En prácticas hasta los 67 años

Cuando durante su mandato el defenestrado ministro de Economía Pedro Solbes le planteaba al señor Rodríguez la necesidad de controlar el déficit, el sorprendido presidente seguramente le respondería algo parecido a: «¡No puede limitarse el dinero para la práctica política!».

Tras un lustro de despilfarro de nuevo rico y desdiciéndose como casi siempre a sí mismo, el inquilino monclovita gira en redondo y pacta con su rival ppero un techo, nada menos que constitucional, para limitar el déficit. Pudiera ser que nos llevara al deseado equilibrio en el balance de gasto-ingreso público, pero es seguro que como consecuencia de la modificación constitucional la implantación global del copago por servicios públicos hasta ahora gratuitos es cuestión de un par de telediarios. No se perfila otra forma de cumplir el nuevo mandato legal.

Fármacos, asistencia sanitaria, tasas académicas, actuaciones judiciales… pasarán a ser necesariamente de pago, íntegro o parcial. Años diciendo lo contrario para despedirse ahora, en sus minutos de basura legislativa, con unas normas a las que sus probables sucesores neocom sacarán brillo.

Pero si ahora es el déficit, antes fue el retraso de la jubilación y aumento de los años de cotización; después la ley laboral con draconiana para los trabajadores y que ahora se modifica-endurece al introducir los contratos en prácticas hasta los 30 años: pinche para todo, sin derecho laboral, despido legal…: dirán algunos que siempre hay que estar aprendiendo, por lo que podrían prorrogarse estos contratos en prácticas hasta los 67 años y así liquidar varios pájaros de un solo disparo, eliminándose multitud de problemas sociales: pensión de jubilación, paro, derechos laborales…

Con la bolsa en picado, el paro en ascenso meteórico, el déficit descontrolado, PIB en suspenso, dinero negro al galope… y como aquí los ricos no piden mayor gravamen fiscal tipo porque ni son gabachos ni Warren Buffet, los sufridos ciudadanos de a pie podemos temernos que el hipotético cambio de gobierno sirva para poco más que conocer caras nuevas. Así que mirando al futuro, rezar junto al Papa puede ser solución tan acertada como jugar bonoloto o pedir limosna a la puerta de una convención política, porque la esperanza que generen estos rampantes políticos con sus leyes ad hoc nos dejan bastante fuera de juego. Menos mal que la huelga del fútbol se ha desconvocado, dirán muchos; tranquilos pues, ya hay circo, solo nos falta el pan.

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