Un indicador

Es evidente que es una cuestión menor la “apasionadísima” discusión entre actualizadores de Wikipedia sobre si Catalunya ha sido independiente o no durante ocho segundos, y si así tiene que aparecer en esta enciclopedia on-line que, para muchos, es la primera fuente (ojo, tomársela demasiado en serio es un error). Una cuestión menor… Pero también un indicador de que la batalla del relato no la está ganando Catalunya ni en los espacios serios ni en los más ligeros.

Lo saben hasta en la BBC

Me temo que ni aunque la BBC lo explique en castellano muchos españoles querrán saber un poco de su propia historia. El relato de este medio es bueno para conocer el tecnicismo del término “nacionalidad histórica”, con la que en el 78 se diferenciaron Euskadi, Catalunya y Galiza porque antes de la dictadura tuvieron su propio Estatuto (no entran en la historia de cada pueblo). Luego, ya lo sabemos, esto se disolvió con el café para todos de las autonomías.

La otra Guardia Civil

En Catalunya y en España los cuerpos y fuerzas de seguridad viven un momento estupendo: su popularidad está por los aires y no creo que muchos agentes hayan percibido tanto cariño y arrope de la ciudadanía como estos días: mossos, policías nacionales y guardias civiles están siendo abrazados y vitoreados. Pero algunos miembros (y de este riesgo no se libra nadie) siguen abusando de su autoridad: “Detienen a dos guardias civiles con 38 kilos de hachís en su coche”, en Málaga.

Más abusos

Linkedin tiene un problema: que va a cerrar. Una red social solo es rentable si es de masas… Y ni eso, y si no, que se lo pregunten a Twitter, que sigue perdiendo una millonada cada año. Si a esto sumas que ya se han establecido tipos de usuarios que hacen poco atractiva tu red, tienes un problema mayor. En El Confidencial los han recopilado: el baboso, el que se cree un gurú, el que piensa que los desempleados son unos vagos, o el que se queja de los que se quejan, entre otros.

¿Solo de los deportistas?

Voy a dar por bueno que hablemos de los deportistas de élite en este caso, como ejemplo representativo de personas que, por su éxito, colocan publicidad en sus redes sociales digitales sin avisar de que lo están haciendo. Pero este mal va mucho más allá de los futbolistas, baloncestistas o tenistas. Incluso las estrellas propias de las redes, esas que fuera no conoce nadie, cometen el mismo fraude. Porque, sí, es obligatorio avisar de que se trata de publicidad.