Los camareros, hartos de cobrar horas extras

¿Cenamos muy tarde? A alguna ministra se lo parece.” No es razonable un país que tiene abiertos sus restaurantes a la una de la madrugada”, dijo el otro día Yolanda Díaz, y se armó el belén. La hostelería ha cargado contra el supuesto adelanto de la hora de cierre que atenta contra la esencia española. “Esos horarios obedecen a que hay consumidores y una industria turística envidiada a nivel mundial”, asegura el sector.

O sea, somos el chiringuito de Europa, en versión Magaluf luxury, para que los turistas no se tiren al Don Simón. Pero ¿qué va a pensar el presidente de la patronal si fue el mismo que dijo que media jornada son 12 horas?

La lideresa madrileña no ha perdido comba. “España tiene la mejor vida nocturna del mundo. Nos quieren socialistas, sin alma, sin luz y sin restaurantes. Aburridos y en casa”, ha zanjado. Todo, claro está, mirándolo desde la perspectiva del cliente. Me gustaría ver a Ayuso solo un año tirando cañas y sirviendo tapas. No creo que pudiera vivir con el sueldo de poner copas y limpiar mesas hasta las dos de la madrugada.

Deduzco que la razón por la que faltan tantos camareros es porque están cansados de cobrar horas extras y pluses de nocturnidad. También es verdad que sin esos locales y sin esos horarios, ¿a dónde van a ir Tito Berni y compañía? A esa hora solo están los borrachos y los Koldos de turno en sus marisquerías de cabecera. Libertad ante todo. 

Santa Viagra… ora pro nobis

Se acaba de conocer que en febrero se han entervenido en el aeropuerto de Bilbao 2.703 pastillas de Viagra. No al mismo, ¡eh! Más bien a cuatro pasajeros sin relación entre ellos. Mucho cargamento parece para luego suscribir aquello de que «en Euskadi no se f…». Pero el medicamento está haciendo furor y, a punto está, de agotarse el stock. Porque la Guardia civil arrestó la semana pasada al párroco de la localidad pacense de Don Benito que, junto a su novio, traficaba con Viagra. Santa Viagra… ora pro nobis.

Ni al más histriónico Santiago Segura o al irreverente Pedro Almodóvar se les hubiera ocurrido una peli con más morbo. Un cura, don Alfonso, vendiendo, con su chico, potentes sustancias afrodisiacas para enderezar a los feligreses y elevar su espíritu.

«Operación botafumeiro» la han bautizado. Solo el nombrecito ya trae cola. También podía haberse llamado «Operación Arriba el periscopio», por poner un ejemplo. El obispado de Plasencia estará exultante de gozo, sí, señor; el clero entrando de lleno en el siglo XXI. Un sacerdote del mundo terrenal, con amante, un tipo muy alegre (dicen) y camello. Los dos, jefes del clan de la viagra de Don Benito. Se necesita gente así para divulgar la nueva fe.

El alijo en la casa parroquial incluía 3.370 euros y 2.100 gramos de mefedrona, una droga más conocida como mefe o miau miau, muy popular en ambientes gays, similar a las anfetaminas, que produce un fuerte efecto estimulante. Fácilmente podría haberse vendido con el nombre del éxtasis de Santa Teresa. La pareja presuntamente comercializaba el estupefaciente a través de una aplicación de citas. Por eso a nadie le extrañaba que la clientela fuera cada vez más abultada. 

El amor mueve montañas… de dinero

Un donjuan de pacotilla y apellido albanokosovar me contactó un día por internet. «Soy un almirante de Macedonia del Norte bien parecido, si quieres enamorarte, envía 6.000 euros para iniciar relación a distancia».

También lo intentó un agente secreto. «Hola. Mi nombre es Bond. James Bond. ¿Me prestas 10.000€ para reparar el Aston Martin?» Esquivé el cebo.

Amelia y Ángeles quisieron creer que merecían ser amadas. “Me asombró la increíble belleza con la que Dios te creó”, llegó a decirle a una el pavo yanki, desprendiendo toneladas de naftalina rancia.

Hubo una granadina que se creyó a un Brad Pitt de mentira y fue estafada con 170.000 euros. Pensó que mantenía una relación cibernética con el ex de Angelina y que él le pedía dinero. ¡Quién iba a pensar que era un fraude aunque el asunto atufase a kilómetros!

Se insiste en proteger a los niños de los riesgos de las redes sociales, pero son los/las mayores los más vulnerables. El amor mueve montañas… de dinero. Hay que ser muy naif para caer en estos engaños románticos. En el caso de Morata de Tajuña, la ignorancia y la soledad han demostrado ser una pésima combinación. No deja de ser la versión virtual del viejo timo de la estampita, en el que, junto al ánimo delictivo del estafador, concurre la avaricia del engañado.

P.D. También me escribió el príncipe de Zamunda, pidiéndome matrimonio, pero le di puerta por el rey de Kaialasa.

Zurito de chapapote con tapita de plástico

Del baño de Fraga en Palomares, pasamos al Señor de los Hilillos y ahora al pote gallego con pellets. La historia del chapapote bis es de vergüenza. Alguien sabía ¡desde el 8 de diciembre!, que se habían caído al mar seis contenedores con sacos de polietileno y nadie ha hecho nada. ¿Para qué? Si el PP sacó mayoría absoluta con la nefasta gestión del Prestige, ¿van a cambiar ahora de procedimiento? Y los unos culpan a los otros porque debían estar todos en las cabalgatas de Reyes.

Dicen los peperos que la marea blanca no es peligrosa, pero al mismo tiempo piden evitar el contacto con la piel y recomiendan gafas y guantes. Solo porque hace frío, ¡eh! Si creían que Feijóo era un inútil, échenle un ojo a su ex-número dos. Rueda se preparó unos espaguetis carbonara con los plásticos “aptos para uso alimentario” y ahora tiene súper poderes por ingerir unas cosas blancas homeopáticas.

Es que no son hilillos de plastilina, son bolitas de anís.Y nos las vamos a terminar zampando con el pescado pero, tranquilos, que ya las reciclará nuestro colon. Marchando un zurito de chapapote con una tapita de plástico. Del cáncer del aparato digestivo, si eso, nos ocupamos más tarde. No pasa nada. Porque los tumores y trastornos endocrinos ya los solucionará la industria farmacéutica por un módico precio. Última hora; los pellets acaban de llegar a Madrid. Se han visto ya por el Congreso voluntarios con un colador.

El haba del roscón

Déjenlo. No hagan más propósitos de Año Nuevo. Es imposible cumplirlos. Solo el 8% de las personas lo consiguen. Por eso, yo llevo con los mismos desde que tenía 30 años. El principal problema es que hacemos demasiados. Así que toca rebajar las expectativas.

Desde luego, en mi lista está aprender inglés porque no me entero ni de los anuncios de las colonias. Por eso, me he matriculado en una academia, y punto. Igual dentro de unos años voy, y lo cumplo, como eso de la agenda 2030. Quería viajar más, pero quizá con el Street view me arregle. Voy a escuchar más música para que me suba el ánimo, pienso, y ya me he oído el villancico de Leticia Sabater.

El problema es que nos ponemos objetivos totalmente inalcanzables. Para no frustrarse, fíjense, por ejemplo, el subir una talla, comer una guarrería transgénica… Seguro que funciona. Te pones como meta no acostarte con más de uno en 2024. Y lo cumples, fijo. Porque si te propones no beber alcohol, ¿qué te queda para el año siguiente?

Necesariamente hay que conformarse con menos y retocar la lista. En vez de comprar una casa, puedes comprar una cosa. En lugar de perder 10 kilos, prueba a adelgazar uno. Hay que reinventarse, y dejar que los meses fluyan. Lo último que pretendo, de verdad lo juro, es comer sano. Así que hoy mismo me voy a pedir una pizza con piña, y de verdura, tomaré el haba del roscón. Ya está, un objetivo realista. Urte berri on!