Reclamaciones a terceros

Desde hace años y prácticamente en todas las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas-CIS el paro figura como preocupación más acuciante de los ciudadanos/as (para el 84%), pero aparentemente no parece haber responsabilidad en primera persona: ora empresarios ora el gobierno, tal vez la banca o una etérea injusta sociedad discriminatoria, pero casi nadie se presenta como parte alícuota del problema.

Los mismos encuestados (el 47%) citan la economía como «coco malo«, pero el escamoteo del IVA en facturas y contratos B o directamente sin declarar representa el 22% del PIB en mercadeo negro-oculto y aunque todos sepamos dónde está, aparece como ejecutado por extraños ajenos a nuestro entorno social, no por mí misma, el albañil o el tendero del barrio; nadie da a entender que él viviera alguna vez por encima de sus posibilidades, ni que se endeudara más de lo razonable para «hacer negocio» comprando segunda vivienda en un «tocomocho» donde iba de listo, ni que alguien pidiera crédito para irse de vacaciones … no, no, nada de esto, sino al contrario, miramos a inmobiliarias y a bancos (los presuntos «tontos del timo») junto con los políticos como responsables únicos, como si ninguno de los encuestados hubiera jamás entrado ni por asomo en el juego del engaño mutuo. En esta lista de imputaciones a terceros otra constante ya clásica es la clase política (un 22% así lo percibe), los políticos en sí mismos son un problema.

La crisis económica, la falta de lluvia en mayo, la burbuja inmobiliaria, el guirigay sobre el examen de química en la Selectividad, el paro, las acampadas de indignados, el eclipse lunar, el déficit de infraestructuras, que algunos pepinos amarguen aun sin Escherichia coli, la escasez de ayudas sociales, que no gane el real Madrid… con razón real o no, todo, casi todo, se echa a la mochila de políticos y hasta es posible que como tótem social deban estar en el candelero público, pero de ahí a utilizarlos de chivos expiatorios tapadera de nuestras propias desnudeces…. No porque los empresarios, banqueros y políticos me caigan bien, mal o vayaustedasaber, sino porque siendo apenas unos 80.000 los políticos profesionales que viven-comen del pesebre público, es difícil aceptar que la culpa sea sólo suya mientras 44 millones somos conspicuos ciudadanos intachables diciendo ¡yo pasaba por aquí! Lo cierto es que releyéndome yo también dirijo mis indignadas reclamaciones a terceros ajenos.

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