La soberbia es un pecado capital… y político

2016-09-26_115728

¿Dónde está el equipazo que presentó Pili Zabala para que le llevaran sus redes digitales? Tal vez sigan de camino a Euskadi, perdidos en la periferia norte de Madrid. Lo cierto es que si han venido apenas lo hemos notado. Igual es que Euskadi sigue siendo diferente, con los tres principales partidos españoles a la cola de las preferencias políticas de la ciudadanía vasca. Y que ya salimos sufridos de casa. Primero, por la presión de los mentecatos de siempre. ¡Qué hubiera sido de nosotros si además cuando ETA estaba activa Twitter hubiera estado tan de moda como ahora! Después, la presión de los socialistas vascos, que durante la campaña de asedio a Ibarretxe y de defensa de López hicieron sudar tinta china a cualquier nacionalista moderado (en su haber y su debe queda, a la vez). Y por supuesto, la presión menor de los que siguen diciendo, ahora en Twitter, que la vasca es una sociedad enferma porque no votamos lo que ellos votan.

Con este entrenamiento, insisto, igual sí han venido las guerrillas on-line de Podemos… Y no nos hemos enterado. Pero uno echa un vistazo a los timelines oficiales y estos no pasan de ser una cartelada virtual del mitin de cada día. Ojo, igual eso es una innovación política de la leche, pero en Euskadi ya lo veíamos hace una década. Hay que tener en cuenta que, como me decía en Twitter un candidato suplente de Podemos, necesito que alguien me enseñe a manejar esta herramienta. ¿No les he contado eso? Esta campaña he hecho un amigo. Mi error fue ponerme a su altura. El suyo, no conocer Euskadi ni con quién se mete.

En cualquier caso, el problema de Podemos es el mismo desde el primer minuto: su soberbia y el mínimo manejo que ejerce sobre las expectativas. Ni asalto al cielo, ni sorpasso, ni alternativa en Euskadi o Galiza, donde el PP tiene mayoría absoluta. Solo las municipales catalanas en Barcelona les han salido bien (en Madrid gobierna Manuela Carmena aunque las elecciones las ganó Esperanza Aguirre). Si en España hay gobierno (Pedro Sánchez está condenado ahora a rilarse), los dos años sin campañas que nos vienen harán las estrellas del rock se apaguen definitivamente. Y esto no lo salva ya ni Twitter ni la televisión.