Taormina parece ser de entrada como un Pals elevado a la quinta potencia. Es de hecho una de las localidades más visitadas de Sicilia y por ella transitan diariamente cientos de personas entre tiendas de souvenirs, heladerías y restaurantes. La tradición al respecto le viene de lejos, de cuando , desde el siglo XVIII, se convirtió en un lugar » per gli inglesi o i tedeschi» ( aristócratas, por supuesto.
Sin embargo, luego todo resulta estar bastante ordenado. La ciudad está cerrada al tráfico y los automóviles deben dejarse en varios parkings cercanos para después acceder al centro en pequeños autobuses- lanzadera.
Por lo demás, y más allá de lo dicho, hay un teatro griego bellamente reconstruido que todavía se utiliza y que tiene como fondo la amplia bahía sobre la que se levanta el casco histórico.
Es en fin, una muestra de turismo controlado, a diferencia de las próximas grutas de Alcántara, tan famosas como petadas de automóviles y gentes en neopreno.
Aún así los modos y las formas tan educados de otros lugares de la isla parecen irse perdiendo ante el estrés de la nueva – y ya vieja- industria.
Ah , y por cierto, ayer, a la salida hacia la carretera de la costa,dos coches se habían dado una buena torta .Y mientras los conductores discutían ágriamente, una señora, como si fuera en una escena de Rossellini, pedía a gritos la extremaunción para su marido- uno de los viajeros – sin que pudiéramos saber si estaba mal por el accidente o por el susto..Y , Luigi saltó de nuestro coche y acercándose, le dió una perfecta absolución en latín – » Ego te absolvo a peccatis tuis…» – para sorpresa de todos menos de la Florio.
El señor en cuestión no se murió pero la señora quedó muy aliviada…Y, claro, para hoy tenemos tema,en el sentido más clásico del término…
