A nadie le amarga una fiesta

El viernes casi al mismo tiempo que publicaban los últimos datos, descorazonadoras cifras, de la EPA de este trimestre sobre el paro, muchos-muchísimos ciudadanos/as estarían preparando sus bártulos para un largo fin de semana, días de reconfortante descanso después del arduo trabajo. Y a partir de las tres de la tarde largas hileras en las salidas de las grandes ciudades.

Viendo las atestadas autopistas y colas en los aeropuertos nadie diría que unas horas antes nos hubieran comunicado que cinco millones de conciudadanos/as no tienen empleo y que en millón y medio de hogares ninguno de sus miembros recibe ingreso alguno.

Pero es que, además, en la CAV éste es continuidad del semipuente de la semana anterior construido con el pilar de la fiesta inventada por el americano mr. López, y menos mal que el díadelaraza de dos semanas antes cayó en miércoles y el acueducto festivo era de difícil hechura. Claro que para finiquitar el año, en diciembre nos espera una primera semana de fiestas intermitentes con sus correspondientes puentes-viaductos antes de que lleguen las navideñas propiamente dichas. 

 Cualquiera diría que nos  sobran razones y ganancias para descansar de tanto esfuerzo. Mientras algunos pueden/podemos disfrutar aún de asueto tras varias jornada de trabajo, durante el último trimestre cada día 1.500 trabajadores han perdido el trabajo y la necesidad de puente festivo. En Euskadi también se dispara, aunque su 12% parezca estar muy lejos del 22% de la española que goza del desempleo.

A este incremento constante le acompaña la extinción paulatina del derecho de muchos a percibir el subsidio de desempleo y también el de la ayuda de emergencia social. Sorprende que con estos terroríficos índices laborales, en lugar de una salida masiva a la playa/pueblo, no haya estadillos sociales tumultuosos de indignados tipo-15M pero en las barricadas.

Tal vez el tradicional apoyo familiar sea amortiguador idóneo contra la desesperación laboral junto con ese desconocido-conocidísimo 23% del PIB en negocio negro que no conoce IVA ni impuesto alguno. Quizá quienes se mueven en los puentes festivos generan riqueza y trabajo en el sector turístico, pero cuando todos los indicadores económico-financiero-laborales-sociales se balancean del rojo al negro, sorprende que en lugar de llevar estas fiestas a viernes o lunes, tengamos fiesta un martes sí y otro también. A no ser que estemos entrenando para cuando todos los días sean fiestas de paro y desesperación

nlauzirika@deia.com

A nadie amarga una fiesta

El viernes casi al mismo tiempo que publicaban los últimos datos, descorazonadoras cifras, de la EPA de este trimestre sobre el paro, muchos-muchísimos ciudadanos/as estarían preparando sus bártulos para un largo fin de semana, días de reconfortante descanso después del arduo trabajo. Y a partir de las tres de la tarde largas hileras en las salidas de las grandes ciudades. Viendo las atestadas autopistas y colas en los aeropuertos nadie diría que unas horas antes nos hubieran comunicado que cinco millones de conciudadanos no tienen empleo y que en millón y medio de hogares ninguno de sus miembros recibe ingreso alguno. Pero es que, además, en la CAV éste es continuidad del semipuente de la semana anterior construido con el pilar de la fiesta inventada por el americano mr. López, y menos mal que el díadelaraza de dos semanas antes cayó en miércoles y el acueducto festivo era de difícil hechura. Claro que para finiquitar el año, en diciembre nos espera una primera semana de fiestas intermitentes con sus correspondientes puentes-viaductos antes de que lleguen las navideñas propiamente dichas.  Cualquiera diría que nos  sobran razones y ganancias para descansar de tanto esfuerzo. Mientras algunos pueden/podemos disfrutar aún de asueto tras varias jornada de trabajo, durante el último trimestre cada día 1500 trabajadores han perdido el trabajo y la necesidad de puente festivo. En Euskadi también se dispara, aunque su 12% parezca estar muy lejos del 22% de la española que goza del desempleo. A este incremento constante le acompaña la extinción paulatina del derecho de muchos a percibir el subsidio de desempleo y también el de la ayuda de emergencia social. Sorprende que con estos terroríficos índices laborales, en lugar de una salida masiva a la playa/pueblo, no haya estadillos sociales tumultuosos de indignados tipo-15M pero en las barricadas. Tal vez el tradicional apoyo familiar sea amortiguador idóneo contra la desesperación laboral junto con ese desconocido-conocidísimo 23% del PIB en negocio negro que no conoce IVA ni impuesto alguno. Quizá quienes se mueven en los puentes festivos generan riqueza y trabajo en el sector turístico, pero cuando todos los indicadores económico-financiero-laborales-sociales se balancean del rojo al negro, sorprende que en lugar de llevar estas fiestas a viernes o lunes, tengamos fiesta un martes sí y otro también. A no ser que estemos entrenando para cuando todos los días sean fiestas de paro y desesperación. 

nlauzirika@deia.com

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