De mujeres alfa y machos beta

Dos señores barbudos hablan en la tele de conciliar vida laboral y familiar y aseguran que tienen muchas colaboradoras que son señoras de su casa. Nada de particular, si no fuera porque el que lo dice es Rajoy mientras Rubalcaba asiente. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen, y no citan la conciliación de sus colaboradores porque no se les supone. No acostumbro a lanzar soflamas feministas aunque me percate de la desigualdad. Hasta en el gobierno de Obama hubo una rebelión de mujeres que se sentían apartadas. Eran jefas de gabinete, asesoras o directivas que explicaban que el círculo intimo del presidente las invisibilizaba.
Muchas veces en el club de los chicos, las decisiones se adoptan tomando unas cervezas o en comidas que se alargan a base de licores. Se hacen amigos en el bar o jugando al paddel y llevan el colegueo a la oficina. Dile a una mujer que ha cumplido con creces su jornada laboral que pierda aún más tiempo tomando un cacharro después de salir a las tantas. Ella piensa en que su pareja se subirá por las paredes, en que los niños harán el pino puente y en esa interina que fuma en pipa.
Pero ellos no se preocupan por el uniforme del colegio, porque la nevera esté llena o porque se ha roto el lavavajillas. Han delegado. Es como funciona el club de los machos beta. Pero ¡ojo! tampoco apoyo las reglas de las dominantes mujeres alfa ni las de esos grupos integrados por féminas, donde no necesitan wikileaks porque son un patio de vecinas.
 

 

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