La «generosidad» de Vox

Cada vez que Vox hace un anuncio inventa un material más duro que el anterior para recubrir cara. Muchos se dieron cuenta de que sonaba raro que Abascal diese a conocer que su partido iba a donar a las “asociaciones víctimas del coronavirus” la asignación a su grupo parlamentario en el Congreso. Resulta que la única que hay constituida es próxima a Vox y ha anunciado acciones judiciales contra el gobierno español. Todo queda en casa menos el populismo, que lo exportan. Por cierto, los diputados de Vox no ceden un euro, “donan” a su asociación lo que podría corresponder a sus trabajadores en el Grupo.

Los amigos del PP

Cuesta encontrar noticias no relacionadas con el coronairus o el confinamiento, y cuando las vemos es porque son graves: después de que Viktor Orbán neutralizara al parlamento húngaro asumiendo el poder sin control, con la excusa de la pandemia, los miembros del PP europeo se han movido para alejar de su seno a este mandatario más próximo a la extrema derecha. Pero no han actuado al unísono, precisamente: Pablo Casado no se ha sumado a la petición de expulsión de Orbán del PP europeo y, como recuerdan acertadamente en Público, no es la primera vez que se desmarca y apoya al húngaro.

No nos van a colar este blanqueo

Muchos están usando el coronavirus como excusa: Orban, para estar a un paso de convertirse en el primer dictador de la Unión Europea; Vox, para colarnos sus mierdas de siempre; y otros, mucho más cerca, para hacer precampaña en un proceso de voxización preocupante. Y luego está el ejército y el gobierno español, que nos está intentando colar un blanqueamiento por el morro. No niego la labor que los militares pueden estar haciendo, pero sí me parecen un exceso las comparecencias de uniformados con sus medallas o la presencia en la calle, a modo de patrullas, de los soldados. ¿De verdad son útiles así? ¿Para qué?

Ya nos cuelan este tuiteo…

Los emoticonos hay que usarlos con cuentagotas. Sirven para llamar la atención, en Twitter tienen una utilidad específica cuando un tuit empieza por una mención, y son muy prácticos para aclarar que el tuit que acabas de poner no es precisamente serio. Pero un uso excesivo en instituciones y partidos empobrecen la comunicación. Rafa Cabaleira lo explica mejor que yo y con su estupenda retranca gallega: “Partidos de gobierno tuiteando como adolescentes no, por favor. Prefiero adolescentes tuiteando como si se creyeran alternativa real de gobierno y sí, estoy pensando en Teodoro García Egea”.

Yo también soy pesimista

Los más aventurados aseguran que esta crisis supondrá el fin del capitalismo. Muchos están convencidos de que algo cambiará en nuestro modo de relacionarnos o consumir. Yo soy de los que opina que modificaremos poco o nada. En Twitter, Bimbolles lo resumía perfectamente en pocas palabras: “De todo esto aprenderemos una gran lección que olvidaremos en dos días”. Volverán a colar recortes en la sanidad española, volverán a intentar colarnos las bondades del liberalismo, muchos políticos dirán justo lo contrario a lo que están asegurando ahora, y volveremos a olvidarnos del teletrabajo y de conciliar.

Manual para interpretar los datos del paro

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Lo mejor de Twitter es la cantidad de listos que tienen un perfil. La cantidad de personas que saben lo que hay que hacer y, lo que es más importante, lo que hay que pensar. La cantidad de expertos que te enseñan a ser un emprendedor de éxito, ganar miles de euros con un blog, generar tu propia electricidad y ser autosuficiente y, por supuesto, a interpretar los datos del paro. Porque, ¿quién necesita a Xabier Aja teniendo un Twitter? Espero que entiendan mi ironía porque yo, lo que no entiendo, es cómo puede haber tanta gente tan lista en Twitter y que España vaya tan rematadamente mal.

¿Cuál es el papel?

Entiendo que Josu Juaristi es periodista y que, con una herramienta de comunicación tan potente como es hoy un móvil con conexión a Internet y una cuenta de Twitter, no se haya resistido a relatar cómo iba la sesión en el Parlamento europeo. Sobre todo, porque es nuevo en estas lides. Pero lo que no entiendo es que nadie le haya explicado que su papel no es el de cronista, sino el de representante de la ciudadanía. Que de él esperamos reflexiones y aportaciones, no crónicas de 100 caracteres deprisa y corriendo. Que la política va antes que la comunicación.

Un simple tweet

Es cierto que Twitter está lleno de usuarios que se creen más listos que los demás, de políticos que hacen de periodistas, y periodistas que hacen de políticos. Pero también está lleno de destellos, de pensamientos tan breves como brillantes, y de ideas relacionadas que son síntesis perfectas de realidades más bien imperfectas. Un buen ejemplo es el tweet del usuario @kagetxillo que ha llegado a las portadas de varios agregadores y lleva ya mil retweets. En él, desenmascara la estrategia de PP y PSOE en Bruselas y Estrasburgo, que se han repartido el poder en las instituciones europeas y votan juntos sin empacho.

Francia, esa república

Lo malo de Francia lo conocemos bien los vascos: un estado centralista al que no le importa arrasar con la diversidad cultural, o arrinconarla a categoría de anécdota turística, con tal de que la gran nación francesa quede por encima. Pero es cierto que algunas cosas hacen bien. De saque, que son una república, y a su jefe de Estado no lo eligen las gónadas de otro jefe de Estado. De remate, que con capaces de imputarle si sospechan que ha cometido un delito: “Imputan por ‘corrupción activa’ al ex presidente francés, Nicolas Sarkozy” (‘El Confidencial’).

España, esa monarquía

Si ha habido una polémica tonta, pero con mayúsculas, ha sido la del aforamiento veloz del Rey de España para evitar las demandas de paternidad. El blindaje legal que se está procurando poco o nada tiene que ver con dónde haya puesto su semillita, y sí mucho con otra recolección: “Torres aporta ocho e-mails que apuntan a la mediación de don Juan Carlos en los negocios de Urdangarin”, leemos en ‘Vozpópuli’, y volvemos a mirar a Francia con arrobo, donde imputan a jefes de Estado elegidos democráticamente en vez de proteger a los que eligió un dictador.