¿Y ésto quién lo paga?

Cecilio

Después de doce días herido en una sima peruana, equipos de rescate han sacado al espeleólogo Cecilio López-Tercero de la cueva Intimachay, donde quedó atrapado el pasado 18 de septiembre en una zona selvática al norte de Perú. Yo andaba por allí esos días y los periódicos daban páginas y páginas de la movilización con cientos de personas al rescate. Aquí la ayuda no ha trascendido y el debate ha sido, lógicamente, la factura. Se ha centrado en que el gobierno se deja una pasta en repatriar ancianos sacerdotes con ébola en aviones medicalizados y no mueve ni un hilo para casos donde 60 voluntarios han tenido que hacer colecta para ayudar y poder viajar en clase turista. La clásica demagogia de barra de bar.

Obviamente no es lo mismo repatriar a un sacerdote que contrae una enfermedad que costear los gastos para rescatar a una persona que estaba realizando conscientemente una actividad de muy alto riesgo. Aunque no me negarán que ejercer de médico en el Tercer Mundo, bajo una epidemia para la que no existe vacuna, y con unas instalaciones paupérrimas, algo de riesgo sí que tiene. Por un lado reivindicamos hacer lo que nos apetezca, bajo nuestra responsabilidad. Pero en cuanto algo se tuerce un poco, que alguien me ayude, cueste lo que cueste. Hay dos formas de concebir una sociedad, una basada en la cooperación y la empatía y otra esa de «solidaridad sí pero no con mi dinero». Ustedes eligen.

 

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