Se necesita científico/a, urgente

Aunque haya quien crea que la riqueza de un país se mide por el acero o los megawatios producidos, la riqueza incuestionable está en el número de científicos-investigadores que tenga. Así, si dejamos que desciendan las vocaciones científicas tendremos serio motivo de preocupación; seguramente más preocupante que nuestra crisis económica.

Las actividades científicas divulgativas en la Alhóndiga-Bilbao con motivo de la XI Semana de la Ciencia reflejan las que se desarrollan en el mundo entero para acercar la Cultura científica a todos. La ciencia es Cultura, tanto como saber quién escribió El Quijote, porque la Ciencia no la define la materia sino el método utilizado, porque la ciencia es un todo que está en nosotros y en nuestro entorno: climatología, GPS, ecografía, antibiótico… aunque no siempre seamos conscientes de la necesidad de la investigación científica para nuestra vida cotidiana.

 Estas divulgaciones públicas resultan imprescindibles si queremos que sean conocidos y valorados los avances científicos y para que la ciencia/tecnología respondan a las necesidades de los ciudadanos y no vuelva a imperar el “¡que inventen ellos!”. Quienes lideraron el mundo siempre lo hicieron apostando por la ciencia.

 Muchos piensan que la ciencia interesa poco o nada a la sociedad porque nuestro sistema educativo-productivo estrangula la actividad científica y a los investigadores brillantes, augurando por ello un declive científico en Occidente y en Euskadi, en particular.

No parece lógica la menguante presencia de la ciencia en la educación básica ni que a los 16 años un alumno/a pueda cortar toda relación académica con la matemáticas/química/física/biología… ni que en los institutos los alumnos/as de ciencias disminuyan paulatinamente, ni que en la universidad haya “infinitamente” más en áreas de letras que de ciencias, con el consecuente descenso de vocaciones científicas.

Seguramente, durante la educación (básica o universitaria) no se potencia adecuadamente el esfuerzo ni el afán por aprender, investigar y desvelar incógnitas. No ayudan algunos científicos instalados en un pedestal, pero tampoco en los medios se juega a favor de la ciencia cuando el arquetipo del científico es el feo y extravagante de la película. No es extraño que en la crisis actual los continuos recortes en los presupuestos “de inversión” para ciencia e investigación no generen protesta popular. Así inventarán otros y nos limitaremos a pagar royalties ajenos. En un mundo tenebroso la ciencia es una buena vela y sembrar ciencia es procurarse una cosecha futura de prosperidad.

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