Requiém por la misa

Misa

Los que tienen razón son los únicos que la pierden; pero también en ese trance hay que ser dignos. Los dirigentes de Podemos tienen argumentos para pedir la supresión de la misa en TVE: es una incoherencia en un país aconfesional. Sin embargo, la eucaristía en la tele es una tradición y las tradiciones son lo último en morir. Yo lo veo así: quienes siguen este rito en las pantallas son personas mayores, enfermas o discapacitadas que lo viven como un consuelo. Quizás la misa televisada resulta tener algo de obra social. Creo que es mejor dejarla y que ocurra en las cadenas públicas lo que es realidad en las iglesias: que se queden vacías de fieles y curas y se llenen de telarañas. Es un asunto clamorosamente marginal.

Salvo milagro o dictadura, en pocos años no habrá culto los domingos y fiestas de guardar, ni siquiera para bodas y funerales que se han refugiado en ayuntamientos y tanatorios, donde han aprendido a ser solemnes y ceremoniosos. ¿Qué haremos entonces con templos y catedrales, joyas de la arquitectura? Supongo que las convertiremos en museos y salas de conciertos desacralizados. Y un día, sin que nadie la eche en falta y sin mediar el apocalipsis, la misa se habrá acabado, como acontece con todo lo inservible. Y, de paso, ahorraremos recursos. A ETB cada misa le sale por unos 3.000 euros, como la de ayer en Zumárraga. A los gallegos les cuesta 5.400 euros. TVE, que incluye en su presupuesto espacios para evangelistas, judíos y musulmanes, la factura anual por oficios religiosos alcanza los cuatro millones, demasiado para una sociedad empobrecida y, de hecho, laica.

Tenga cuidado Podemos -cuyo líder, irónicamente, se apellida Iglesias- con tentar al diablo, porque sus ansiedades provocaron audiencias históricas el último domingo. En España enseguida se apuntan al desagravio, como lo hacían en la plaza de Oriente con Franco cuando se rebelaban los vascos o los gobiernos europeos retiraban sus embajadores. A Dios lo que es de Dios, que ya es bastante. Hay que ver la cantidad de hipócritas que ha creado.

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Un comentario en «Requiém por la misa»

  1. ¿Cómo compaginamos acondefsionalidad y libertad religiosa?

    Teóricamente, la televisión pública no debería emitir programas religiosos; porque, además de la misa, no olvidemos que hay otros programas de corte confesional.

    Hay que ser coherente, al menos: o no se da ninguno o se se da voz a todas las religiones. Yo no emitiría ninguno.

    De todos modos, no creo que la cosa cambie y vamos a seguir viendo en la televisión pública programas católicos, protestantes, judíos, musulamanes, científicos…

    Gente que nos quiera decir lo que debemos pensar y que pretendan convencernos de que tienen la verdad absoluta no nos va a faltar. Lo mejor, no hacer ni caso a ninguno.

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