El hada madrina

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Hoy he ido al dentista. Como la cosa iba para largo, el colega me ha puesto tres  inyecciones de anestesia y me ha dicho que me diera una vuelta hasta que me hiciera efecto, y que , por supuesto, no me comiera mi tortilla de patatas habitual para no hacerme la típica escabechina indolora.

He salido notando ya que se me bloqueaba media cara y como no me apetecía caminar, he entrado en una pequeña librería que no conocía.

No había muchos libros, pero enseguida me he dado cuenta de que todos eran de esos que se llaman de fondo de librería: clásicos griegos y romanos; obras fundamentales de la tradición oriental; una colección completísima de literatura inglesa y francesa; otra más de literatura española y tres baldas de textos en euskera.

No había ninguna sección de novedades y el mínimo y máximo común denominador de autores y autoras era que estaban muertos… En ocasiones hacía muchos siglos.

Desde el fondo, refugiada en una especie de cubículo, rodeada de libros y papeles, una joven muy delgada de rizos rubios  me observaba atentamente. Parecía que le había sorprendido mi presencia.

Por decir algo, me he acercado hasta ella, y le he preguntado dificultosamente por El oráculo manual de Baltasar Gracián. Ha sonreído y ha dirigido su mirada hacia la izquierda. He encontrado el pequeño volumen fácilmente y he estado repasando un texto que casi me sé  de memoria  : la cuestión era ganar tiempo y ver si pillaba un perfil, un escorzo…Pero nada. No se ha movido y ha estado siguiendo mis movimientos con una mirada reposada.

Luego he tenido que salir casi corriendo , para no perder mi cita. Mientras sonaban ruidos secos y  remotos y vibraba  toda mi cabeza, no he podido olvidarme de la librería y de su librera: la joven se me aparecía flotando entre nubes en cuanto cerraba los ojos.

Así que, una hora después, ya de nuevo en la calle, me he lanzado hacia el callejón  que tenía muy bien localizado.Para mi sorpresa, la librería en la que había estado no existía y en su lugar , sobre unos tablones, había un cartel hecho jirones. Decía : CONFECCIONES EL HADA MADRINA.

 

Publicado por

Vicente Huici

Sociólogo, neuropsicólogo y escritor.

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