Pensemos en los presos

La guerra de los lazos amarillos poco tiene que ver ya con los políticos presos que motivaron su utilización, y eso es una victoria de quien quiere que sigan en las cárceles y que dejemos de ver los famosos lazos amarillos. Por eso creo que son las personas responsables de la difusión de este símbolo lo son también el buen uso del mismo también por parte de quienes tienen las mejores intenciones: que nadie se olvide de los detenidos ni de la injusticia que con ellos se está cometiendo. No podemos entrar en el juego de la batalla de colores que pretende la oposición en Catalunya.

¿A quién le importan más los colores?

Solo hay que ver lo que prepara la liga de Tebas para el Girona-Barcelona que, si nadie lo impide, se jugará en Miami: un montón de iconografía española impuesta a buena parte de los aficionados catalanes que se desplacen a EE.UU. a seguir a sus equipos. La elección de un derby catalán y la imposición de las banderas españolas no puede ser una casualidad. Y si lo es, es porque el fútbol no solo enriquece a los más pillos, también regala capacidad de decisión a los menos listos. La de los colores es una batalla en la que se sienten cómodos los que tienen un estado, no les hagamos el juego.

Hablando de EE.UU.

Se trata de un país extremadamente liberal, tanto que unas empresas tienen capacidad para cubrir de oro a la liga española (ya de por sí empapelada de billetes) pero el estado no garantiza los cuidados de su población: un consultor de 87 años ha tenido que subirse a un camión para pagar el tratamiento de su mujer, ya que con su edad es el único sector en el que veía posibilidades de crecimiento económico. No es el único: más de 250.000 personas jubiladas mayores de 85 años han regresado a algún tipo de oficio en el último año allí, la mayoría obligadas por la falta de recursos.

Doblejetas

Miren, si una persona decide convertir una vivienda que no usa en un piso de alquiler, bien permanente, bien ocasional (o turístico), y se hace cargo de sus responsabilidades como casero en la comunidad de vecinos y pagando los impuestos que le tocan, me parece bien. Pero lo que me parece en todo punto censurable es que algunos pretendan hacer negocio con las viviendas de VPO que entre todos les hemos pagado (al menos, en parte). Así que las medidas que toman en Donostia para vigilar ese negocio con vivienda pública, y que cuentan en El Confidencial, me parecen estupendas.

El diésel ya está muerto

Y lo hemos matado los consumidores: casi nadie va a comprar ya un vehículo que consuma diésel, y hasta quienes lo han adquirido recientemente están haciendo ya cálculos para cambiar de motorización. El diésel ya está muerto porque el mercado, es decir: nosotros, no lo queremos, y aunque las autoridades reculen, la etiqueta de “obsoleto” y, sobre todo, la de “más caro”, ya están puestas. ¿Esto es bueno? ¿Es malo? ¿Para el planeta? ¿Para la industria? Tengo la sensación de que no nos lo han explicado bien pero alguien ha logrado su objetivo tocando la tecla adecuada.