El viaje del tupper. Cuando menos es más. Reebok Spartan Race crónica 2.

Si bien es cierto que ya hice una crónica de la Reebok Spartan Race, creo que esta carrera se merece otra, mejor? ni mejor ni peor, algo más personal. Sin entrar en kms, obstáculos o barro. Como cuando ves una película de Almodovar, que tienes que darle otro visionado…

Para los que siguen este compendio de desventuras y demás dislates llamado Correr no es de cobardes desde el inicio (allá por el 2011), sabrán que estos dos últimos años han sido un quiero y no puedo, un intentarlo y que al final nada… Decía hace un par de posts que empezábamos de cero. Que todo lo vivido deportivamente (que no es poco) era pasado y nos poníamos a currar como un juvenil. Lo vivido este fin de semana hace que recupere esa ilusión, necesitaba un viaje así.

Me acuerdo del primer Ironman, con los Joseba, Txema, Arkaitz, mi hermano, la que entonces era mi novia y ya mujer… durmiendo en un albergue juvenil (menos por Walter y el Abuelo ;-)), aquello parecía San Fermín. Y nosotros a horas de debutar en la mítica distancia, apelotonados en habitaciones con literas. Las chicas por otro lado claro. O de aquel viaje a Niza… mi hermano en el suelo, nosotros en camas de 90 y de dos en dos, sin aire acondicionado… O volviendo de Calella a las 3 de la mañana tras correr, con el coche de la sociedad ciclista barakaldesa… Con un tupper.

Luego vinieron otros viajes, otras carreras, otro retos y otros objetivos. Ni mejores ni peores. Otros. No miento si digo que agradezco enormemente dormir en un NH, con su duchita y todo eso, pero los viajes de tupper tienen su aquel. Para volver a empezar había que volver a lo de antes, a la humildad, al llegar correr e irse, al coche, a la vasco-aragonesa, a la estación de servicio de Pina… al tupper.

El viernes según salí del trabajo, hice la mochila, justo dar un beso a mi hijo y rumbo a Manresa con mi compañero de fatigas ese día Aratz. Monumental Manresa. Llegar a las 21 largas. Dormir en un apartamento. Buscar un sitio donde cenar y acabar en un paquistaní o turco, comprando un bol de pasta por 3€. Unas cervezas debajo del apartamento y cenar mientras en la tele daban forrest gump. Levantarse y desayunar pan de ayer con comida que trajimos de casa, café caliente y a correr. Ni buffet libre ni zumo de mango. Aquí se viene a correr.

Llegamos a Les Comes, lo hicimos lo mejor que pudimos. Ducharnos. Coger el coche y camino a casa. Otras 5h largas. Parando en Pina, los monegros agotan. Bocadillo de gasolinera, coca cola para no dormirse y peajes. Bilbao nos recibe de noche. Hemos cumplido con el trabajo. Necesitaba algo así, aunque parezca utópico.

En lo deportivo también acabé muy satisfecho. Hacía tiempo que no era dueño de mi carrera. Dueño de mis decisiones: ahora me paro, ahora sigo, ahora aprieto, ahora guardo… Llevaba 4 o 5 carreras a remolque. Salía y con llegar ya era bastante. No, en la Reebok Spartan Race yo fui dueño de mi carrera. La verdad que acabé muy satisfecho. No forcé en absoluto y me guarde siempre algo. Hecho de no darlo todo fue que ayer y el lunes pude rodar a pie 1h. El objetivo era disfrutar, recuperar sensaciones, entrenar y mejorar-> todo cumplido. Lo cierto es que este tipo de carreras da pie a esto, a encontrarte contigo mismo y ver que eres capaz de superar nuevos obstáculos. Pensar que no eres capaz de saltar una vaya, que no eres capaz de sortear un río o subir por una escala… y luego si que lo haces. Se lo recomiendo.

De vez en cuando hay que situar al lector en la parte de la película en la que se encuentra, para que tenga una situación clara de la misma. Sobre esto va el post de hoy. Estamos como cuando empezamos pero mejor.

Banda sonora del post:

Otro vídeo del sábado:

 

 

Crónica de la Reebok Spartan Race Beast. Bienvenidos al Infierno.

En esta vida no hay que acudir a los sitios/personas con ideas preconcebidas. Eso es un error. Algo así, me pasó el sábado. Así comienza mi relato de la Reebok Spartan Race en su categoría Beast.

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3791m de desnivel positivo, 20`6km y más de 30 obstáculos. Solo esto, debería reflejar la dureza de la batalla de Les Comes. Batalla en el mejor sentido de la palabra, en el sentido espartano, ya que el compañerismo entre todos fue la tónica. Hablaba en la introducción de las ideas preconcebidas y me refiero a lo siguiente: me imaginaba una media maratón sobre tierra medio llana y «cuatro obstáculos»… para nada. El sábado pudimos disfrutar (y digo bien disfrutar) de una preciosa carrera de montaña y que por si no tenías suficiente, te regalaban la posibilidad de sortear más de 30 obstáculos. Correr empapado, correr con agua hasta las rodillas, con barro en los ojos… Esto es la Reebok Spartan Race: dureza y diversión.

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Muchos pensarán (yo mismo antes) que se trata de una carrera en clave de humor o del tan manido «postureo». Pues acudan el año que viene con esa idea y acabarán con unas agujetas más grandes que el caballo de espartero, incluso aunque no acudan con esa idea, las agujetas vienen con el precio de la inscripción.

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Si entramos a realizar una crónica más en detalle seguro que se me olvidan cosas. La verdad que para ser una carrera que me llevó sus 3h, los recuerdos son flases. Y esto es debido a que durante esas 3h la concentración fue muy alta, casi tanto como la capacidad de sorpresa de la organización para proponernos obstáculos. Los hubo de todo tipo: pasar ríos, saltar vallas, subir cuerdas, voltear troncos yruedas… Correr con sacos al hombro… Todas ellas diferentes y que hacían que cada paso fuese una aventura. No sé si más divertido que cansado, pero un reto constante.

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Una carrera diferente, muy bien organizada, dura, muy dura y que no miente cuando dice que una vez que la terminas, te siente un espartano. Bueno no sé lo que sienten los espartanos, pero si siento que la próxima vez que se me plantee un obstáculo, corriendo o en la vida, con trabajo y esfuerzo seguro que lo supero (o lo intento al menos) y si no lo supero haré 30 burpees ;-). Abstenerse gente a la que no le guste el barro, que no le guste subir repechos endiablados, que no le guste el alambre espino, que no le guste improvisar… y que no le guste pensar que cada paso la cosa solo puede ir a peor.

Aquí una pequeña muestra:

Acudí a «echarme unas risas» doy fe que lo hice y de regalo me llevé una experiencia única, una carrera sin igual, un entreno muy bueno cara a Lesotho y 3 o 4 moratones.

PD: Fotos y vídeos de la organización.