¿Por qué nos gusta tanto el descaro?

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A los treinta años, Los Simpson están en declive en audiencia y creatividad. Los adolescentes que en 1987 (1992 en España) vieron por primera vez los episodios de la familia amarilla, hoy son cincuentones y no están para ironías. El mundo ha cambiado, seguramente a peor. Los habitantes de Springfield nos trajeron aire fresco y una visión crítica de nuestros valores. Fueron una sorpresa y rompieron los estándares de la animación en la tele. En torno a Homer, Bart, Marge y Lisa se formó una legión de seguidores que se dejaron influir por su propuesta gamberra, sutil y soez a partes iguales. Desde entonces, ha logrado 160 premios y el aplauso universal; pero su vida se apaga y pese a sus continuas reinvenciones apenas le queda cuerda para cinco años más. Morirá completamente exprimido.

Sobre Los Simpson se han construido muchas teorías, de la religión a las matemáticas, pasando por la música y el poder. Les han atribuido las más extrañas conspiraciones y hay quien los percibe como una amenaza del pudor y las buenas costumbres. Sin embargo, el tinglado gualdo es una producción de la ultraconservadora Fox, cadena de cabecera de Trump y su principal valedor mediático. En España es la derechista Atresmedia quien posee sus derechos. Creo que es la idea genial de un solo hombre, Matt Groening, quien tuvo la inspiración de hacer del descaro un relato de los norteamericanos, proyectado al resto de los humanos. La desvergüenza es la sustancia de todo, los personajes, el tipo de dibujo, la ciudad imaginaria y las historias. Groening adivinó nuestra furia y repugnancia contra las normas cotidianas. Es lo máximo a que llegó para formular una rebelión que no alterara el sistema. Y ahí nos encontró a todos, jóvenes y añosos.

¿Quién sucederá a Los Simpson? Supongo que alguien que comprenda la naturaleza de los niños y su inocencia malvada para reírse de todo y que, además, le toque las pelotas al aburrimiento y la indecencia. Con los talibanes y los jueces criminalizando el humor se necesita una revuelta de ingenio, demoledora.

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El profesor Uriondo y el «Club de los Poetas Muertos»

EL FOCO

Onda Vasca, 20 abril 2017

Portada El foco

Esto no es una película, ni una historia cualquiera de ficción. Ha ocurrido y está ocurriendo aquí, en Bilbao, una ciudad de Euskadi. Su protagonista es un profesor de la Facultad de Ingeniería, de la Universidad del País Vasco, UPV-EHU. Se llama Felipe Uriondo e imparte la asignatura de Electrotecnia. Uriondo es un profesor único. Además de dar las clases que tiene asignadas por su departamento, dedica las tardes de los viernes, de 6 a 9, cuando todo el mundo se ha lanzado a la vorágine del fin de semana, a impartir clases de apoyo a los alumnos. A sus alumnos y a los de otras clases. Nadie se lo manda ni impide a ningún alumno, venga de donde venga, que participe de sus clases. Son clases de refuerzo de una asignatura endemoniadamente difícil.

Y no solo eso. El profesor Uriondo ha creado una plataforma virtual con sus apuntes y problemas resueltos, que los alumnos de la asignatura pueden consultar libremente desde sus casas. Y ya, llegando a lo prodigioso e increíble, Uriondo facilita su teléfono móvil a los alumnos para que estos puedan llamarle para hacerle alguna pregunta y aclarar dudas. ¿Puede ocurrir algo más increíble en nuestra Universidad pública? A mí me parece, que Uriondo es la reencarnación del profesor John Keating, personaje central del libro y película “El Club de los Poetas muertos”, la historia del profesor que quiso ir más allá de lo que el sistema educativo, con sus mezquindades y limitaciones de concepto, le podían permitir y finalmente le expulsaron del Colegio. Porque era una amenaza para todos. Demasiada entrega a los chicos, demasiada creatividad, demasiada implicación. Todo demasiado para un modelo educativo obsoleto y sindicalizado.

Como al profesor Keating, a Uriondo sus compañeros del departamento de Electrotecnia le han dicho que tenía que cesar de implicarse tanto con los alumnos y alumnas. Porque eso les dejaba en evidencia. Porque el sistema no lo tiene escrito en sus estrictos protocolos. Y le han derrotado. El mismo lo ha declarado en un mensaje de correo electrónico enviado a sus chicos y chicas: “Lo siento, me han vencido”. Y les anunciaba que “con todo el dolor de mi corazón” tenía que renunciar a dar esas clases de refuerzo- Y lo que es aún más trágico, ha tenido que renunciar a impartir la asignatura el próximo curso. Muy bien, ya tiene la Facultad de Ingeniería de Bilbao, sus compañeros del departamento de Electrotecnia y la Universidad del País Vasco el cadáver del profesor Uriondo sobre la mesa. Enhorabuena. Pido una ovación para ellos.

Con lo que no contaban la Facultad, el departamento de Electrotecnia y la UPV es con la rebelión del alumnado. Ochocientos alumnos de la Facultad, más del doble de los que reciben la materia, han firmado un comunicado como apoyo cerrado y total al profesor Uriondo, del que destacan su implicación con el alumnado y la calidad de sus clases. Los alumnos requieren a la dirección de la Facultad que se permitan continuar las clases de refuerzo. No existe nadie más agradecido que un alumno hacia su profesor, un agradecimiento que, como las grandes emociones, duran toda la vida.

El profesor acosado por sus compañeros es uno de los mejor valorados por sus alumnos. En las votaciones de valoración, sus alumnos le otorgan el nivel de sobresaliente, muy inusual en la Universidad. Se sabe también que los alumnos de Uriondo obtienen mejores calificaciones que otros alumnos con otros profesores. Incluso aquellos alumnos que no eran propios de Uriondo pero que acuden a sus clases de refuerzo de la materia mejoran sus notas. ¿Y qué dice la Universidad ante la derrota del profesor por sus compañeros de Departamento? Pues que va abrir un expediente informativo y ha enviado a un letrado para recopilar datos. ¿Pero qué más información necesitan? Tienen la nota de apoyo al profesor de 800 alumnos de la Facultad. Tienen los datos de sus clases de refuerzo. Tienen la implicación del profesor. Tienen el tiempo personal que dedica a todos ellos, sin que nadie se lo reconozca. Tienen su eficacia como profesor, que hace comprensible una materia muy compleja. Tienen su derrota. ¿Qué más quieren? Quizás quieran crucificarlo junto a San Mamés, a la salida de la Facultad.

Cuidado con lo que vaya a decidir la UPV. Mucho cuidado. Porque está algo más en juego que la estricta mezquindad de los profesores compañeros de Uriondo. Está en juego el honor profesional de un profesor ejemplar. Está en juego la autoestima de la Universidad y de su propio espíritu, ese espíritu libre y crítico al que tanto se apela y que después nadie practica. Está en juego la posición unánime de los alumnos. Está en juego la democracia en la misma casa del conocimiento. Está en juego el respeto a la labor docente, que es el núcleo de la enseñanza. Está en juego que la UPV se convierta en un recinto de mezquindad solo porque un profesor supera los estándares de su pelado trabajo. Está en juego que la Universidad pierda a un gran profesor, además de humillar a una gran persona. Todo eso está en juego. Así que mucho cuidado con lo que van a hacer, no vayan a cargar contra el inocente y dejar escapar a los miserables compañeros, profesores de horario fijo y estricto contrato, seguramente de esos que en Ingeniería se jactan de suspender a casi todos sus alumnos. Porque esa es la vieja universidad autoritaria que tantos mutilados intelectuales y fracasados ha dejado a lo largo de décadas

Si habría que expedientar a alguien es a esos cinco profesores del área de Electrotecnia que se han quejado a su compañero por pasarse de la raya. Sí, por pasarse de más por sus alumnos y cumplir con su trabajo más allá del deber. Uriondo es la imagen patética del profesor Keating, el héroe de sus alumnos, el benefactor de los jóvenes, el que cambia el mundo desde un aula. Uriondo no quiere premios, ni siquiera necesita estas palabras mías. Solo pide que le dejen enseñar. ¿Se lo va a negar la UPV o le expulsarán como un perro como al profesor Keating?

             ¡Hasta el próximo jueves!

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Sin misterios no hay paraíso

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Sin misterios no hay paraíso. Si renunciamos a los márgenes de error que nos son propios como seres humanos y nos negamos a aceptar que hemos de equivocarnos para vivir, nada tiene sentido. El fútbol quiere ser perfecto. No le basta con ser el mayor espectáculo de masas del mundo y la gran maquinaria de control sociológico de la historia, sino que ahora quiere, con ayuda de los ojos que todo lo ven y nunca fallan, convertir las decisiones del juego en certezas absolutas. Muertos los mitos, hemos de inventarnos al juez supremo, el único e indiscutible. El videoarbitraje, llamado VAR, ha comenzado a implantarse y es posible que en un par de años se decrete su obligatoriedad en las competiciones de élite. Si el futbol ha de sufrir las consecuencias de esta deshumanización, para la tele será un mazazo. 

El videoarbitraje expulsa del campo de juego la soberanía del fútbol. De momento, se limita a jugadas de gol, penaltis y tarjetas rojas; pero una vez traspasada la responsabilidad a la clarividencia tecnológica, todo quedará en manos -es un decir- de un robot. Aparte de que el ritmo del espectáculo se paralizará para consultar a la sabiduría de las cámaras, se aplazarán las emociones de los espectadores. Es un absurdo antinatura. No se puede detener la vibración de la vida por tener garantía de acierto: el precio es demasiado alto. ¿Están seguros los dirigentes del fútbol y los dueños de las cadenas de lo que van a hacer? ¿No es el videoarbitraje el caballo de Troya, con la misión de destruir por dentro el deporte y el filón de oro de la tele de pago?

“Vayan acostumbrándose a esto”, dijo el locutor del amistoso Francia-España, jugado en el estadio de Saint-Denis el pasado 28 de marzo, después de que el VAR anulase un gol a los galos y diera por válido un tanto de los españoles. Su augurio sonó como una maldición. Prefiero mil veces quedarme con la duda de si los árbitros favorecen al Madrid y Barcelona que aceptar una verdad artificial. Se trata de reconocer la eficacia de las dudas: unas nos impulsan, otras nos paralizan.

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La Línea 3 y el desarme

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Allí estaba la tele, a las 8:11 del sábado, en el instante que los verificadores internacionales recibían la geolocalización de los arsenales de ETA y la relación de armas, explosivos y demás material mortífero. Compareció la televisión vasca, ETB1 y ETB2, cumpliendo su mandato de servicio público y su responsabilidad social, y no dejó de informar y comentar sobre los hechos en directo hasta las tres de la tarde, cuando todo se había cumplido sin sobresaltos. Las cadenas españolas, incluida La Sexta, siguieron con su rutina -concursos y simplicidades- como si la cosa no fuera con ellos, mientras los canales extranjeros se ocupaban de los 59 misiles Tomahawk lanzados por Trump sobre Siria y las consecuencias del atentado yihadista en Estocolmo. La realidad se mide por lo que a cada a uno le conciernen los acontecimientos, lo que pone de manifiesto que los intereses vascos equivalen, aproximadamente, a la indiferencia de España. Nuestro mundo no es de este reino.

Fue una mañana de contenciones: aliento contenido para que nada extraño arruinara la delicada operación; y palabras contenidas, que Jonan Fernández, Secretario General para la Paz y Convivencia, había suplicado el viernes en La Noche en Jake. Casi lo estropean José Félix Azurmendi y Gorka Landaburu, enredados como dos cascarrabias en aburridas batallitas del pasado. Incomprensible el empeño de Xabier Lapitz, cada día menos moderador, en calificar de histórica la jornada, trascendente, ma non troppo. A lo más, era el penúltimo acto del final de partida de 2011.

El desarme televisado nos proporcionó un sinfín de simbolismos, destacando el inmenso Ram Manikkalingam, verificador, e Iñigo Urkullu, lehendakari, impresionante en su poder de sobriedad y transmisor de emociones contenidas. Y la patética soledad del PP. Lo histórico, con más sentimiento en la calle que el tardío adiós a las armas, aconteció horas después en Bilbao con la apertura de la línea 3 del Metro, una preciosidad que nos sobrepasa de orgullo. Todo importa, pero más el presente que la historia.

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Bilbao, pasión por el Metro

EL FOCO

Onda Vasca, 6 abril 2017

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Al borde de la Semana Santa, este sábado, 8 de abril, Bilbao pondrá en marcha la línea 3 del Metro, un acontecimiento que lejos de tener el sentido fúnebre de la pasión cristiana, adquiere tintes de entusiasmo y fiesta ciudadana. En Bilbao y en su metrópoli, que reúne a más de un millón de habitantes, se ha desatado la pasión por el Metro. Bilbao ama su Metro con auténtica pasión.

El Metro de Bilbao es uno de los símbolos de la regeneración urbana de la capital vizcaína, un proceso titánico que, en apenas 20 años, ha transformado la ciudad, pasando de industrial y gris a ciudad moderna, cosmopolita insertada en el conocimiento y la tecnología. Bilbao es ejemplo en el mundo de cambio y adaptación de su economía y modelo urbano. Símbolos de este cambio son, principalmente, el museo Guggenheim, con su increíble arquitectura; la regeneración de la ría del Nervión, un obrón monumental que los bilbaínos pagamos con sacrificio y muchísimo dinero; el Palacio de Congresos Euskalduna, recientemente declarado el mejor del mundo. Y el Metro, que ha revolucionado la movilidad de las personas. A efectos prácticos, Bilbao se siente identificado con el suburbano y agradece su puntualidad, limpieza y buen servicio.

La pasión por el Metro comenzó en Bilbao un 11 del 11 a las 11. De 1995. No sé por qué eligieron estos dígitos. Me gustaría saberlo, quizás fue pura casualidad y un guiño numérico de los rectores del transporte de entonces. Recuerdo en su construcción la canalización de su recorrido bajo el lecho del río Nervión. Aquella operación de ingeniería fue alucinante. Luego llegó la Línea 2, la de la Margen Izquierda, hasta Santurtzi. El Metro abrazaba así las dos márgenes de la ría. El Metro es el gran cohesionador de Bilbao y su metrópoli. Pero el Metro no ha dejado de crecer, hasta llegar a Extebarri. Y si ha crecido ha sido por la apuesta de Bilbao y Bizkaia por este medio de transporte. Amamos el Metro, qué le vamos a hacer.

Y este sábado, por fin, tras años de trabajos y enormes molestias de los vecinos de la zona por donde va a transcurrir, se abre la Línea 3. En pocos datos, la nueva línea tiene siete estaciones, ofrecerá conexiones ferroviarias cada 7,5 minutos entre Etxebarri y Matiko y atenderá a una población de más de 70.000 personas. La dificultad técnica de su construcción estriba en que transcurre por los barrios altos del norte de la ciudad, y un ferrocarril no puede alcanzar desniveles excesivos. Lo que implica accesos muy profundos, largas escaleras mecánicas y ascensores potentes. Nos ha costado 280 millones de euros. Las siete estaciones mantienen la tipología de diseño que configurara el arquitecto Norman Foster, una bendición para esta ciudad y a quien los bilbaínos agradecen con ternura su trabajo llamando “fosteritos” a las marquesinas exteriores del Metro.

Lo diferente de la línea 3 es que su gestión pertenece a EuskoTren, la red ferroviaria pública vasca. Los trenes no llevarán la identidad naranja de las otras dos líneas. Serán azules, un azul claro como color corporativo. A efectos prácticos, los viajeros no notarán distinto del servicio que recibían hasta ahora. Es el mismo Metro. ¿Y por qué lo gestiona EuskoTren? Se trata de una decisión técnica, porque este tramo del Metro se va a conectar con los actuales trenes que unen con el Txoriherri, hasta la fábrica del fútbol, Lezama. Además, servirá de conexión con los viajeros procedentes o con destino a Bermeo y Durango. Y, lo que es más importante, enlazará con la futura línea al aeropuerto de Loiu, tras horadar el monte Artxanda. Es una línea en proyecto y que muchos agradeceríamos, porque todas las mejores ciudades del mundo tienen enlace con su aeródromo. Tendrá que esperar porque la crisis económica sigue instalada entre nosotros, aunque menos, y hay otras dos líneas que esperan su oportunidad.

Sí, en Bilbao se ha desatado la pasión por el metro. El mismo día que se anunciaba la fecha de apertura de la Línea 3, los vecinos y vecinas de la zona sur de Bilbao, salieron a la calle para reivindicar la Línea 4. ¿Cuál es el trazado de esta soñada Línea? Su trazado previsto es que enlace la estación de Moyua, de la Línea 1, con el barrio de Recalde, enlazando en su camino con Miribilla, Zabala, Uretamendi, Betolaza, Peñascal, Irala, San Adrián, Torre-Urizar y Zabalburu, zonas en las que viven unas 75.000 personas. Con esta línea, se cerraría el anillo del suburbano. ¿Cuánto tiempo nos llevará este proyecto? No lo sabemos, pero ya calculamos que nos costará unos 370 millones de euros, bendita inversión para una pasión compartida.

Pero la pasión no termina ahí. Está la Línea 5, la que demanda y se ha prometido a Galdakao. Se trata de la conexión desde Etxebarri en dirección este hacia Galdakao y el Hospital de Usansolo. Hace falta esta línea. No ya por la pasión que despierta el Metro, sino porque el servicio al hospital es una prioridad social. Parece que hay un nuevo estudio para su trazado. Es un problema de recursos. No hay para todo ahora.

Si yo viviera en Amorebieta o en Enkarterri y zona minera, o Lemoa o Durango, o en Ermua, o Armintza o en la divina Elorrio me dejaría llevar por la misma pasión que tiene enloquecido a Bilbao y su metrópoli y comenzaría a reivindicar la llegada del Metro a mi localidad. Pediría que toda Bizkaia quedaría “metrificada”. Y ya, de paso, que enlazáramos por Eibar la conexión ferroviaria rápida de Bizkaia con Gipuzkoa. ¿Y la ansiada conexión por Metro con la Universidad en Leioa? Que nadie se quede sin Metro.

Se supone que el Metro es una alternativa a los coches y un medio de transporte ecológico y sostenible. Pero es muy caro. Somos un país de orografía irregular. Somos un país de altos y bajos, de ríos y montes, de pueblos y ciudades dispersos. Y no somos muchos, menos de tres millones. Pero sentimos que estamos haciendo algo grande y que queremos que no se detenga. ¿Próxima estación?

¡Hasta el próximo jueves!

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