«Hay mucha gente en redes sociales que promociona productos que le dan las marcas pero no tiene una influencia real»

Telmo Trenado. Creador de contenido audiovisual

Telmo Trenado (Zumaia, 1995) empezó con un canal en YouTube donde explicaba los trucos de magia que aprendía antes de que conociéramos la palabra “youtuber”. Hoy tiene 90.000 seguidores en esta plataforma, 170.000 en Twitter, donde es una estrella, 22.500 en Instagram y casi 10.000 en Facebook. No ha tenido escuela: ha triunfado gracias a su intuición, la misma con la que explica como pocos en Euskadi el cambio en la industria del entretenimiento.

¿No será de esos que compran “followers”?

– Lo de comprar followers siempre se ha hecho y se hará en empresas grandes, marcas muy conocidas… Pero también lo hacen pequeños creadores de contenido. Ten en cuenta que es la primera impresión que vas a llevarte cuando ves un perfil: esa cifra. Y ves de otra manera, aunque sea inconscientemente, a alguien que tiene 200.000 seguidores que a alguien que tiene 200. Para mí es una chorrada.

¿Lo suyo es un trabajo?

– Sí lo es porque a cambio de algo que hago recibo una remuneración como en cualquier otro empleo.

¿Se definiría como “youtuber”?

– Cuando yo empecé en YouTube, en 2012, el boom actual de los “youtubers” no existía. Yo simplemente era una persona que subía vídeos.

¿Se definiría entonces como “influencer”?

– Yo creo que hay que distinguir entre “influencers” y “escaparates”: hoy hay mucha gente en redes sociales que promociona productos que le dan las marcas y ya está, pero no tiene una influencia real. “Youtuber”, “influencer”, “instagramer”… A mí el tema de las etiquetas no me convence mucho, prefiero dejárselo a la gente. Yo solo hago cosas en Internet… Pero también las hago fuera de Internet.

Vale, pero lo de “creador de contenido” yo creo que también necesita una explicación.

– “Creador de contenidos” siempre me ha parecido una manera formal de llamar a la gente que hace algo en Internet: creador de contenido puede ser un músico que hace “covers” y los muestra en Internet o un ilustrador. Simplemente es una manera más bonita de llamar a estos instagramers o youtubers que, precisamente, crean contenido diferente.

Su aita suele salir en los vídeos pero, ¿entiende a lo que se dedica?

– Aita entiende que hago cosas en Internet que disfrutan muchos seguidores, pero creo que no es del todo consciente de la cantidad de personas que puede llegar a verlo. Él se lo cuenta a sus amigos así: “Mira, mi hijo graba unos vídeos que ve mucha gente, se ríen y le escriben”. Es divertido y me parece que está orgulloso como lo estoy yo del rollo que tenemos, que seguramente será envidiable para muchos.

¿Y cómo lleva él la fama?

– Muchas veces me ha venido: “Oye, Telmo, que me han parado en la calle”, y mi madre se ríe. Se le hace un poquito raro, pero tampoco te creas que le paran como pueden pararme a mí o a otros youtubers un fin de semana. La verdad es que es curioso que solo porque le vean en mi Instagram luego le hablen en la calle.

¿No le da un poco de pudor que desconocidos como yo sepamos tanto de su vida y conozcamos su casa, por ejemplo?

– La verdad es que no. Es más, que sepa cómo vives o quién eres te convierte virtualmente en una especie de amigo de quien lo ve. Te conocen, saben muchas cosas de ti y, al final, se crea como una conexión, un vínculo que es bonito y que luego deriva en que te quieran de alguna manera, que te tengan alguna especie de aprecio o cariño. Obviamente siempre tienes metido en la cabeza: “¡Joder, saben dónde vivo!”, pero es a lo que te expones, y sin esta exposición no está ese cariño. Hay que valorarlo, pero a mí no me preocupa.

Su charla antes de los V Reconocimientos de DEIA a las Mejores Iniciativas Digitales se titula: “Ama, aita… Quiero ser youtuber”. ¿Cómo se lo dijo usted?

– Yo no tuve que decírselo porque no existía ese concepto. Yo simplemente subía vídeos a YouTube sin todo este mundillo que, poco a poco, se fue generando. Cuando mi ama lo veía en televisión decía: “Anda, pero si mi hijo hace esas cosas y gana un dinerillo”, pero en mi caso fue algo mucho más normal porque ya estaban acostumbrados a que hiciese vídeos antes de ese boom.

¿Se considera una celebridad?

– Es verdad que tengo una gran cantidad de seguidores y sé que me conoce mucha gente. Si eso es “una celebridad”, puede ser.

ElRubius, Wismichu, Haplo Schaffer, Dalas… ¿Tienen algo que ver con usted? Porque muchas veces metemos a todos los youtubers en el mismo saco.

– Tengo la impresión de que se nos mete a todos los youtubers en el mismo saco siempre que pasa algo malo. Entonces es cuando se dice: “Ay, los youtubers”. Pero cuando surge algo positivo se individualiza.

¿Se conocen entre ustedes?

– Sí tengo relación con otros youtubers y empatizo mejor con unos que con otros del mismo modo que cualquiera en su trabajo tiene a gente con la que se lleva mejor y con la que se lleva peor. Pero no nos relacionamos con muchos de esos personajes que nos dejan en evidencia.

En YouTube, un profesor de magia; en Twitter, un gamberro; y en Instagram, un seductor. No me creo que le haya salido sin querer…

– Ha sido sin querer, créeme, porque cada red social muestra un poquito de mí. Cuando empecé en YouTube hace cinco años era un chaval pero todo lo que he hecho en mi canal ha sido siempre muy serio, muy correcto. Esa es una faceta mía: tengo mi saber estar y sé hacer las cosas bien cuando hay que hacerlas. Pero gran parte de mí también es ser gamberro, un poquito cabroncete, incluso, en un ámbito de más confianza, con mis amigos, en un círculo más cerrado… Gracias a Twitter e Instagram lo he podido mostrar y parece que a la gente también le ha gustado, es más, diría que ha tenido incluso más éxito que la magia. Son las dos facetas de mí complementarias y que muestran cómo soy realmente.

¿Ha tenido algún problema con alguna asociación de magos por revelar trucos?

– Sí. De hecho, llevaba varios meses yendo a la de Gipuzkoa, Xixka, y cuando se enteraron de mi actividad en YouTube me advirtieron: o dejaba de hacer los vídeos o no podría seguir acudiendo. Yo sabía entonces que no hacía las cosas del todo bien en YouTube porque aprendía algo y lo compartía, y algunas cosas no tenía que haberlas enseñado. También pienso que estas asociaciones tienen una mentalidad todavía un poquito arcaica y me parecen elitistas, incluso. No obstante, van evolucionando porque he estado con gente que pertenece a otras asociaciones y parece que, paso a paso, la mentalidad va cambiando.

En Instagram actúa casi como un modelo.

– Aunque no lo parezca viendo mi Instagram, no me gusta que me saquen fotos. De hecho, me gusta la fotografía, y grabándome a mí mismo para YouTube estoy muy cómodo, pero que me saquen me cuesta un pelín más. Aun así, me animo: “Venga, que luego salen cosas guays”. Solo intento tener un Instagram bonito para complementar mi perfil. Pero de Instagram en lo que me centro es en los “stories”, los vídeos cortos que solo duran un día, para contar cosas y mostrar mi vida.

¿Le invitan a todos esos viajes?

– En el último viaje que he podido hacer, junto a una pequeña start-up de Valencia que se llama Airhopping, sí me invitaron con todos los gastos pagados, y se lo agradezco. Además, fue una propuesta mía porque me gustaba el concepto de su empresa, que mediante un algoritmo, relaciona destinos muy, muy guays. Yo les hice promoción, me fui de Italia a Dinamarca durante cuatro o cinco días y la verdad es que fue estupendo.

¿Facebook es para los de nuestra generación la primera red social pero para usted y sus seguidores es la última?

– Así es. Facebook para mí es esa red social tan perfecta que tiene de todo… Y que por eso no me gusta. No me gusta su algoritmo ni me gusta visualmente. Mi red social favorita ha sido y es Twitter: en ella me he pasado muchísimas horas y en ella he explotado y he sacado mayor partido a mi faceta de humor y cachondeo… Incluso casi todas mis relaciones con grandes youtubers que ahora son buenos amigos las he hecho en Twitter. Facebook es lo contrario: no nos gusta nada a ninguno. De hecho, cada vez que entro a Facebook veo vídeos y posts que me dan ganas de salir. Mi perfil personal lo uso para poner algo de vez en cuando: una vez al mes, como mucho. Y mi página de Facebook ahora ni la utilizo y antes la usaba para subir contenidos porque tenía contacto con algunas páginas importantes desde las que me decían: “Sube que te lo compartimos”. Pero ahora mismo lo tengo un poquito abandonado porque Facebook no, no me gusta.

¿Cuántos “inputs” recibe cada día en sus diferentes redes sociales, incluyendo WhatsApp?

– La verdad es que WhatsApp no lo utilizo mucho: tengo a mis amigos y amigas, familiares, cosas de trabajo… Pero no le doy mucha caña, le doy más caña a Instagram o Twitter. Durante un día recibo miles de inputs y, obviamente, no llego a todos aunque casi siempre intento responder a las menciones o los mensajes. En Twitter en verano puedo alcanzar a los doce millones de impresiones, que es una barbaridad, porque todo el mundo está con el móvil en la mano por el día y por la noche hasta más tarde.

¿Vas a acabar viviendo en Andorra por la velocidad de conexión? Ya sabrá que algunos youtubers se han mudado a ese país y, de paso, pagan menos impuestos

– Entiendo pero no comparto por qué se han ido muchos youtubers a Andorra. En mi caso no es una posibilidad: ni me lo planteo ahora mismo, para nada.

«No tengo horarios ni hay un sólo día en el que no dedique unas horas a Instagram»

Estíbaliz Prieto. Instagramer más relevante con «@___esti___«

Estíbaliz Prieto (Bilbao, 1982) no quiso ser instagramer, simplemente surgió y un día se vio obligada a elegir entre un empleo tradicional y lanzarse a ser una estrella de esta red social. No se arrepiente de la decisión aunque su actual trabajo sea mucho más exigente de lo que la mayoría piensa.

Recibe el reconocimiento de DEIA a la instagramer más relevante. Pero su actividad en esta red social no es una afición, ni mucho menos. ¿Ser instagramer es un trabajo?

– En mi caso sí, pero fue por sorpresa. Empecé por diversión y sin ninguna pretensión y, poco a poco, mi cuenta fue creciendo y tomando otra forma, y al final ha terminado convirtiéndose en mi trabajo.

¿Y en qué consiste?

– Realizo colaboraciones con diferentes marcas y tiendas para darles publicidad desde mi perfil, tanto con fotos en mi galería como con vídeos en las stories (clips cortos que desaparecen a las 24 horas). Elijo las diferentes prendas, calzado o completos que me gusten, las utilizo en mis looks diarios y lo muestro cada día en Instagram.

Entonces, ¿es posible vivir de esto?

– Sí, es posible, al menos en mi caso y en el de muchas otras. Yo antes lo compaginaba con mi anterior empleo, pero en noviembre del año pasado decidí dedicarme a Instagram por completo, ya que llegué un punto en el que tenía que dedicarle muchísimo tiempo. ¡Y es la mejor decisión que he tomado!

¿Cómo llega a este punto, con más de 300.000 seguidores en esta red social?

– Justo el mes pasado hizo 5 años que abrí mi cuenta: cada día me levantaba y tenía de nuevo un gran número de seguidores nuevos, yo misma alucinaba. Creo que ese crecimiento se debe a que publico contenido todos los días: en las redes sociales tienes que ser activa.

¿Y usted cómo se define: “instagramer”, “influencer”, “modelo”?

– Prefiero el término instagramer. Lo de influencer no me gusta, me parece un poco pretencioso. Y de modelo no tengo nada, así que me quedo con el primer concepto, para mí es lo que soy.

Su actual trabajo es tan nuevo que mucha gente no sabe en qué consiste, pero la generación que ronda ahora la mayoría de edad lo tiene claro, y algunas chicas y algunos chicos quieren ser “influencers”.

– Me escriben muchas chicas para preguntarme qué tienen qué hacer para tener un perfil de éxito. Yo siempre les respondo que lo hagan porque les gusta y que disfruten con ello porque es muy importante lo que transmites en cada foto. Pero tienen que saber además que esto requiere muchas horas y paciencia, y que aunque parezca fácil no lo es.

¿Es consciente de que mucha gente no considera lo que hace un trabajo? Mire las discusiones que tiene Dulceida en Twitter, por ejemplo.

– Sí, soy plenamente consciente y lo entiendo. Probablemente si yo me encontrase en “el otro lado” también lo vería así.

¿Tiene contacto con estas grandes estrellas de la red: Dulceida, It Girl o Lovely Pepa son, en cierto modo, sus “colegas” de profesión?

– Ellas se mueven en unas cifras y en un tipo de colaboraciones que para mí son inalcanzables hoy. A Lovely Pepa la conocí en una fiesta en Madrid y puedo decir que es una persona maravillosa. A veces reciben críticas muy fácilmente. Es lo malo de las redes sociales, que parece que todo vale.

¿Cuántas horas dedica a Instagram?

– Muchísimas, no sabría decirte: no tengo horarios ni hay un sólo día que no le dedique unas horas.

¿Solo Instagram, ya no hace falta ni tener una web para tener una Identidad Digital tan relevante como la suya?

– Hoy en día hay muchas chicas que sólo tenemos Instagram, pero a veces la app se queda “corta” para mostrar todo, y eso que ahora, con las stories, hemos podido dar más visibilidad al contenido y también acercarnos más a nuestros seguidores.

¿Le regalan toda la ropa que luce?

– Sí, la ropa, el calzado, complementos, etc.

¿De qué tamaño son tus armarios?

– De un tamaño normal diría yo, ¡ja, ja! Pero me paso el día ordenándolos y buscando la forma de meter más ropa en el mismo espacio.

¿Móvil u ordenador?

– Móvil.

La App que más usa es…

– Instagram, claro.

¿Cuál es la primera página que abre en el navegador?

– Google.

¿Recuerdas su primera foto?

– Creo que uno de mis gatos.

¿Qué hace cuando no sube fotos?

– Contestar e-mails o mensajes en Instagram, y cerrar colaboraciones.

«Prefiero oler un plato, mirarlo y comerlo caliente que estar pendiente de sacarle una foto bonita»

Ana Vega. Tuitera vasca más influeyente con «@biscayenne«

Escribe sobre comida pero no responde al perfil de “foodie” que tan de moda se ha puesto. Ana Vega (Bilbao, 1981), conocida en Internet como Biscayenne, ha hecho de la historia de la comida su modo de vida gracias a lo que difunde en Internet o televisión (Robinfood, El Comidista) y encuentra en la red o curioseando libros antiguos.

En general, nos encanta hablar de comida pero tú lo haces desde otro punto de vista: la historia de tradiciones o platos. ¿Sabemos mantenerlas o los nuevos hábitos están desplazando a los de toda la vida?

– Yo creo que lamentablemente se está perdiendo la costumbre de preparar platos tradicionales. Los horarios de trabajo y el ritmo de vida actual impiden dedicar mucho tiempo a la cocina, y tiempo, mimo y cariño es precisamente lo que necesitan muchas recetas de toda la vida. Por pereza, por desconocimiento, pérdida de la transmisión oral o incluso porque ahora resultan más atractivas otro tipo de elaboraciones, hay cada vez más gente que simplemente no sabe cocinar platos sin los que nuestras abuelas no hubieran podido pasar.

¿Y sobre el mito: hablamos mucho pero, sabemos de lo que hablamos? Y en Internet, ¿el nivel de la conversación y los conocimientos es aún peor o solo el reflejo de lo que hay en cada mesa y cocina?

– Para todo lo que hablamos de comer y la avalancha de contenidos gastronómicos que aparecen diariamente, sabemos bastante poco. Incluso los que se califican de foodies están más preocupados por la última tendencia o el último local de moda que por la alimentación en sí, que es una rama amplísima del saber y de la que solemos quedarnos únicamente con el último proceso: el de jamar. No se suele prestar atención a cosas tan importantes como los métodos de producción, la nutrición o la historia

Tú misma cuentas que tu blog se convirtió en tu modo de vida. ¿“Gracias, Internet” o “Maldito seas, Internet”?

– Siempre gracias, con mayúsculas y negrita. Si no fuera por internet yo no podría llevar a cabo mi trabajo (documentar, investigar y escribir sobre la historia de la gastronomía) y seguramente tampoco habría tenido la oportunidad de dedicarme a ello. La era digital nos permite acceder fácilmente a conocimientos que antes no habríamos podido alcanzar sin movernos del sofá, conectar con personas que comparten nuestras mismas aficiones –por muy minoritarias que sean– y crear contactos y oportunidades laborales insospechadas. Internet es increíble y yo le estoy agradecida todos los días.

Sin embargo, no subes muchas fotos de comida a Twitter o Instagram, ¿eres de las que le molesta la moda de hacerlo o crees que forma parte de la experiencia de disfrute?

– Quizás porque yo lo veo como una fase propia de mi trabajo, me molesta un poco estar pendiente del móvil durante la comida. A veces da la impresión de que si haces algo o visitas un sitio y no lo compartes, es como si no hubieras estado. Yo prefiero oler un plato, mirarlo y comerlo caliente que estar pendiente de sacarle una foto bonita. Sobre todo porque me suelen salir fatal.

Solo por tu tuit en defensa de los macarrones con tomate y chorizo yo ya te habría dado el premio a tuitera vasca más influyente pero, ¿qué cocina Ana Vega?

– Por mi trabajo casi todas las semanas tengo que probar alguna nueva receta, así que solemos tener variedad. Quitando eso, en mi casa se comen platos sencillos y muchas recetas de Oriente Medio, que me encantan. Eso sí, los macarrones con chorizo no hay quien me los quite los viernes a mediodía.

¿Móvil u ordenador?

– A poder ser, ambos.

La App que más usas es…

– Twitter.

¿Cuál es la primera página que abres en el navegador?

– Google.

Recuerdas tu primer tuit.

– Sobre el pecado de la gula.

¿Qué haces cuando no tuiteas?

– Escribir y ganarme la vida.

«Hemos recibido e-mails de territorios tan escondidos que no podíamos localizarlos sin Google»

Aritz López. Community Manager más destacado por «Gik Blue«

Aritz López (Bilbao, 1993) lidera el equipo de comunicación que ha puesto un vino azul en el mundo. Gik Blue es una idea nueva desarrollada y lanzada por gente muy joven que entiende el mundo y la comunicación de otra manera. Y eso se nota.

Eres el community manager más destacado de 2017 por motivos obvios: tú y tu equipo habéis hecho de la venta en Internet de un vino azul un modelo de negocio, ¿cómo se consigue?

– Tenemos un gran equipo: motivado, con muchas ganas y que se esfuerza tanto a nivel colectivo como individual para sacar adelante un buen producto. A Garazi Castro y a mí nos han dado una responsabilidad muy grande: construir y comunicar la cara pública de Gik, y no lo podríamos haber hecho igual si no confiásemos tanto los unos en los otros. Aún nos queda un largo camino por recorrer, pero reconocimientos como el de DEIA nos animan a seguir haciéndolo mejor.

¿Cuántas personas forman el equipo y cómo os repartís el trabajo?

– En Gik somos unas catorce personas, de las que tres nos dedicamos a la comunicación: Rubén Seco como diseñador, y Garazi y yo como gestores.

De Portugalete al mundo: ¿desde dónde os escriben y os piden vino? La lista de países y pedidos será larga… Pero estoy seguro de que también curiosa.

– Vendemos en varios países europeos, pero en Japón, México y, recientemente, Estados Unidos, ya lo están disfrutando. En alguna ocasión hemos recibido e-mails de territorios tan escondidos que no podíamos localizar sin Google. Para nosotros es increíble ver que nos escriben desde tan lejos.

¿Cuál es el éxito de vuestro vino azul? ¿Basta con cambiarlo de color?

– Es curioso porque mucha gente nos lo pregunta, pero originalmente diseñamos Gik con la idea de que fuera un producto rompedor, muy fácil de beber y dirigido a gente como nosotros, no a experimentados catadores. Crear, en cierta manera, una revolución en el sector. La inspiración para el color azul llegó después: el libro “La Estrategia del Océano Azul” divide el mercado en dos océanos, el rojo, muy saturados y con una competencia voraz, con tiburones peleándose por pocos peces, y el azul, donde gracias a la creación y a la innovación no existe esa competencia. Después de leerlo no pudimos resistirnos a convertir un líquido tradicionalmente rojo en uno azul. Además, en psicología del color, el azul se asocia a futuro, cambio y movimiento, conceptos con los que nos sentimos muy identificados. Creo que el color atrae a la gente a probarlo pero después se queda por el sabor.

¿El que prueba repite? ¿Cómo son los comentarios de los clientes en vuestras redes sociales?

– No podemos quejarnos, la verdad. La mayoría nos escribe para felicitarnos o para preguntar si está disponible en su país. También hay comentarios negativos, claro, pero nosotros los vemos como constructivos. Es un feedback que nos permite delimitar el perfil de consumidor de Gik y así ofrecer una experiencia mejor. Por lo general, quien lo prueba repite, bien para tomarlo en alguna ocasión especial o para regalarlo. En los locales de Bilbao en los que se sirve Gik siempre nos transmiten buenos comentarios de los clientes.

En Bizkaia el vino es un producto de consumo habitual, ¿cómo se acerca el cliente de proximidad?

– Gik nació en Bizkaia. De hecho, no habríamos tenido este recorrido sin la ayuda de organismos como la UPV/EHU o ZITEK, a quienes tenemos muchísimo que agradecer. Nos gusta pensar que aquí las personas sienten Gik como algo más propio, como algo suyo en cierta manera. Por otro lado, nosotros tratamos de estar cada vez más cerca del cliente intentando hacer de Gik un producto reconocible dentro y fuera de las redes sociales. Y aquí el local cobra mucha importancia porque, al final, son los hosteleros quienes colocan el producto de una forma visible, quienes lo ofrecen y quienes tienen un contacto más directo con la clientela. Además, estar por ejemplo en El Corte Inglés, donde también se puede encontrar Gik, nos parece imprescindible.

¿Móvil u ordenador?

– Móvil.

La App que más usas es…

– Instagram, Slack o Gmail.

¿Cuál es la primera página que abres en el navegador?

– giklive.es, claro.

Recuerdas tu primer post, tuit o foto.

– Lo cierto es que ahora mismo no me viene a la mente. Creo que ha pasado demasiado tiempo.

¿Qué haces cuando no posteas, tuiteas o subes fotos?

– Como para mucha gente, se ha convertido en parte de mi día a día.

«Dentro de medio siglo contaremos a los más jóvenes que conocimos a gente que había hecho carbón»

Félix Mugurutza. Blogger revelación de Deia.com con «El Arca De No Sé«

A Félix Mugurutza (Laudio, 1965) le costó dar el “sí” a su blog en DEIA, pero confiesa que luego le ha dado varias satisfacciones, la última, su reconocimiento como blogger revelación de nuestra blogosfera. Antes de empezar la entrevista este filólogo reconoce que le va a costar mantener en secreto el premio hasta que se haga público.

Sin duda, eres el blogger revelación de Deia.com en 2017, y lo eres entre otros motivos por la caña que das a los que usamos mal algunas muletillas entre el euskera y el castellano, ¿servirá este premio para que nos perdones?

– Me da hasta rubor contestarte a la pregunta porque nunca es mi intención ir dando clases de nada a nadie, sino de hacer sentir las cosas, para gozarlas y no sufrirlas. De todas formas, sí que es cierto que el idioma es uno de nuestros grandes patrimonios, una interesante herencia que no la podemos malgastar de cualquier manera. No todo da igual. No es lo mismo un bocadillo de mortadela que un plato en el que hemos invertido media mañana para su elaboración. No, hay que activar el cariño y el respeto y, sobre todo, el placer. También a la hora de escribir y expresarnos.

Los vascos nos mostramos muy orgullosos de nuestro pasado pero leyendo tu blog uno tiene la sensación de que es un ignorante. ¿Creemos que sabemos más que lo que realmente conocemos?

– No. Saber, sabemos ahora más que nunca: basta con sacar nuestro móvil del bolsillo para conocer al instante el resultado de un partido en Luxemburgo. Pero igual de cierto es que en dos generaciones vamos a perder todo aquel legado que durante siglos acumularon y transmitieron nuestros antepasados. Sobre todo, la manera de sentir las cosas, el goce de sentir la tierra que nos vio nacer. Hay gente a la que le da igual todo esto, pero no a mí. No quiero batir un récord subiendo una montaña sino pararme en su ladera y comer tranquilo un trozo de queso con vino de la bota. Personalmente, me planto con manifiesta rebeldía frente a ese olvido porque no quiero romper mis vínculos con lo que somos. No me interesa vivir en un cuerpo musculoso y de piel tersa si ello supone que, como pago, tengo que descuidar el alma. Me pongo poético: sin alma no somos, se mire como se mire y, yo al menos, quiero ser.

Pero el tiempo para formarnos es limitado. ¿Están reñidos el saber universal y el saber de lo que nos es propio? ¿Tenemos que elegir?

– Ahora estamos locos con el acceso al conocimiento universal que las redes nos han facilitado y andamos desaforados. En realidad, no es muy diferente a cuando los niños abren los regalos en Navidad. Pero pronto llegará el hastío y nos daremos cuenta de que la caja de cartón es siempre el mejor juguete, y de que lo nuestro, lo más humilde y cercano, es lo que realmente nos hace feliz. Dentro de medio siglo añoraremos las castañas asadas compradas en la calle, camino a casa. O un queso de oveja de verdad. ¡Y contaremos eufóricos a los más jóvenes cómo eran aquellas txapelas y que conocimos gente que había hecho carbón!

¿Cuál ha sido la pregunta que te ha dejado a ti sin palabras, en la que has tenido que responder: “Pues no lo sé”?

– Más que una respuesta quizá sea una anécdota: tengo una hija pequeña a la que le he robado bastante tiempo. Me mira extrañada porque siempre estoy con algo, para lo bueno o para lo malo. En cierta ocasión me preguntó por qué hacía todos esos trabajos y no estaba jugando con ella. Aparte de no saber qué contestarle me rompió el corazón. Espero que algún día sea ella quien encuentre esa respuesta que para mí es imposible, y que sepa ser generosa y me lo perdone.

¿Móvil u ordenador?

– Los dos. Pero como soy muy callejero, móvil.

La App que más usas es…

– WhatsApp y Facebook.

¿Cuál es la primera página que abres en el navegador?

– Google.

¿Recuerdas tu primer post?

– No. Soy un poco bohemio.

¿Qué haces cuando no posteas?

– Da para todo: esa es la esencia de la vida.