Talento sin recompensa soci

ESFUERZOEn el mundo financiero si combinas traje con zapatos marrones ya te puedes ir despidiendo de ascender en el escalafón aunque tu inteligencia y productividad sean brillantes. Los banqueros, al menos los británicos, te considerarían poco apto para tratar con clientes de calidad.

Con setiembre han vuelto las carpetas, mochilas, autobuses escolares y las ilusiones por aprender; bueno, es lo que se supone en un estudiante, como el valor en el soldado.  Y con su ilusión llega también el catón del talento. Dotada medianamente de una mediana capacidad, siempre pensé, o quizá me hicieron creer, que el talento podría abrirme todas las puertas sociales, o al menos algunas. Pues no, al parecer se equivocaban mis tutores y el talento no garantiza el triunfo social. Combinar bien la ropa, la forma de expresarse o moverse, un buen corte de pelo o el color correcto de los zapatos… es decir, la imagen personal y algunas habilidades sociales son más determinantes en el éxito social que un CI-180, centenares de horas desgastando codos y un currículum sobresaliente.

Al menos esto concluye una investigación realizada en la Universidad Royal Holloway de Londres y en la de Birmingham entre los aspirantes a líderes financieros. Y ¡oh casualidad! resulta que esas cualidades están mucho más presentes en los vástagos de las élites, extractivas supongo, que en los/las de las clases medias/bajas. Algo que se hereda más que en la genética en la epigenética social, porque las cualidades que no sean el talento se adquieren en selectos colegios privados, muy caros por supuesto, donde entrar es patrimonio de unos pocos, los ricos de siempre.

De modo que si las empresas financieras (y de otros ámbitos empresariales) eligen para los puestos de mayor prestigio y remuneración siguiendo esos criterios, terminan prefiriendo a los “niños bien” que han estudiado los “buenos modales” y a usar zapatos negros en esos colegios de y para élites.

Así  que el adagio popular “tiene más el rico que empobrece que el pobre que enriquece” no sólo es cierto, sino que un pobre, aunque sea listo y talentoso, difícilmente pasará el Rubicón de la excelencia si no asiste a los colegios de élite para los que no tiene dinero, por lo que ya nace condenado de antemano a ser un segundón. Si quisiera dar el salto solo le quedaría para enriquecerse el “encontrón o robón”, vamos, jugar a la ruleta (¡ojo! siempre gana la banca) o meter la mano en la caja un rato tipo Rato.

Si la investigación atina también aquí, explicaría por qué en España se da la mayor tasa de abandono de los estudios y porque se repiten generacionalmente tanto los apellidos de banqueros, políticos, militares  y otros prohombres. Ya sabía de su endogamia, pero no que su éxito derivara de evitar los zapatos marrones en el atuendo laboral. Lo llaman talento social.  

Justicia social

 

VOX POPULI Bajo el difuso legal pero archiconocido eslogan “Hacienda somos todos” ya he(hemos) recibido la información para realizar la declaración de la renta de este año. Es como la penumbrosa pesadilla del confesionario en versión financiera obligatoria anual pero sin Pascua de Resurrección. O sí, cuando el sistema compensatorio del equilibrio social funciona. Así que miro los impresos, luego miro el mapa de Panamá, Andorra, las islas Seychelles… otra vez los impresos y pienso en Sorias y Urdangarines, pero también en Almodóvares et al, clubes de futbol… y en el black-B que pagué en la manicura, al albañil, al abogado y en el tomaycalla del chófer … sin olvidar los 253.000 millones€ (23% del PIB) que según la Asociación de Técnicos del Ministerio de Hacienda(Gestha) circulan en España fuera del radar fiscal. Hace cuatro años me explicaba iracundo un agricultor mediano propietario su asombro por tener que pagar (decenas de miles de euros) por el IVA que no había declarado los tres años anteriores. Nunca lo había hecho y además de sorprendido estaba cabreadísimo ante la tamaña injusticia que le hacían “esos políticos chupones y derrochadores”. Lo comentaba sofocado mientras inspeccionaba un granero nuevo levantado por una cuadrilla de rumanos (sin regularizar como luego supe), sin contrato ni declaración de obra. Semanas después se torció y rajó una pared; no sé a quién y dónde reclamaría. Como esforzado trabajador (y lo es) consideraba de total justicia cobrar la subvención de la PAC, pero no comprendía que de su esfuerzo tuviera que dar dinero a nadie… para la carretera que usaban sus máquinas, para la escuela y maestros de sus hijos(as), para la luz o el agua subvencionadas que le llegaban a casa, para la guardia civil a la que acude cuando le han robado grano, o para la médica que él decía se hacía de oro cobrando sueldazo de funcionaria mientras él tiene que sudar mucho para que la cosecha sea productiva ¡Qué pague el Estado¡ era el eslogan favorito de este agricultor extraterrestre. Difícil explicar hasta convencerle de la necesidad de pagar impuestos para mantener la estructura social; más difícil razonárselo cuando ve que sus dirigentes (fue votante del sr. Aznar) empezando por la familia real hasta el frutero de la esquina, hacen cuanto pueden (legal/alegal la mayoría e incluso ilegal) para dar esquinazo al fisco. Como remate final, mientras carga el tractor con gasóleo subvencionado por el “Estado-otros”, remacha “si legalizo a los rumanos y pagos sus derechos laborales no me vienen, y si declaro la obra entera me toman por tonto porque ni el alcalde lo hace”. Pequeños émulos de Pujoles/Aznares/Sorias/Matas y Urdangarines. Si el bueno del Lazarillo de Tormes levantara la cabeza ¡cuánto aprendería! Y yo con mi declaración todavía sin hacer.