Como si sigo con el «tema» que mayormente nos informa corro el peligro de sentirme sucesivamente un hugonote radical rodeado de católicos recalcitrantes y un católico radical rodeado de hugonotes recalcitrantes, he decidido esta mañana dar un paseo a cuerpo gentil bajo esa lluvia torrencial que nos acompaña.
La experiencia ha sido tan drástica como catártica y de hecho , al volver a casa no me ha reconocido ni el portero. Una vez cambiado de ropa – y convenientemente escurrida la anterior- he comprobado frente al espejo que yo mismo me resultaba irreconocible y no sólo por mi aspecto deplorable sino, y sobre todo, porque me he sentido con la capacidad renovada de hablar de temas intrascendentes, menudos, totalmente alejados de los Grandes Avatares de La Historia del Mundo Mundial y , en fin, vulgarmente cotidianos al decir de Berger & Luckmann. Y me he sonreído encandilado por mi propia y boba sonrisa. Y, lo mejor, además me ha gustado.
Así que ahora ya estoy en condiciones de proponerte, querido lector, querida lectora, un nuevo pacto: no te daré nunca más la tabarra en clave trascendental ni sobre la familia, ni sobre el municipio ni sobre el sindicato. Así que, a partir de este momento, si tienes algún problemilla identitario…¡Arréglate como puedas!…