

También es reseñable la referencia de Juan Manuel Etxebarria Aiesta en su obra Gorbeia inguruko etno-ipuin eta esaundak-II (2016) relatando una vivencia [usando la traducción que ofrece el autor] de uno de sus entrevistados: «Ahora él va siempre que puede a la cruz del Gorbeia a dormir bajo la cruz en la víspera de San Juan. En la mañana de San Juan, se levanta, pisa descalzo el rocío matutino, observa la salida del sol, saca unas fotos y desciende. Dice que desde la cruz del Gorbeia aparece el sol por encima del Anboto, un poco hacia el Oiz, justo por encima del llamado “el paso del diablo”, el famoso paso peligroso del Anboto».

 

Anboto eta munduko mendiak, eguzki berria besarkatzen

EL BAILE DEL SOL
Los más dados a la ciencia opinan que, en efecto, sí se producen unas refracciones en los rayos solares que aparentan cierto movimiento del astro. Por tanto no va del todo descaminada esa creencia extendida por toda Europa y es que, una vez más, tampoco la idea del baile del sol es exclusiva nuestra.

 

Ardiak, bazkan pozarren, egun berria heldu delako

Especial arraigo goza, aún hoy en día, en las zonas rurales de Galicia: «No día de San Xoán, baila o sol pola mañán» dice su celebrado refrán. Allí lucharon inútilmente durante décadas contra esta creencia un gran número de ilustrados y eruditos. Con poco éxito…

Es llamativa la desesperada reflexión del fraile predicador Benito Jerónimo Feijoo que, en 1740, la tildó de creencia ridícula: «Lo que baila el sol esos días, es lo que baila todos los demás del año en las mañanas claras y serenas; y es que al salir se representan sus rayos como en movimiento, o como jugando unos con otros, y esto quiso el vulgo que fuese bailar el sol».

DESDE GORBEIA
Al publicarse estas notas estoy en la cumbre de Gorbeia, pasando la noche previa a San Juan en su cumbre, para ver desde este púlpito el grandioso amanecer sobre el macizo de Anboto. Hay algún que otro nostálgico más que aún mantiene la tradición…

Porque a las costumbres, creencias y tradiciones, es decir, a lo que en esencia somos, hay que velarlas en dura vigilia para poder sentirlas, interiorizarlas y fundirnos con ellas, del mismo modo que los caballeros habían de hacer con sus armas antes del nombramiento o el cetrero con su nuevo halcón.

Y aquí estoy, locamente enamorado, esperando que la simpar doncella Eguzki me haga perder el sentido al concederme uno de sus milenarios bailes…

 

Arkastas, las sensuales vírgenes del Gorbeia

KONICA MINOLTA DIGITAL CAMERA Por falta de escucharlo no será. Pero yo nunca me he llegado a creer aquello de que se daban noches de desenfreno pastoril con las ovejas. Siempre salía a relucir en aquel momento de la noche en que el coñac, que es como lo llamábamos, superaba al personaje. Y risas y mofas y fanfarronadas restaban a la historia la poca credibilidad que tenía.

Pero cierto es que las ovejas tienen su punto encantador, sugestivo. Por una parte, es lo más parecido a un harén soñado, ya que los machos son sacrificados al poco de nacer. Un estorbo menos… Y no me vengáis con milongas porque si no, no tendríamos leche y quesos con denominación de origen.

Por otra parte, las ovejas son tan bonitas que destacan entre todos los animales. A mí en concreto me apasionan las que en mi casa hemos conocido como ARKASTAS. Son el estado intermedio entre corderas y ovejas: la perfección.
KONICA MINOLTA DIGITAL CAMERA
Las corderas, aun las entradas en edad fértil, se apartaban por ser aún muy inocentes para sufrir el ímpetu insaciable del fogoso carnero. En el otro extremo, las ovejas, que ya estaban de vuelta de todo tras haberse pasado por la piedra al semental todos los septiembres que habían querido y uno más, para apuntarse un buen orgasmo anual y para darnos corderitos como beneficio colateral.

Pero en el medio estaban las “arkastas”, las mejores, las doncellas, las puras… Significa ‘oveja joven’ en euskera (ardi + gaztea), esas que estaban en plenitud corporal pero que no habían sido madres aún. Porque no habían catado… Todo en su sitio, ni una lana fuera de lugar. Un vicio…

También eran llamadas “balderas” aunque ahí se englobaban todas las no mamás, jovenzuelas o viejas estériles… pero hace especial referencia a estas últimas. Nada menos que del árabe surge esa palabra y comparte raíz con otras como “baldío”, terreno sin preparar para cultivar, o con expresiones tan nuestras como “de balde” o “en balde” que es lo que hacía el carnero, desfondándose y cuestionándose a sí mismo sin saber que aquellas ovejas nunca iban a ser “la madre del cordero”. Es decir, “la madre que los parió”.

Ya no hay pastores como los de antes, ni Gorbeia es lo que era. Ya sabía yo que nos los iban a joder cuando nos obligaron a llamar “brandy” al “coñac” de toda la vida. Se perdió todo ya… todo menos las “arkastas”, las sugerentes y sexys doncellas con que soñaban cada noche, cada día, los zagales de Gorbeia…