Donde pone “España” lea “Euskadi”

Ángeles Caballero borda su post en El Confidencial sobre la España (o Euskadi, que lo mismo me da) “a la que le importa un pito la Ley de Seguridad Nacional y quién es Iván Redondo. Que tiene hambre de coche, casa y tele grande. Que se resiste a bajar las escaleras del ascensor social aunque los de arriba nunca se mezclarán con ellos”. Sobre esa Euskadi compuesta por “aspirantes a burgueses pero con suerte llegan a mileuristas”. Sobre esa nación que también vota y “a la que no atiende ningún político. Solo Paolo Vasile”. Somos así, también los que escribimos y conocemos a los políticos, aunque no nos guste.

Tracatrá

Pablo Iglesias no estará solo en su sede de Podemos aunque el 10 de noviembre el descalabro sea irremediable: de tener unos ministerios a verse partido por la mitad por Errejón y su partido con la misma estrategia, exactamente la misma, que utilizó él para laminar a IU y plantarse como la izquierda obrera del PSOE. Les digo que no se verá solo entonces porque por lo menos podrá contar con Miguel Vila, que seguro que ficha a su hora y se dirige eficazmente a su puesto de trabajo cada mañana después de que un juez haya declarado nulo su despido por no ser afín a Iglesias y haya obligado a Podemos a su readmisión.

Exactamente la misma

En el anterior párrafo insistía en que Errejón está usando la misma táctica que Iglesias para partir por la mitad Podemos. Y lo hacía porque hasta ha “copiado” la idea de poner en la papeleta la cara del líder en vez del logo del Partido. Entonces, allá por 2014, cuando Podemos se presentó por primera vez a las elecciones europeas, se decía que la idea había sido, de hecho, de Errejón. Y gran parte de la estrategia de Podemos también se le atribuye al que fuera número dos, así que ahora, desplazado del partido que fundó, la venganza de Errejón consiste en despedazarlo siendo fiel a sus métodos.

“Descubriendo” a Mario Vaquerizo

Mario Vaquerizo me cae mal desde que, siendo yo un pipiolo, intentaba sacar fotos para una revista durante un concierto y él, que estaba en el foso, me hizo un gesto de desaprobación al dejarme pasar. Era él el que estaba fuera de lugar y yo el que trabajaba (o lo intentaba). Después, sus apariciones con prescriptores del PP, a sonrisa descubierta, ya dejaba pistas de lo que era: un moderno de palo. Hoy, gracias al programa vergonzoso de Telemadrid en el que Almeida primero y ahora Vaquerizo adoctrinan a niños y niñas, sabemos que el da igual el feminismo. Algunos apuntan maneras y aciertan.

No necesitamos tantos aviones

Pocas muestras de palurdismo hay más eficaces en Euskadi que defender que el TAV es malo porque no lo necesitamos para conectar las tres capitales de la CAV. El TAV nos conectará con Madrid y con el resto de Europa por el norte. Y son muchos los que desean ir y volver a la capital española evitando esos vuelos-trampa. De hecho, en Magnet recopilan una serie de rutas aéreas que podrían ser sustituidas por una mejor oferta ferroviaria. En esa lista, en la que está Iruña, se incluirían las tres capitales de la CAV gracias al TAV, contaminaríamos mucho menos y viajaríamos mejor y de un modo más barato.

La viabilidad sí importa

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Ni que nos jubilemos a los 60, ni que trabajemos 35 horas semanales, ni la renta básica universal, ni el impago de la deuda. Según ‘El Confidencial Digital’ en Podemos saben que estas medidas que han abanderado son irrealizables, y han decidido cambiar de táctica. A partir de ahora van a proponer solo medidas serias porque buscan, precisamente, eso: que les tomen en serio. Porque hacer brindis al sol, regalar titulares y colocar tuits para que sean retuiteados es fácil, pero gobernar con una realidad económica complicada no es tan fácil. Y hacer campaña con esas limitaciones, tampoco.

Los detalles también importan

Terminaba la semana laboral cuando asistimos a uno de los cambios de rumbo más bruscos de la información política reciente. Podemos, con toda su maquinaria en redes sociales engrasada a base de populismo, nos vendía que Esperanza Aguirre iba a tener que indemnizarles con 100.000 € por injurias. Pero durante el fin de semana, sin tanta agitación en las redes sociales digitales, nos hemos enterado de que el acto de conciliación en el que iban a exigir esa suma no ha sido posible por la ausencia de un poder notarial por la parte de Podemos, que ha acabado siendo condenado a pagar 1.500 € por las costas procesales (‘Periodista Digital’). Y Esperanza Aguirre, tan contenta.

El cara

Mario Vaquerizo nunca me ha gustado. Ese rollo “supermoderno” y “superdivertido” con el que intenta compensar su ya notorio acercamiento al PP, que su único éxito ha sido la traducción al castellano de una canción, y que hace un playback insufrible en sus conciertos, me agota. Sin embargo, casi estoy de acuerdo con él cuando ha hablado de “las redes sociales estas de mierda” (‘Estrella Digital’). Pero no comparto el motivo: lo dijo porque le criticaban por llevar abrigos de piel, sin embargo, cuando le ayudan a lanzar su endeble producto musical, ¿a que no le parecen tan “de mierda”?

Y las cruces

Me refiero a la cantidad enorme de “crucecitas” que han tenido que marcar para hacer la contabilidad que hemos visto en el blog de ‘TICs y Formación’ y que les queremos traer a esta columna. Se trata del “retrato tecnológico” extraíble del último CIS para España (los datos de Euskadi posiblemente sean levente superiores en porcentaje): el 65% de los encuestados usa WhatsApp, solo el 58 usa correos electrónicos, y ya el 47% son usuarios de redes sociales, de los que el 96% es usuario de Facebook, frente al 33% que usa Twitter.

Cuando una marca lo hace bien…

Yo tengo un iPad, y me gusta. Pero sobre todo me fascina cómo se maneja la empresa que lo fabrica: Apple. Y cuando una marca lo hace bien hay que reconocerlo, incluso cuando nos clava un precio salvaje del que un porcentaje insultante es margen de beneficio y, aún así, nos sentimos bien comprándolo. Pero en EE.UU. el asunto va más allá: “Microsoft invierte millones en la NFL para colocar su Surface y los narradores le llaman iPad”. Así es: la tableta de Microsoft se podía ver una y otra vez en manos de los “coachs”, y los narradores se referían a ella como el hegemónico producto de la competencia.