Las «felipadas» del Alameda y la justicia distributiva

Felipadas

El desayuno de los martes de hoy se ha transmutado en amaiketako y ha recalado en  el Bar Alameda, en el que hemos degustado sus felipadas picantes y no-picantes acompañadas mayormente de cerveza sin alcohol ( ¡Hay que ver lo conseguidas que salen!) .

Mikel , de la facción de las felipadas picantes, nos ha elevado desde el principio el punto de mira, pues ha relatado un sueño en el que las crisis de los partidos de izquierda se resolvía con la refundación de la I Internacional en la que socialistas y anarquistas volvían a compartir txoko, asumiendo cada facción sus debilidades y todas las bobadas , torpezas y hasta  crímenes organizados que llevaban en su mochila.

La estupefacción ha sido total, pero Marta le ha seguido la cuerda manifestando su deseo de que  en este 2017 que comienza, los varones retomemos las discusiones de los años ochenta del siglo pasado y nos dediquemos a construir también nuestra perspectiva de género, como han hecho algunas mujeres.  Yo me he posicionado  rápidamente a favor, en recuerdo ,sobre todo, del desaparecido amigo Josep Vicent Marqués que ya se percató de  que había que hacer algo así antes de que viniera toda esa blandenguería celestial de la inteligencia emocional y la metrosexualidad.

Patxi, fiel a su «No futur» colectivo, ha comentado que todo lo anterior le parecía muy bien, pero que la liberación será personal, o sea, particular, o no será y que por eso, precisamente por eso, el arte es la única vía alternativa, pues, a pesar de todo lo que pueda parecer , el arte continúa dirigiéndose a  cada uno y a cada una…»hasta el Realismo Socialista», ha concluido.

A Laura todo lo anterior le ha parecido la consecuencia del mucho  comer y el mucho beber de estas fiestas. No se considera , ha dicho, particularmente convencional pero, ha añadido,  que cuando el listón de las conversaciones se pone a la altura de hoy, «parecéis una cuadrilla de jubiletas recordando una Guerra de Vietnam en la que no pudisteis, por edad, participar…»

Todos nos hemos reído. Es cierto, ni en la guerra de Vietnam, ni en Mayo del 68… Koldo no ha  dicho nada, convencido de la inutilidad de las utopías y de las contra-utopías: debería haber salido filósofo nihilista y no psiquiatra. Y como toda  intervención ha apurado su cerveza – siempre  de doble malta .

«¿Por cierto,tú  no sueles tener unos bolos por ahí ?» ha preguntado  a continuación señalando la Alhóndiga / Azkuna Zentroa. «Tenía,sí, y tendré si los presupuestos municipales  al respecto no van para abajo y se mantiene la Letra Eskola»…» Pues que pongan  multas a los ciclistas que van por las aceras, que se forran». ¡Ah , Koldo! ¡ Tú eres de los míos! ¡ Todavía creemos en la justicia distributiva!

Ante diem IV Idus Ian. Anno MCDLXX ad Bilbao condita

Publicado por

Vicente Huici

Sociólogo, neuropsicólogo y escritor.

3 comentarios en «Las «felipadas» del Alameda y la justicia distributiva»

  1. Ez Vietnam-en, ezta Maiatzean ere ez (are gutiago 100. Urrian) baina beharbada, eta ziur aski bai, Pedro Ibarraren anti-franquismoaren memorian agertzen zaretela. Iruditzen zait behin baino gehiagotan egin duzuela hitz, oroitzapen horietan agertzen diren zenbait gaietaz. Honela hasten da: De qué va la historia. En este libro se cuenta lo que ocurrió en Euskadi en la confrontación social y política que se dio contra la dictadura franquista, desde los finales de los 60 hasta el año 1976. Relato cómo y por qué me metí – nos metimos Carmen y yo – en esa lucha.» Inoiz esan duzu zure «disko gogorra» 70. hamarkadakoa dela; zenbait «zirkuitu integratu»-ren gako, liburu argigarri horretan azaltzen direlakoan nago. Eskerrik asko «egin zenutenagatik» eta egiten duzuenagatik!

  2. Conocí las felipadas en el 68, probablemente mayo, cuando salía de clase de 4º de bachiller en la esquina y, cruzando la acera, nos reuníamos los amigos del Cole en el Alameda. Hace poco volví y elegí las no picantes por lo de la edad de mi estómago. Seguían allí imperecederas con el mismo sabor, entonces con refresco y ahora con caña de cerveza, entre tertulias sobre el Athletic, historias de padres a hijos, bilbaínos todos, algunos de adopción, pero sin chavales de Santiago Apóstol.
    En Bilbao deberían poner una calle a las felipadas, porque el Alameda ya tiene varias calles.

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