El hospital de la señorita Pepis / Mato

Si se fijan un poco el virus de ébola se parece a un hilillo de plastilina. De verdad es así, pero no quiero hilar tan fino. ¿Cuánta ineptititud debe acumular una ministra para que dimita? Ya sabemos que dimitir no es un verbo compatible con trincar y mangonear. De la frivolidad, la desmemoria y la desvergüenza de la señora Mato teníamos noticia, de que era palmera y pelota también, ahora comprobamos que es un peligro para la salud pública y quiere matarnos de incógnito.

¿Debe dimitir por ineptitud flagrante? ¡Por Dios, eso es antiespañol y antipatriótico! Lo español es mirar para otro lado. Mucho avión medicalizado, instalaciones de baja presión, trajes de protección y mucho botiquín de la señorita Pepis…, pero cuando una auxiliar que ha estado en contacto directo con un paciente de ébola presenta fiebre y astenia la dejan irse de vacaciones y no la evalúan en condiciones hasta pasados seis días. Una persona que no sabe distinguir un Jaguar de un Panda, que no sabe quién le paga los viajes a Disney y que se pregunta si el «e-bola» ese no es una bola digital, ¿cómo va a saber algo de la epidemia? Que le den un curso acelerado de Defensa Bacteriológica y que vaya a cuidar a los infectados. Y si no es suficiente, métase el virus en el Consejo de Ministros para que lo conozcan más de cerca. En el PP son africanos, pero disimulan.

 

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