Descubriendo la democracia

Me flipan algunas sorpresas sobreactuadas que empezaron en los digitales y, por desgracia, se han contagiado al papel o los medios audiovisuales: Pedro Sánchez elige para los puestos de confianza a personas de su confianza. ¡Cómo puede estar pasando esto! ¡Seguro que es la primera vez que sucede! ¡Es increíble que a nadie se le hubiese ocurrido antes algo así! Podemos tirar de sarcasmo lo que queramos para compensar cómo en Vozpópuli tiran de teatro y esperpento (que tiene su arte): “Pedro Sánchez coloniza los ministerios con cargos afines: ‘Este es el verdadero muro del PSOE’”.

Siempre fueron jefes

Es cierto que algunas personas nacieron para ser jefas. Pero creo que no tiene nada que ver con su capacidad de liderazgo o gestión de equipos. Más bien, al contrario: la incompatibilidad de su personalidad con el sencillo hecho de tener compañeras y compañeros les lleva a las alturas para evitar la turrada. Me refiero a personas como Elon Musk que si no hubiera sido la persona más rica del mundo y hubiese acabado en una desprecia a anunciantes como Disney para Twitter (“¡que les den!”), pero, ¿qué dirá a sus directoras y directores comerciales?

“¿Cómo se atreven?”

La censura de hoy, normalizada en algunos países como EE.UU., no sería posible sin el exceso con el lenguaje políticamente correcto que, sin duda, hemos abordado mal. Aquellos argumentos que extendíamos con sumo cuidado, como aguantándonos un pedo, han sido aprovechados por el populismo para victimizar a colectivos dominantes. Y aquellas maneras, que han arrinconado formas de expresarnos, han abierto la puerta a modificar discursos y proteger, como ha pasado a Robert De Niro, críticas a Trump. Cuando vio en el prompter que su discurso había sido cercenado, soltó un “¿cómo se atreven?”, sacó su móvil y lo leyó.

¿Es un youtuber un empleado de YouTube?

Como trabajador autónomo que soy lo tengo claro: no. Si montas tu negociete de generación de contenidos y los comercializas en varias plataformas, es tu movida. No vale querer cambiar las condiciones sobre la marcha (de hecho, nos quejamos si lo hacen quienes nos contratan) o renegar de las que aceptaste con la libertad que te daba tu negocio por bandera. Así que entiendo la postura de Google, de negar que sea despido improcedente cancelar la posibilidad de monetización de un canal de un youtuber. “Jota” es el que ha demandado a la plataforma de la mano de UGT, según cuenta El Chapuzas Informático.

¿Netflix reinventa la tele (pero de pago)?

En Genbeta han puesto por escrito la reflexión que todos hemos hecho de alguna manera: si Netflix pone publicidad en sus emisiones, además de cobrarte una cuota, ¿en qué se diferencia de la televisión convencional? Vale, puedes elegir contenidos, pero también puedes hacerlo en las webs y aplicaciones, como Primeran, que están desarrollando los canales tradicionales de televisión. El paso atrás de Netflix, sin embargo, es absolutamente lógico: su modelo de negocio no era sostenible y eso, que algunos hemos puesto también por escrito desde su eclosión, también lo intuíamos muchas y muchos.

A qué dedicamos nuestros megas

“Netflix es responsable del 15% del tráfico mundial de internet”, titulan en Statista. Pero no es el único servicio de streaming que se come nuestros megas: “YouTube no se queda atrás, con un 11,6%, y Disney+ es responsable del 4,5%. Además, Amazon Prime Video tiene una cuota del 2,8%. Las redes sociales y los juegos son las otras categorías destacadas, con TikTok, Facebook, Playstation y Xbox”. Es decir: utilizamos la gran herramienta que nos iba a liberar de no sé qué tiranías, básicamente, para entretenernos. Y no me parece mal. Solo hace que eche la vista atrás y me acuerde con cierta melancolía de aquellas y aquellos evangelizadores.

También a las y los gurús

Además de al entretenimiento, en muchas ocasiones chorra (¿cuánto tiempo perdemos con los reels de Instagram, TikTok u opiniones que no nos importan en Twitter?), dedicamos nuestros megas (y nuestras horas) a líderes de opinión que no los merecen. “¿Qué ha hecho vuestro gurú de cabecera por vosotros o por vuestro alumnado?”, propone Jordi Martí que nos preguntemos. De aquellas y aquellos evangelizadores, a las y los empoderadores. Y de estos, a las y los gurús que no ofrecen soluciones prácticas pero sí dan consejos con más atrevimiento (ni siquiera les concedo lo de “las buenas intenciones”) que utilidad.

Ya veo dónde está el negocio

Es difícil de creer pero mentir es un modelo de negocio. No hablo de timadores, ni de personas que con opiniones de mierda se sacan su buen dinero en YouTube o Twitch. Hablo de verdaderas millonadas facturadas por empresas conocidísimas. ¿Cuánto de rentable es mentir como para que Fox haya aceptado que lo hace y pagado 787 millones de dólares a la empresa que fabrica las máquinas que cuentan los votos en EE.UU., y a la que habían señalado como responsable del supuesto amaño que denunció Trump cuando perdió las elecciones? ¿Cuánto dinero factura Fox con sus falacias, sus fake news y sus opinadores?

Este sí necesita un golpe de efecto

A Alberto Núñez Feijóo no le vendría mal una Fox española. Quiero decir: una televisión ultraconservadora con éxito y penetración, no los intentos de chiste que hemos visto (y ya van unos cuantos, por cierto). Lo cierto es que la imagen del líder del PP no atraviesa un buen momento: no solo es lo que percibimos, en el Huffington Post repasan algunos datos y algunos hitos que han perjudicado claramente al que se presenta como alternativa a Pedro Sánchez. Incluso recogen que “hasta él mismo reconoce que los resultados el 28-M no serán los que ellos esperaban”. Lo malo es que lo que el PP pierde puede ganarlo Vox.

Una opinión impopular

Soy perfectamente consciente de que las instituciones son motor económico ni que las buenas condiciones laborales del funcionariado venían sirviendo para generar, a modo de efecto cascada, mejoras en el sector privado. Pero hace tiempo que esta dinámica parece rota: “El teletrabajo de los funcionarios alcanza ya el 41% frente al 12% del sector privado” (The Objective). Este tipo de noticias generan tensión y sensación de agravio. Y ahí el populismo se desenvuelve con mucha soltura. No discuto que haya que mejorar las condiciones de todas y todos, pero creo que debemos asegurar primero que eso pueda ser así.

Hablemos del acoso on-line

No quito ni una coma a lo que dice Nina Jankowicz, a la que María Ramírez presenta así de bien en El Diario: “La académica y experta en desinformación rusa en Europa del Este fue jefa de un grupo de la Administración Biden contra los bulos y dimitió tras una avalancha de acoso on-line. Su último libro, ‘How To Be A Woman On-line’, es una guía de herramientas y un alegato para no callar”. Solo quiero ampliarlo en la época preelectoral en la que estamos ya: casos como el de Irene Montero o Gabriel Rufian son especialmente notorios, pero todas y todos los políticos son acosados, y en todos los casos está igual de mal.

El futuro era la duda

El acceso a Internet no ha supuesto la difusión del conocimiento prometida. Al contrario: la extrema derecha ha ascendido gracias al populismo y diferentes negacionismos cuentan con altavoces increíbles. Por lo que me temo que la inteligencia artificial no va a librarnos de esfuerzos, al contrario: vamos a tener que dudar de todo. No hablo ya de las y los profesores que no sabrán si los trabajos del alumnado han sido escritos por una máquina, porque hasta en lo menos importante estaremos expuestos: “El empleo de la inteligencia artificial engorda masivamente las estadísticas de cualquier red social” (The Objective).

También los de Netflix comen

Lo que pagamos por las suscripciones a plataformas de contenidos audiovisuales es ridículo. Y las plataformas, para ser rentables, aprietan al sector audiovisual, no al público aunque Netflix haya cerrado el grifo ahora a eso de que paga uno y lo disfrutan diez. Así que no estoy de acuerdo con quienes se quejan por la medida, y sí lo estoy con Josu Eguren, también con su fina ironía: “Si yo fuese el CEO de Netflix prohibiría compartir cuentas y multiplicaría los precios por dos. Si el público quiere cine de calidad tiene que aprender a pasar por taquilla, que las secuelas de ‘The Grey Man’, ‘Alerta roja’ o ‘6 en la sombra’ no se pagan solas”.

Esto sí lo pagamos

Es curioso cómo funciona nuestra mente de consumidores, a qué nos han acostumbrado, en definitiva: somos rácanos con el que cobra poco y generosos con el que lo hace mucho. Así, nos quejamos de Netflix o pedimos a los periodistas que dispongan gratis su trabajo, pero no discutimos pagar más de mil euros por un teléfono (en este caso, por un iPhone) aunque Apple no se corte en celebrar el enorme margen de beneficio que le deja cada aparatito. No discuto que sea un gran producto ni que haya que pagar su calidad, pero sí que nos dejemos embaucar por quien nos dice a la cara que una gran parte del precio es beneficio neto.

Otro modelo de negocio

Me cuesta entender qué le pasa por la cabeza a un acosador on-line, me cuesta entender que hayamos creado una civilización tan mezquina que utiliza la Inteligencia Artificial para hacer trampas, me cuesta entender que rechacemos la idea de que tengamos que pagar por el trabajo de otras personas dignamente mientras no discutimos lo que ganan los millonarios, y me cuesta entender que haya quien defienda la invasión rusa sobre Ucrania: “El Grupo Wagner anuncia que deja de reclutar presos para combatir en Ucrania” (El Confidencial). Hasta este anuncio había reclutado a 35.000 delincuentes mercenarios.

¿Y después, qué?

Ha llegado el momento que durante años temíamos: ¿qué pasará cuando Facebook primero y Twitter después caigan? ¿Qué red social vendrá a sustituirlas? ¿O no lo hará ninguna? Pues bien, la juventud tiene TikTok (lo que resulta aterrador) y las y los mayores, Instagram, además de WhastApp (que no es una red social abierta, precisamente), pero nada parece que esté preparado para ocupar el hueco de Facebook, que hemos abandonado, y Twitter, que Elon Musk está dispuesto a llevar a la quiebra. Marcos Sierra ha reflexionado en Vozpópuli sobre “el fin de Facebook y Twitter (como los conocemos)”, y todos debemos ir haciéndolo.

¿Por qué?

Los despidos en Twitter podían tener cierta lógica: el modelo de negocio no era suficiente. Twitter se ha sostenido durante años perdiendo dinero porque los inversores no dejaban de aportar y confiar en que encontrarían la manera de hacerlo tan rentable como Facebook, y Elon Musk cree que eso es imposible y que hay que recortar. Pero Meta también ha despedido al 13% de su plantilla mundial: 11.000 trabajadoras y trabajadores. ¿Por qué? Porque Facebook ha dejado de ser líder y el metaverso no despega, y en una economía virtual como la que ha enriquecido a Musk y Zuckerberg, la ruina, como el éxito, es meteórica.

Ten tu propio sitio web

He tenido una gran suerte profesional: me han dejado trabajar con confianza en un sector que he visto nacer y desarrollarse. Y como Kike García de la Riva, en este proceso también escuché a quienes recomendaban poner tu identidad digital en manos de un proveedor, en aquel caso, Facebook, ahora TikTok o Instagram. Eso es “un suicidio profesional y, como sociedad, cultural y es preocupante”, como dice el creador de El Mundo Today. Insisto: ahora es además peor porque Facebook era un gigante hambriento, pero TikTok es una plaga que devora ideas, creatividad, recursos y cerebros. Es lo peor que nos ha pasado on-line.

No solo las redes

No solo es Facebook (o Meta) y Twitter: el valor de Amazon o Netflix está cayendo porque una desviación en los consumos supone en la economía virtual actual una bajada al fondo del pozo. No creo, como sugieren en El Independiente, que se haya pinchado la burbuja tecnológica (hay mucha tecnología más allá de las grandes), pero sí espero que la economía sea un poco más razonable: ninguna empresa puede crecer hasta el infinito y las millonadas que se han llevado los Musk, Zuckerberg o Bezos son indecentes e injustificables. Esa es la burbuja que tenemos que pinchar, y cuanto antes lo hagamos, mejor.

Las barbas a remojar

Me temo que después de la caída de las empresas va a ir la de las y los influencers: si no hay plataforma en la que exhibirse, no hay quien pague por la exhibición. Es cierto que, Twitter aparte, Instagram y TikTok son las redes más importantes para estas y estos profesionales (que es lo que son), y son las redes con más presente e incluso futuro. Y también lo es que, después de la pandemia, están viviendo un momento dulce. Pero, ¿cuánto va a durar? ¿No se retrae su mercado como el de Amazon? Lo siento, no soy tan optimista como en Irene Juárez en Activos, pero su texto, con fuentes del sector e influencers, es muy interesante.

«Eres facha»

He tardado días en verlo pero cuando lo he hecho no he podido reprimirme y se lo he pasado a unos cuantos compañeros. Me refiero al videazo que han hecho en Polònia para “celebrar” el 12 de octubre con el expresivo título de: “Eres facha”. Con buen ritmo, una edición estupenda y notable gracia para señalar cosas tirando a horripilantes, en el programa de TV3 agitan el árbol adecuado: los fachas que hacen y dicen cosas de fachas y luego se indignan de que les llamen fachas son ridículos. Por cierto, todo esto es aplicable también a los fachas de más cerca que, además, ahora gastan una dignidad autoplanchada que resulta hilarante.

Otra de Rubiales

Según el tío de Luis Rubiales, Juan, la RFEF pagó “orgías” con tarjetas de crédito institucionales. Ahora “un juzgado y la Fiscalía investigan” la constante salida de dinero de las tarjetas de empresa que manejaban el “coordinador de gabinete de Presidencia, José María Timón” y “el director de Relaciones Institucionales, Antonio Gómez Reino”, en fechas y lugares que les relacionan con estancias “en un chalé de Salobreña (Granada)” al que acudían grupos de chicas invitadas a una supuesta fiesta, y comidas, “muchas de ellas en el restaurante El Barco, una marisquería” (República). “No todo era trabajar”, se defiende la Federación.

Abel, déjalo

Las consultas populares que han puesto en marcha algunos ayuntamientos para preguntar a sus vecinas y vecinos si querían luces de Navidad o no me parecen muy injustas, porque no es justo que valga lo mismo en este caso el voto de un comerciante del centro del municipio que el de un joven que compra por Amazon y se cree muy ecologista. Pero pasarse por el lado contrario tampoco es recomendable: el empeño de Abel Caballero de hacer de Vigo la ciudad de las luces de Navidad nunca fue una gran idea, pero “en plena época de ahorro energético en Europa” (Público) parece incluso peor. El 19 de noviembre será el encendido del exceso.

Todo tiene un coste

Hay noticias de las que siempre hay que hablar: cuando el Banco Santander hace una de las suyas, cuando la izquierda abertzale quiere que olvidemos de dónde viene y cuando aparecen datos que nos recuerdan que el dinero público es de todos y se gasta como el de cada uno o una. “Los rescates de montaña en Euskadi obligan al alquiler millonario de otro helicóptero: 14,4 millones”. Esa es la cantidad que pagaremos por cinco años de alquiler de aeronave “tras el incremento de intervenciones en los últimos años. Sólo en este semestre se han producido 233 actuaciones, más que en todo 2021” (El Independiente).

Y todo tiene un precio

“Netflix está a dos malos trimestres más de inventar la tele”, tuiteaba con su habitual humor Ícaro Moyano. Con humor y con acierto: la entrada de la publicidad en esta plataforma pervierte por completo el sentido de pago por contenido. Pero es el resultado de un cálculo mal hecho: el precio bajo y la modalidad de compartir cuentas eran inasumibles para la plataforma y, al final, ha entrado la publi. Pero los anuncios (que no son algo malo, que quede claro), por lo que parece, no serán exclusivos de esta empresa: el resto también está preparando nuestro consumo de publicidad, cuota, aparte.