Próspero año nuevo

SIGUIENDO el ritual social en la anterior a esta les deseaba felices fiestas, así que ahora toca lo de año nuevo y prosperidad. Dicen que año de nieves año de bienes, y ha nevado con ganas. Pero han pasado ya unos días del flamante 2018 y ni por estas, porque para los urbanitas la nieve más que un bien necesario es un engorro en nuestros hábitos de vida y consumo con colapsos circulatorios incluidos. Así que recapitulo sobre los adjetivos claves de los christmas navideños, felicidad y prosperidad, para calibrar la distancia entre deseos y realidad, no sea que donde escribimos anhelos espirituales tal vez se lea algo mucho más material. Vamos, que la propuesta de próspero año ya no ofrezca felicidad, satisfacción, deseos íntimos cumplidos y bienestar, sino que sea mero medro económico. Los agraciados de Deusto con la lotería serían el paradigma de esta prosperidad. Además es probable que este tránsito hacia la prosperidad vaya ligado indefectiblemente al consumo.

La deuda pública española, 99% del PIB, es tan conocida como preocupante;pero no es menos alarmante la deuda privada de las familias, unos 720.000 millones de euros, 547.000 en préstamos hipotecarios para vivienda, en descenso, y el resto en créditos personales al consumo que van en aumento;como ha sucedido justo antes de navidades cuando estos créditos al consumo se han incrementado en 6.428 euros, un 25%. Minicréditos para fiestas, viajes, compras de Navidad, rebajas,…

Es probable que este tránsito hacia la prosperidad vaya ligado indefectiblemente al consumo Black Friday, Olentzero, Papá Noel, Reyes, rebajas, San Valentín… Son nuestro continuo discontinuo de referencia. Con estos datos Jeff Bezos, el dueño de Amazon, la tienda on line por antonomasia, consigue ser el más rico del mundo superando a Bill Gates, el otro ilustre supermillonario intruso en el software de nuestras casas y vidas. Que España sea el país del mundo con mayor número desmartphones es buen botón de muestra del afán de consumo como sinónimo unívoco de prosperidad.

De modo que ya no deseamos próspero año nuevo a un ciudadano ni a un trabajador sino a un consumidor, que es la categoría que estamos alcanzando partiendo de la absoluta pobreza en felicidad humana hasta las más altas cotas de la miseria consumista.

Una miseria que además utilizamos, o nos están inoculando, como índice de bienestar o de malestar, de felicidad o insatisfacción. Sin olvidar el impacto en el medio ambiente, donde la huella ecológica española es de tal calibre que ya necesitaríamos 3 Españas para cubrirnuestras necesidades consumistas. El pasado 20 de agosto ya habíamos agotado nuestro crédito ecológico para 2017 viviendo el resto de prestado hipotecando nuestro ecosistema.

El hiperconsumismo actual hipoteca nuestro propio futuro económico, el de nuestro medio y el futuro de otras especies, machacamos a países pobres para extraerles sus riquezas y poder llegar a final de año consumiendo cosas en su mayoría superfluas… Ya no sé si seguir deseando prosperidad equivale a felicidad o es fomentar literalmente el consumismo que además de hipotecar el futuro nos lleva al bienestar insatisfecho cual sísifos redivivos. Y Trump y Rajoy siguen de presidentes. ¡Puaf!

Mala española

HACE unos días llevé unos zapatos para arreglar; uno de los zapateros me dijo que los tendría para el día 12; su compañero le corrigió, “no venga porque es fiesta, pero este es peruano y no lo sabe”. Puede que para ciertas elites hispanoamericanas este día represente algo, pero para los ciudadanos de esos países, es una fiesta lejanamente oprobiosa y siendo condescendientes, una celebración ajena.

En nuestros lares, el 12-O es mera celebración militar, como si la patria, “su patria”, fuera de color caqui, o el día que desfilan cabras; me corrigen, “es el día oficial de la patria”, lo será, pero veo poco ciudadano desfilando con júbilo patriotero. De hecho, el pasado 12-O no celebré el día de la hispanidad, sino un día libre laboral, como miles de ciudadanos de a pie; no me gusta mucho celebrar el inicio de genocidios, conquistas, esquilmas…, y menos en nombre de la cruz blandida en una mano defendida con la espada en la otra.

Mala española. De esta introducción puede deducirse que lo soy, aunque en realidad me llamaron “mal español”, para delante de seis personas rematar el escupitajo patriotero, “eres una asesina como ellos”. Habían liberado a de Juana Chaos y ante su insistencia sobre mi opinión, respondí que le habrían liberado porque habría cumplido la pena. Empezó el acusatorio y menos guapa escuché de todo, especialmente mala española, hasta ser acusada de asesina, perdón, “asquerosa vasca asesina”, como si yo en persona hubiera matado a Carrero Blanco y a Manolete, juntos y el mismo día. Sigo dando los buenos días a quien me tildó de asesina, porque quien no ha usado ni tirachinas contra un gorrión no tiene mucho miedo a injurias ni bravatas.

Ya estoy acostumbrada a deletrear como si fueran chinos mis apellidos ante recepcionistas (españoles) que recogen nombres y apellidos alemanes o polacos con diligente precisión; al parecer mis españolísimos apellidos se les atragantan.

Aún hoy hay quien me dice (analfabetos titulados) que el euskera es un dialecto del castellano o un invento del nacionalismo.

Se me encaran por no desear que gane su Real Madrid (et al.) ante un equipo extranjero, cuando es simplemente porque no me gusta el fútbol y menos el patrioterismo futbolero; y porque puestos a ser representativo, ¿cuántos españoles juegan en esos españolísimos equipos…? “ni la mitad” me susurran. Vamos, como la españolísima Garbiñe Muguruza, que ingresará 12 millones de euros pero los tributará en Suiza ¿Española? Sí, como los papeles de Panamá.

Si mi lengua y mis apellidos les son extraños, si mi derecho civil es secundario al suyo, si mis sentimientos son ninguneados como antiespañoles, si sólo existe la patria de la cabra y de los buenos españoles, ¿qué puede hacer una mala española?

Evidentemente ser español no es problema con quien te deja ser como eres, pero si a la menor desviación de su único y uniforme sentir patriótico te llaman “mal español” comprenderán que muchos, y no solo catalanes, miren cada 12-O con más anhelo la puerta de salida. ¡Podría ser el camino! Así lo entendieron mucho antes que yo los súbditos de otras provincias españolas: cubanos, peruanos, colombianos…