Un influencer para hablarte de lentejas

Formamos parte de una generación que se entera de que ha empezado a llover porque ve las gotas sobre la pantalla de su móvil. Somos de una generación que va cabizbaja por la calle, mirando lo que pasa en Twitter y no lo que pasa en su misma acera. Somos de una generación que se está volviendo tan tonta que, efectivamente, parece que necesitamos que un influencer nos diga que son mejores unas lentejas que unos doritos tex-mex. Y hasta hacemos noticias de la perogrullada.

No digas pobreza, di “colaborativo”

A esa generación de la que les acabo de hablar y de la que formo parte le cuelan todas las mierdas. Es nuestro pecado y nuestra condena. Por ejemplo, la situación está tan difícil que los más mayores han empezado en EE.UU. a mudarse a casas con espacios comunes compartidos (los de aquí ayer llenaban las calles), pero en vez de miseria lo llaman “viviendas colaborativas”, y en varias webs o agregadores algunos creen estar ante una novedosa mejora social.

En definitiva, la generación de “las maquinas”

Me aventuro a decir que hasta era necesario un texto como el que hemos encontrado en Xataka sobre las “salas de máquinas” en las que los que no ligábamos pasábamos las tardes de los fines de semana, intentando no ser unos inútiles en todas. Somos los mismos que años después seguimos jugando con consolas en casa o en el móvil, los mismos que se engancha a los pequeños premios de las redes sociales (un like, un RT, un corazón en Instagran), los del “insert coin” y el “game over”.

Mejor miremos a quien nos señala el camino

Stephen Hawking era una personalidad controvertida: algunas historias que cuentan sobre él no le presentan como el más simpático de los seres humanos, pero su aportación a la humanidad, sin embargo, es extraordinaria. No hablo de sus hallazgos, sino del modo en que el personaje que forjó fue un estupenda herramienta para la divulgación científica, para que tuviéramos curiosidad por los agujeros negros, para que viéramos que un científico y un enfermo pueden tener sentido del humor y reconocimiento.

Los húngaros de Rumanía siguen reclamando su autonomía

Hace unos años tuve la suerte de visitar dos veces Transilvania para conocer mejor a la comunidad húngara que vive en Rumanía y que, aún hoy, sigue reclamando la autonomía que les quitó Ceaușescu y no les devolvió la democracia. El pasado fin de semana los szekler celebraron su día de reconocimiento y a lo largo de estos días hemos recibido el goteo de informaciones, no todas buenas, como los ataques a los carteles bilingües en los que aparece tachado lo escrito en húngaro.

Szeklerland avanza

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Año tras año, el territorio que ocupa la comunidad húngara de Transilvania gana atractivo como oportunidad pese al inmovilismo de Bucarest.

GYERGYÓSZENTMIKLÓS. Szeklerland tiene una población de algo más de un millón ciento veinte mil personas, según la «Civil Initiative for Szeklerland», con más nacimientos al año que la media rumana y más del 40% de la población por debajo de los 34 años. Y lo más importante: menos del 7% de desempleo con un sector primario muy fuerte y el turístico, al alza. Los szekler son, además, personas austeras y con visión de futuro: su capacidad de ahorro es más de cinco veces superior a la del rumano medio.

A cambio, el gobierno de Bucarest no ha construido todavía ni un solo kilómetro de autopista en Szeklerland, y las autoridades son percibidas por la ciudadanía como un elemento colonizador: en Kovászna (Covasna en rumano), la segunda ciudad más importante del territorio (con una población de origen húngaro que roza el 75%), el 95% de la policía es de origen rumano, de los 55 jueces que hay en la ciudad 5 tienen origen húngaro, y tan solo 2 de los 50 fiscales públicos tienen este mismo origen. En 2013, además, el libro de historia szekler fue eliminado de los colegios por el gobierno rumano.

Además de todas estas cifras y pese a la situación tan manifiestamente contraria, los szekler tienen también un plan: su autonomía, con reparto de competencias definido parcialmente. Defensa, Seguridad Nacional, Asuntos Exteriores y redacción de leyes nacionales quedarían en Bucarest, mientras que la cultura, la lengua, la Educación, infraestructuras, transporte, turismo, sector primario y policía y legislación local, serían transferidas a la deseada autonomía. Este plan también incluye la transferencia más importante: recaudación y gestión de los impuestos. Culturalmente, proponen el establecimiento del húngaro como lengua cooficial, y recogen un sistema de garantías para la población de origen rumano.

La cerveza szekler y el príncipe inglés

No es una anécdota, más bien es un síntoma, una primera señal de que algo vivo, más allá de las cifras y los documentos, está creciendo en Szeklerland: los creadores de la cerveza Csíki Sör han conseguido en lo que va de año posicionar su marca como la principal en este territorio. Han logrado generar una demanda y responder. La ola de la moda de los nuevos productores cerveceros ha traído una cerveza szekler que los propios szekler consumen con naturalidad.

Puede que la «Csíki» incluso la haya degustado el mismísimo príncipe Carlos de Inglaterra, que posee dos propiedades en Transilvania. Según el «Daily Mail», estas dos granjas están en Zalánpatak (Valea Zalanului en rumano) y Viscri, dos pequeños municipios en el borde Szeklerland, en el inicio de la Transilvania rumana y de mayoría, efectivamente, rumana pese a su origen húngaro. El heredero al trono de Inglaterra ha decidido invertir en este territorio para ayudar a presevarlo, dentro de su batalla personal por afianzar el sostenimiento del sector primario y los procesos naturales (lo que le ha llevado, incluso, a crear una marca de productos de granjeros brirtánicos, «Duchy»). Y si quiere uno dormir como un rey, puede hacerlo por 122 libras la noche (un poco caro para la media de la zona) según el mismo rotativo.

Nos pone sobre la pista Erika Benkö mientras cenamos pizza y cordon-bleu en Sepsiszentgyörgy (Sfântu-Gheorghe). Benkö es asesora del alcalde Árpád Antal y nos ha presentado previamente en el ayuntamiento, recién reformado, el proyecto de la ciudad para conseguir la capitalidad cultural europea que, en 2021, recaerá en una ciudad rumana. Habla con entusiasmo del proyecto en perfecto inglés con acento británico, aunque reconoce que la ciudadanía no lo percibe como algo que le influya directamente en esta fase del concurso. Los intelectuales y artistas del entorno, sin embargo, parece que muestran más interés.

Nombres propios

Pero no solo famosos de fuera llegan a Szeklerland, La región, que quiere convertirse en autonomía, también ha exportado talento: Albert-László Barabási es un físico que reside actualmente en EE.UU., y a sus casi 50 años está considerado como uno de los principales aportadores y divulgadores de la teoría de redes, muy importante, por ejemplo, en el desarrollo de Internet. László Bölön, pese a su origen e identidad szekler, defendió en más de 100 ocasiones los colores de Rumanía como jugador de fútbol en la época del dictador Ceausescu. Del Targu Mures, el equipo de su Marosvásárhely natal (principal ciudad de Szeklerland y su capital oficiosa), saltó al Steaua de Bucarest para pasar posteriormente a las ligas belga y francesa. Fue en esta última donde comenzó su carrera como entrenador. Se ha sentado en los banquillos del Nancy, el Mónaco, el Lens, el Sporting de Lisboa, el Standard de Lieja o el PAOK de Salónica, entre otros clubes, y también en el de la selección rumana de fútbol. A sus casi 70 años, disfruta ahora del fútbol saudí. Algunos años más tiene el psicólogo afincado en EE.UU., Mihály Csíkszentmihályi, autor de la teoría del «flow» y considerado uno de los más importantes investigadores del mundo en psicología positiva. Entre los históricos, Sándor Kőrösi Csom, el primer «tibetólogo», en el siglo XIX, inventores, pintores y matemáticos. Todos ellos defienden y dan a conocer la causa szekler en el mundo.

Una versión reducida de este reportaje fue publicada [Enlace roto.] el 22 de agosto de 2015. En su versión en papel el reportaje está completo como en este blog.

La juventud szekler acampa cada verano por su autonomía

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La «summer camp» de Gyergyószentmiklós cumple su 11 edición. Es la segunda acampada para los jóvenes de origen húngaro en Transilvania después de la celebrada en Tusnad dos semanas antes.

GYERGYÓSZENTMIKLÓS. El desmontaje de la acampada no es fácil. A los escenarios, las carpas, los barracones para las charlas, las áreas de comida y bebida, e indicar el camino a las furgonetas y caravanas que ofrecen comida rápida («combustible» para seguir escuchando, cubriendo tu turno, integrándote en círculos diferentes, y participando en los conciertos) hay que sumar las cuadrillas de rezagados y los propios equipos de colaboradores, que remolonean para que no se apague fácilmente lo que ha costado tanto arrancar. Szeklerland avanza así, verano tras verano, como una región con atractivo turístico y como una comunidad que toma conciencia política de sí misma para lograr el objetivo de la autonomía, arrebatada por Ceausescu y no devuelta por ninguno de los gobiernos democráticos posteriores.

Ya son once los años que lleva celebrándose ininterrumpidamente la EMI Camp que organiza la Erdélyi Magyar Ifjak o Juventud Húngara de Transilvania, en esta ocasión, del 5 al 9 de agosto en Gyergyószentmiklós (en húngaro, Gheorgheni en rumano). Pese a los cambios de localización, el proyecto se ha consolidado. Un proyecto que ha crecido integrando otros elementos de la ciudad, como las cabañas turísticas (levantadas con fondos europeos) junto a la zona de acampada que este año han acogido a los organizadores; los hoteles en los que alojan a músicos, ponentes y periodistas; y la propia prensa local. El siguiente paso, la creación y mantenimiento de un camping permanente que reporte ingresos todo el año salvo la semana de la acampada, reservada para su realización. A ella se han acercado jóvenes de todo el territorios, y algunos hasta de Hungría. También han sido muchos los no tan chavales que se han dejado ver. «Los que eran jóvenes hace once años ya no lo son tanto pero siguen viniendo», comenta divertido Arus Zsolt, del Consejo Nacional de Szeklerland, que nos va explicando los porqués de todo lo que vemos.

El ciclo de los asistentes (muchos de ellos, al mismo tiempo, voluntarios a turnos) empieza por la noche: después de los conciertos, digeridos con cerveza szekler (la marca ha nacido este mismo año y ya es un éxito) y, por supuesto, palenka, una especie de orujo muy afrutado, hay que dormir un poco, antes de que a las 10:00 empiecen a hablar los ponentes, locales o llegados de otras zonas de Europa, en barracones propios de una acampada. A medida que avanzan las horas y las mesas, el número de asistentes crece, igual que el de jóvenes que se desperezan, abandonan sus tiendas de campaña y van de un lado a otro de la campa, comprobando cuál es la oferta cultural del día. Por la tarde, demostraciones musicales con instrumentos tradicionales, actividades como montar a caballo o explicaciones sobre las técnicas de defensa y ataque medievales.

No hay que olvidar que los szekler se definen a sí mismos como el pueblo heredero de Attila, el huno, que «ya estaba allí» cuando los húngaros llegaron a Transilvania. De hecho, ellos eran los guardianes de las fronteras del imperio austro-húngaro, los encargados de repeler las cometidas del enemigo rumano, y salvaguardar los límites territoriales, apunta Marc Gafarot, periodista y observador político del CIDOB, ponente en las dos acampadas szekler este verano. Después de la I Guerra Mundial, Hungría empezó a perder territorios con los diferentes tratados y negociaciones, y surgieron estas comunidades húngaras a cientos de kilómetros de la frontera, que han luchado y luchan por preservar su propia identidad y cultura, asimilados, rodeados y colonizados (con ciudadanos rumanos instalados por el gobierno en los típicos edificios socialistas de tres plantas en los ensanches de las antiguas ciudades) por quienes habían sido sus enemigos.

Siguiendo el rastro del turismo

Gyergyószentmiklós es una ciudad de algo menos de 20.000 habitantes, muy dispersa, en la que la mayoría de la población habla y vive como si fueran húngaros. El centro es reducido, con varios bancos, tiendas de diferentes tipos y tamaños, incluso unos almacenes no muy grandes, alguna cafetería, un hotel (en toda la ciudad hay cuatro, además de otras posibilidades para hospedarse como las campañas y un motel) y el periódico local (por supuesto, editado en húngaro). La atención en la hostelería es bastante desigual.

La ciudad creció al uso socialista de mediados de siglo, con edificios rectangulares de tres plantas y calles muy anchas, hay varias zonas residenciales con casas bajas en las que se pueden apreciar los vallados y puertas de maderas típicas de Szeklerland, y en las afueras se sitúan las zonas y viviendas rurales. En la carretera hacia las montañas (aunque «Szentmiklós» ya está a 800 metros sobre el nivel del mar) pero dentro del término municipal, hay casas de verano junto al río, que son las que más sufren a los muchos osos que merodean por los alrededores. En menos de 30 kilómetros, después de coronar la primera cima por medio de una carretera serpenteante, el municipio ofrece dos de sus principales atractivos turísticos naturales: Gyílkos Tó, un lago formado cuando una montaña se desgajó y cortó el flujo de un río, y Békási Szoros, el desfiladero cuya carretera y túnel fueron construidos en tiempos del imperio austro-húngaro, y que conecta en cuestión de minutos con la Moldavia rumana.

Varios hoteles rurales esperan a los viajeros, de momento, mayoritariamente rumanos, como rumanos son quienes ofrecen artesanía producida en serie en rincones imposibles de la carretera, en casetas iguales unas a otras permitidas por el gobierno de Bucarest. Este ejecutivo es también el responsable de la masificada oferta de terrazas y merenderos junto al lago, y de dejar en manos del ayuntamiento, como una patata caliente, la gestión de los servicios que estos mismos locales y sus visitantes exigen. Pese a los tenderetes, los Cárpatos siguen siendo imponentes y el desfiladero, impresionante. La montaña parece echarse sobre el caminante, que, con mucha atención a coches y autobuses turísticos, se sobrecoge al levantar la vista y comprobar cómo el sol ilumina los picos más altos. Muchas de las paredes están marcadas para que los aficionados a la escalada puedan también disfrutar.

También en Tusnad

Dos semanas antes de la summer camp de Gyergyószentmiklós tiene lugar otra en Tusnádfürdö, un municipio con un importante atractivo turístico basado igualmente en su particularidad cultural y los recursos naturales. Esta primera acampada tiene un enfoque mucho más político, y en la edición de este año estuvo el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, además de otros miembros de su gobierno, representantes diplomáticos y parlamentarios europeos. Esta acampada cuenta con una suerte de apoyo, por lo menos por medio de su presencia, del partido de Orbán, el Fidesz, dentro del PP europeo. En ambas acampadas participó como invitado el presidente del Consejo Nacional de Szeklerland, Izsák Balázs.

La comunidad szekler, por medio de su consejo nacional, iniciativas civiles y particulares como las acampadas, lleva varios años trabajando en dar a conocer su situación y sus reclamaciones. Estos campamentos sirven para reforzar el asentamiento de sus reivindicaciones entre los más jóvenes, pero también son un estupendo ejercicio de relaciones internacionales con otras comunidades, partidos políticos o medios de comunicación. Con un objetivo parecido pusieron en marcha el Tour de Szeklerland, una prueba ciclista en el último nivel del profesionalismo pero dentro del calendario de la UCI Europe Tour, y que tuvo lugar, igualmente, la primera semana de agosto.

Este reportaje fue publicado [Enlace roto.] y [Enlace roto.] el 16 de agosto de 2015.

Rumanía prohíbe la reivindicación nacional de su minoría húngara

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Las autoridades rumanas impidieron el pasado 10 de marzo la celebración del Día de la Libertad “szekler”

El Consejo Nacional szekler, de origen húngaro, celebra su Día de la Libertad el 10 de marzo de cada año en su capital oficiosa, Marosvásárhely (en rumano, Targu Mures), para conmemorar a sus “mártires” que, en 1854, lucharon por la libertad de Hungría contra el imperio autrohúngaro de los Hasburgo. Este año, el tradicional acto político y manifestación posterior iba a significar, además del homenaje a sus personajes históricos y un evento de autoafirmación nacional, una reclamación, ya que las reformas administrativas que propone el gobierno rumano pasan por disolver la comunidad szekler en una organización territorial superior (Transilvania) en la que los húngaros constituirían menos del 30% de la población. Con esta división e integración forzosa, se verían afectadas negativamente sus reclamaciones políticas pero también sus derechos fundamentales (lengua húngara, pervivencia de la cultura propia, etc.) como minoría en Europa.

Para evitar la visibilización de una contundente respuesta a los planes del primer ministro, Victor Ponta, las autoridades rumanas han prohibido esta manifestación, y el Consejo Nacional de Szekler se ha visto obligado a renunciar a la organización del evento que, el año pasado, reunió a cerca de 25.000 personas. Ya en 2014, las autoridades rumanas rechazaron cortar la Avenida 22 de Diciembre de 1989 (en recuerdo del final de la dictadura de Ceausescu), por la que transcurre la manifestación posterior al acto de homenaje, lo que provocó graves problemas de tráfico en el centro de la ciudad, de 150.000 habitantes, pese a la fuerte presencia policial rumana.

Hoy, las palabras que pronunciara el pasado año Balázs Izsák resultan premonitorias: el presidente del Consejo Nacional acusaba entonces a Rumanía de atacar los símbolos del pueblo szekler, y de no respetar los derechos y las libertades de su ciudadanía. La prohibición de este año quiebra uno de los principios básicos de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, como es el derecho de manifestación. De este modo, se restringen los derechos de una minoría étnica que, aunque se reconoce húngara, ha habitado la misma tierra, actualmente dentro del estado rumano, desde antes de la Edad Media, momento de las primeras referencias a la comunidad szekler.

Reforma administrativa

Rumanía carece de una estructura administrativa territorial aunque esté dividia en distritos. Actualmente, los ayuntamientos y el gobierno del Estado son las únicas administraciones a las que puede dirigirse un ciudadano rumano y, por extensión, szekler. La reforma de la que propone el gobierno para dividir Rumanía en diferentes áreas administrativas, superiores a los distritos, supondría la inclusión de Szeklerland “en una región en la que los húngaros constituirían menos del 30% de la población”, como explica Attila Dabis, responsable de Asuntos Exteriores del Consejo Nacional szekler, en la carta que ha remitido a periodistas de todo el mundo para denunciar que Rumanía estaría infringiendo el derecho fundamental de libertad de reunión y actuando en contra de una minoría, la húngara en Transilvania.

Nicolae Ceausescu fue quien abolió la antigua región autónoma húngara dentro de Rumanía, persiguiendo el ideal de verticalidad de las dictaduras comunistas. La restauración de la democracia no trajo la devolución de esa autonomía, lo que ha acrecentado la frustración de la comunidad szekler. Uno de los momentos más tensos se produjo en febrero de 2009, después de un encuentro entre el anterior presidente rumano, Traian Băsescu, y su homólogo húngaro, László Sólyom, en Budapest. Băsescu afirmó entonces que “la minoría húngara nunca recibirá autonomía territorial”.

Denuncia en el Parlamento Europeo

La europarlamentaria Izaskun Bilbao va a plantear el próximo lunes una pregunta a la Comisión Europea para poner en conocimiento la actuación del gobierno rumano, en connivencia con las autoridades judiciales rumanas, a las que el propio Consejo Nacional szekler acusa de complicidad. Además de esta pregunta, la diputada en el Parlamento Europeo por EAJ-PNV va a plantear una audiencia con la minoría szekler en el Intergrupo de minorías tradicionales, comunidades nacionales y lenguas del Parlamento Europeo, formado por más de sesenta eurodiputados procedentes de todos los estados miembros y todos los grupos.

Rumanía, ante el reto autonomista de Transilvania

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Transilvania es como la describió Bram Stoker basándose en sus conversaciones con el viajero húngaro, Ármin Vámbéry: desde la carretera, llena de baches, la tierra parece negra a causa del barbecho, los árboles se muestran sin vida durante el invierno, y el atardecer en los Cárpatos provoca que el sol adquiera un color rojo extrañamente intenso.

Después de contemplar este espectáculo natural se alcanza Szeklerland, en el límite de la antigua frontera del imperio austro-húngaro, en el extremo oriental de Transilvania. Los székely siguen hablando húngaro aunque estén a 500 kilómetros de distancia de la actual Hungría, pero al mismo tiempo reclaman una historia y una identidad propias. En esencia, la nación szekler es una minoría cultural dentro de la minoría de habla húngara de la región de Transilvania, la más desarrollada económicamente de Rumanía.

Las diferencias culturales e idiomáticas, y que ven cómo Bucarest se lleva su prosperidad porque carecen de una división administrativa entre el Estado y el municipio, es lo que les impulsa a pedir una autonomía. Para ello trabaja desde 2003 el Consejo Nacional de Szeklerland, compuesto por los tres partidos políticos que defienden la causa y otros colectivos. Reclaman una autogestión básica, abolida por Nicolae Ceauşescu y no recuperada por los gobiernos democráticos. Desde este punto de vista, quedan muy lejos procesos como el escocés o el catalán, y se sienten muy próximos al vasco, con una base más pragmática, en el que la economía es el resorte que impulsa el autogobierno, y en el que pueden encontrar similitudes sobre la territorialidad.

Porque esta es la gran cuestión que queda por resolver en su reclamación autonómica. Se lo pregunta Zsolt Attila Papp, director de Fötér.ro, un medio on-line que quiere ser el polo de atracción en Internet para toda la comunidad: si el objetivo tiene que ser una Szeklerland autónoma de clara mayoría de origen húngaro, o es más plausible una Transilvania autónoma donde los szeklers pasarían a ser una minoría con mayor capacidad de decisión en la autogestión.

Fötér.ro se edita en Kolozsvár (Cluj-Napoca, en rumano), la principal ciudad de Transilvania, desde hace unos años de mayoría rumana a causa de una inmigración sin integración fomentada por las autoridades del Estado. Una ciudad universitaria que ha acogido tradicionalmente a los jóvenes de clase media y alta de Transilvania, principalmente, atraídos por una oferta académica en cuatro idiomas (húngaro, rumano, alemán e inglés) y una vida alejada del campo.

Otras ciudades importantes, como Marosvásárhely (la capital oficiosa de Szeklerland) o Sepsiszentgyörgy (Sfântu Gheorghe, en rumano), padecen el síndrome del comunismo decadente, con grandes edificios sin uso y coches salpicados constantemente de barro. En la última, se publica el Háromszék, el diario más importante de Szeklerland, que vende cada día 10.000 ejemplares de 12 páginas que leen 40.000 ciudadanos. Dependen absolutamente de la publicidad que insertan las empresas locales, según su director editorial, Botond Farcádi. No obstante, este modelo no es único del sector de la prensa: constantemente se aprecia un apoyo intenso a los negocios más cercanos.

Económicamente, el mayor valor de Szekerland son los recursos naturales: la agricultura y la madera, que exportan en grandes cantidades. Pero también una incipiente industria del turismo apoyada en los grandes bosques, las pistas de esquí, los desfiladeros y ríos junto a cabañas, que contrastan con la falta de infraestructuras para acceder a ellos, como explica János Mezei, alcalde de Gyergyószentmiklós, uno de los municipios con mayor potencial turístico natural.

El paisaje humano también es diverso: la población de origen húngaro es mayoritaria en Szeklerland, pero se aprecian distintos tipos de gitanos y, por supuesto, rumanos. Rumanos que, en algunos municipios, no representan más que el 10 o 15% de la población, porcentaje que corresponde a la abundante policía nacional rumana y al cuerpo de funcionarios del Estado. Pese a la gran mayoría de habla húngara, las señales son bilingües o están en rumano únicamente y, en general, el rumano se impone en todo lo que tenga que ver con los servicios centrales, incluidos los hospitales públicos, con grandes banderas del Estado delante de sus entradas. Y cada vez más en las escuelas, en las que es posible alfabetizar a los niños en húngaro pese a que va imponiéndose un discurso fomentado por las autoridades sobre la conveniencia de aprender en rumano, como denuncia Zsolt Arus, informático y miembro del Szekler National Council.

Al mismo Arus le gusta señalar que el Conde Drácula es de la Transilvania rumana, que no tenía la suerte de ser székely, y cuando es preguntado por la autonomía de Szeklerland responde con la misma contundencia: está seguro de que la conseguirán.

25.000 personas por la autonomía

El pasado lunes, 10 de marzo, 25.000 szeklers se reunieron en Marosvásárhely, ante el monumento a los ejecutados por “conspirar” para reactivar el nacionalismo en Szeklerland en 1854. Cada año en la misma fecha, acuden hasta allí szeklers de todas las partes del mundo para reivindicar avances en el reconocimiento de su identidad, durante un acto organizado por el Consejo Nacional de Szeklerland.

Su presidente, Balázs Izsák, fue contundente en su discurso contra el gobierno rumano, que ha traicionado repetidamente las aspiraciones de los szeklers de recuperar un estatus diferenciado dentro de Rumanía desde la reinstauración de la democracia. Esa especificidad fue abolida por Nicolae Ceaușescu y no ha sido recuperada aún, por lo que el principal grito de la marcha posterior al acto político, no era otro que: “¡Autonomía!”. El acto y la marcha estuvieron seguidos muy de cerca por decenas de policías nacionales rumanos.

Izsák, en su discurso, insistió en que esta autonomía no es incompatible con la integridad territorial que aparece explicitada en la constitución rumana y que esgrimen desde Bucarest para negar una división administrativa intermedia entre el Estado y los municipios. Izsák, sin embargo, sí acusó a las autoridades rumanas de atacar los símbolos del pueblo szekler, y de no respetar los derechos y las libertades de la ciudadanía.

Después del acto político y la marcha, en el Palacio de Cultura de Marosvásárhely, la capital oficiosa de Szeklerland, hubo un último acto cultural, con música y poesía tradicional szekler, y el reconocimiento a personalidades e invitados.

Fuera de Szeklerland y de Rumanía, se registraron manifestaciones de apoyo a la causa en ciudades como Budapest, Bruselas, Londres, París, Nueva York, Los Ángeles, Cleveland, Toronto, Ottawa, Munich, Stuttgart, Zürich, Estocolmo, Helsinki y Belgrado.

Claves

· Origen desconocido. Hay constancia de la existencia de una comunidad szekler desde la Edad Media, aunque no hay ningún tipo de consenso en el origen de este pueblo. Algunas teorías apuntan que Atila el Huno era de origen szekler, aunque son fuertemente rebatidas. Hoy, Attila es un nombre usual en Szeklerland.

· 1990. Es el año de las primeras elecciones democráticas en Rumanía después de la dictadura socialista de Nicolae Ceauşescu. Desde entonces, los diferentes gobiernos democráticos han negado el derecho de los szekler a recuperar la autonomía que les sustrajo el dictador en la reforma de 1968.

· 2003. Es el año en el que surge el Consejo Nacional de Szeklerland, compuesto por los tres partidos nacionalistas y otros colectivos sociales.

· Estambul. Fue la primera ciudad que acogió una manifestación a favor de la autonomía de Szeklerland fuera del territorio.

· Hockey sobre hielo. Es el deporte nacional de Szeklerland. En la principal liga juegan contra equipos de Hungría.

· 13.000 kilómetros cuadrados. Esa es la extensión de Szeklerland dentro de Transilvania.

· Más de 600.000. Ese es el número de personas de origen húngaro en Szeklerland, sobre un total de algo más de 800.000.

Este reportaje ha sido publicado en ‘[Enlace roto.]‘ a día de la fecha de publicación del post, y en ‘Noticias de Navarra‘ al día siguiente, lunes. El martes, 18 de marzo, lo publicaron en el ‘[Enlace roto.]‘ y el ‘[Enlace roto.]‘. Durante su elaboración, del 10 al 13 de marzo de 2014, conectamos cada día con ‘Onda Vasca‘ desde Szeklerland.