CRÓNICAS PANDÉMICAS.8.El avance silente de la tecnocracia.

En su célebre The Engineers and the Price System, el sociólogo norteamericano Thorstein Veblen ( más conocido por su obra La teoría de la clase ociosa) afirmó que «el sistema tecnológico moderno es indispensable para las poblaciones modernas y consecuentemente los técnicos toman necesariamente la iniciativa y ejercen la necesaria vigilancia y dirección».

He recordado estas palabras, publicadas en 1921 , a la vista de otra de las revueltas, en sentido barojiano, que está ocasionando la pandemia del COVID-19 ,y que no es otra que el avance silente de la tecnocracia, favorecida ahora por los dispositivos electrónicos.

Pues, expertos de todo tipo y pelaje, pero sobre todo sanitarios y económicos «toman la iniciativa y ejercen la necesaria vigilancia y dirección» , obviando lo ideológico, lo social y lo político como si fueran execrencias inútiles por inadecuadas al momento histórico.

Lo ideológico porque les parece tan periclitado como hubiera deseado Gonzalo Fernández de la Mora, destacado adelantado en la defensa de la tecnocracia. Lo social porque, supuestamente, frente al virus no hay diferencias de clases . Lo político, porque, planteada la situación como una guerra , no cabe sino la aspiración permanente a un mando en plaza único y unificado.

Por si fuera poco, que ya es mucho, la alternancia experta sanitario-económica más allá de ser alardeada alternativa y reiteradamente por algunos medios de comunicacion en los que no predomina precisamente el periodismo de investigación, se manifiesta en una progresiva inundación de controles electrónicos, unos manifiestos y otros ocultos, que aprovechan el buenismo reinante para recopilar datos específicos y ajenos, siempre para mayor gloria de ese Dios en la Tierra que, como decía Hegel ,es el Estado.

Pero si el Estado , en sus diversas instituciones, es el ámbito de La Política…¿Se habrán convertido los políticos ( y las políticas, of course) en alfeñiques acomplejados por las siglas y las estadísticas, o ya incluso en meros tecnocratillas que no se atreven a tener voz propia ? ¿Habrá triunfado al fin don Gonzalo que tan bien sabía distinguir lo divino de lo humano, mezclándolos o no según las circunstancias, convertido todo al cabo sí o sí en Opus Dei…

CRÓNICAS PANDÉMICAS .7. El colapso de la turistada

A pesar de los intentos de que la Nueva Normalidad se parezca lo más posible a la ya periclitada e innominada Normalidad ( ¿anterior? ¿vieja? ¿porqué no se le pone adjetivo?) , el turismo de masas, una de las claves económicas del pasado inmediato, comienza a suscitar alguna que otra reflexión.

Y si bien es cierto que el turismo de sol, playa y desmadre ( y despadre, of course) parece estar finiquitándose por sí mismo ante el desembarco del COVID-19 que arrasa todo allí por donde pasa, todavía hay pequeños brotes verdes mentales que se empecinan en hacer leña del bosque ( que no originario) caído y se resisten a perder unas inversiones que podían haber colocado en otros lares incluidos los paraísos fiscales al uso. La histeria contamina incluso a algunos políticos que a la vez que anuncian confinamientos inminentes para los propios, afirman gobernar un destino seguro para los ajenos.

Otro sí, quienes no quisieron ver las barbas de sus vecinos ya tan ralas como destrozadas sus ciudades por las multinacionales de la hospedería y de la restauración- catering, y que con la llegada de gigantescos cruceros llegaron al orgasmo económico que dedujeron sostenido, se lamentan y rasgan sus vestiduras ante el despliegue de las distópicas mascarillas.

Y así se descubre , en infernal silencio, la capa mentirosa del rey desnudo, tan soportada por la destrucción de tierras, hombres,mujeres, culturas y gastronomías, por mucho que hasta la pandemia enviada por los dioses de hogaño, el turismo de masas, tan democrático como demagógico ,representara el 14,6 % del PIB español y 10,4 del PIB mundial…


CRÓNICAS PANDÉMICAS. 6.Apologías rurales.

Los rebrotes del Covid-19 en áreas urbanas están teniendo como efecto colateral una apología de todo lo rural que se ha convertido en un nuevo paraíso en el sentido etimológico del término, o sea, como jardín maravilloso tan seguro como emparedado.

Y así ha sido notable el incremento de la demanda de alojamientos en este último medio ante , por cierto, el amedrantamiento de los circunstantes que temen que por esos pagos también se extienda el impetuoso virus.

En este sentido quienes tenemos severas reservas físicas y metafísicas respecto del campo o de la Naturaleza en general – algo que no hay que mentar o hacerlo con la boca pequeña ya que se trata de uno de los idola fori del momento – nos encontramos en una situación dificultosa, pues por un lado no queremos hacer apología de unas ciudades retranqueadas hasta la colmatación por la especulación inmobiliaria de muchos que luego viven en chaletones apartados, pero tampoco podemos aceptar la alegría pastoril de una vida campestre donde te puede comer Ramón entre cánticos de alocados pajarillos.

Y todo ello sin ni siquiera contemplar la dimensión deportiva de lo rural de los urbanitas arrepentidos, esa obsesión por trepar hasta el pico más alto , atravesar foces insurrectas o extenuarse en largas travesías, actividades todas que más bien recuerdan viriles y agónicas maniobras militares – a efectos prácticos siempre he dividido al personal entre quienes hicieron la mili y quienes no la hicieron ( y entre ellos, a quienes, sin saberlo, se quedaron con las ganas).

Y así, sin poder aceptar esta alternativa rápida y antagónica movida por el deseo básico de huida de la amígdala límbica, algunos ( y no sé si algunas ) nos quedamos quietos-paraos, en silencio, y mirando por la ventana…Any way… ¡Qué bien suenan las apologías rurales!

CRÓNICAS PANDÉMICAS.5. Apocalipsis de(l) bolsillo.

Se lamenta Pepe Carvalho, el detective pergeñado por el sutil Manuel Vázquez Montalbán, en su obra postuma – Milenio Carvalho– de que «los dioses del pasado tuvieran la fea costumbre de aparecerse en los desiertos».

Y tal parece que nos está aconteciendo en estos tiempos, pues en el desierto psicológico y social que avanza al par de la pandemia del COVID-19, se van oyendo voces de los dioses de hogaño, que no son sino los expertos en esto o aquello, sacerdotes que ni siquiera profetas de nuevas religiones.

Y así lo mismo se advierte de que no estamos preparados para las consecuencias de una tormenta solar o el impacto de un meteorito – estos no se han recreado con Bruce Willis en Argameddon– o de que la economía no está preparada para otro confinamiento o por fin, de que el desplome del PIB – siglas macroeconómicas esotéricas- nos lleva a la mayor crisis económica del milenio.

Por otro lado y en paralelo tono, otros profetas, tan bienpensantes como buenistas, auguran el fin de un modelo económico basado en la explotación global de tierras y humanos,avisando de que la Nueva Normalidad no será parecida ni similar a la Vieja.

Pero como dijo un ilustre filósofo representante del por aquí desconocido pragmatismo norteamericano y de cuyo nombre no me puedo acordar, los argumentos mayores de los ortodoxos milenaristas de cualquier género,aun en siendo rechazados por la mayor e incluso por cierto sentido común resiliente, se convierten pronto en comportamientos tácticos tan puntuales como indicativos desde las manos del poder realmente existente, económico a fuer de político, y, por ejemplo, la combinación de las profecías anteriores en apocalipsis de bolsillo ya comienza a desembocar en despidos masivos y cierres macro y micro patronales.

Y aunque todavía no está ni se le espera, el esfuerzo de reconversión de lo que acaso no sea sino un cambio de ciclo, uno más a los que nos tiene acostumbrados el capitalismo, pronto se manifestará en ajustes productivos ,presupuestarios y fiscales,bajo el paraguas de ese nuevo Plan Marshall europeo que ,todo modo, exige precisamente esos ajustes…¿Apocalipsis de bolsillo o Apocalipsis del bolsillo?


CRÓNICAS PANDÉMICAS. 4.No. «La Juventud» no tiene la culpa.

Desde los palacios más altos hasta las cabañas más bajas del ámbito sanitario se exige un plus de responsabilidad a la juventud que últimamente se lleva casi la mitad ( 43%) de los casos positivos de COVID-19 en los PCR realizados.

Está cantinela se repite a través de los medios de comunicación de cualquier soporte y se legitima con extremas expresiones al respecto que ponen en duda hasta la maduración biológica de este amplísimo grupo de edad.

Pero casi nadie recuerda que mientras los jóvenes han estado entretenidos con sus estudios, han sobrellevado por lo general bastante bien el durísimo confinamiento y que desgraciadamente el fin de curso ha coincidido con el fin de la desescalada

Desgraciadamente porque, cumplidas mayormente y por lo visto con bastante eficacia las expectativas ,y abriéndose ante ellos y ellas la posibilidad de celebrarlo, así lo han hecho sin que desde los palacios y las cabañas se les indicará sino algo tan abstracto como la toma de conciencia de su responsabilidad y con especificaciones tan ambiguas como inútiles.

El resultado de la coyuntura en la que ha coincidido el deseo de compensar el esfuerzo realizado con la imprecisión de las consignas emitidas , sumado a la falta de previsión cada vez más constatable en los palacios y la tonta criminalización de las cabañas, a fuer por supuesto de la condición mayor y hormonal de estas edades, ha sido un conjunto de rebrotes que han alarmado a los bienpensantes.

Y quizá sea esta la ocasión para preguntarse si las cosas se han hecho bien desde los responsables verdaderamente correspondientes, y si acaso se ha exigido a «La Juventud» una responsabilidad que conceptual y argumentativamente nunca ha recibido por desidia de los padres o por incapacidad del sistema docente – que ,por ejemplo ,ha apartado de los programas una asignatura tan clave al respecto como la Filosofía.

Si así se hiciera probablemente también se podría concluir que esa «Juventud» a la que, por otro lado,se le augura un futuro singularmente negro, no ha tenido la culpa…

CRÓNICAS PANDÉMICAS.3. ¿Nos hemos quedado en bragas?

«No deja de resultar un tanto sorprendente que en este verano coincidan los efectos más palpables de la crisis económica con la vestimenta femenina más desvestida de los últimos años.

Pues, en efecto, las manifestaciones contra la política económica del gobierno, salpicadas aquí y allá por paros y despidos, y los escraches de las plataformas anti-hipotecas, tienen como telón de fondo un panorama de vestidos cortos, microfaldas y minishorts, así como camisetas muy ajustadas que apenas si contienen comprimidos pechos pin-up.

Parecería como si la libertad social cercenada se intentara conjurar con una libertad individual llevada al extremo en su dimensión corporal, para lo cual, una vez más, el soporte del cuerpo femenino –¿qué pensarán de esto las feministas?– operaría como articulación fundamental de una llamada a lo que antes se calificaba de libertinaje. Algunas prendas, incluso, añadiendo a su talla reducida la puntilla de la ropa interior, así parecen confirmarlo: ¡nos hemos quedado en bragas!»

Escribía yo esto con ánimo festivo a mediados de julio de un año en el que estábamos atravesando uno de los peores momentos de la crisis económica mundial que se desencadenó en 2008.

Hoy en día intentamos sobrevivir, en el sentido no metafórico de la palabra, a otra crisis, también mundial, pero en este caso ocasionada por el ya famoso COVID-19, que figurará en los anales de la Historia , si queda alguien que la escriba, a la altura de Lehman Brothers.

E intentando hacer un poco de literatura de observación- ¡otra vez Josep Pla!- compruebo que entre la juventud del divino tesoro, continúa predominando la poca tela y que casi todo se resuelve entre generosos escotes aproados como del siglo XIX y variantes de aquel procaz invento sesentero (del siglo XX) de Mary Quant que se llamó minifalda.

Pero también que no es este el caso de las mujeres maduras, esas que entusiasmaban tanto a Stephen Vizinckey y que han optado por largísimos y coloridos vestidos , con corte lateral casi hasta la cintura que queda en analogía con el corte visual cada vez mas expresivo de la mirada sobre la mascarilla, en un conjunto cerrado sobre sí mismo de evocaciones orientales.

Y así no es posible concluir en esta coyuntura que «nos hemos quedado en bragas» salvo y precisamente en dimensión metafórica por asaz sanitaria…Por todo lo cual cabe preguntarse: ¿ Será acaso este movimiento centrípeto pero de destellos brillantes y turgentes otro de los signos de los nuevos tiempos, de la Nueva Normalidad?

CRÓNICAS PANDÉMICAS 2. De cometas y virus.

Coincide el árbol de rebrotes del COVID-19, con el paso magnífico e imponente del Cometa Neowise a la altura de nuestras humanas miradas.

Este cometa , descubierto este año – C/2020 F3- tiene un diámetro de casi 5 kilómetros y será visible desde la Tierra al amanecer y al atardecer entre los meses de julio y agosto. Y ya no volverá a verse , según las investigaciones astronómicas, hasta dentro de unos 6.800 años.

Tantos miles de años son muchos, algo así como la distancia temporal que nos separa de las grandes civilizaciones mesopotámicas, y no está nada claro que quede alguien para verlo si se cumplen aquellas provocadoras palabras de Nietzsche que ya he citado en alguna otra ocasión y que en este punto vienen al pelo:   “En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la “Historia Universal”: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer» .

Y sí, altaneros y altaneras debemos parecerle a la Naturaleza cuando un simple virus de dimensiones nanométricas desbarata todas nuestras pretensiones simplemente eliminándonos de la faz de la Tierra y recordándonos que , como decían los griegos, somos «seres de un día», perdidos en la inmensidad de las galaxias.

¿Seremos capaces de contar cualitativamente el número de muertos y aprovechar el confinamiento físico y mental que nos está proporcionando la misma Naturaleza para reflexionar sobre el camino de autodestrucción que hemos tomado? ¿Antes de que el astro se caliente tanto que perezcamos guiados por tanta estupidez idiotizante? ¿ Seremos capaces, en fin, de recordar este severo aviso cuando nos quitemos las mascarillas?

CRÓNICAS PANDÉMICAS.1.-Bravatas sexuales.

«…Un amigo me dijo que ayer se había despertado en la cama con dos rumanas que no conocía de nada…».Esta frase cruzó como un rayo el delicioso aire fresco de la tarde de ayer.

Volví la cabeza y comprobé que la había soltado en voz alta un sesentón gordo que lucía unas gafas de diseño , ante una cuadrilla de análogos bien vestidos y algo bebidos.

Continué mi paseo pero no pude evitar darle alguna vuelta a la frasecita a costa de abandonar el alegre realismo que reclamaba Josep Pla y sumergirme en mis aguas para-sociológicas.

«Un amigo me dijo» ,expresión habitual para religar a otro u otra , la propia actuación; «que se despertó en la cama», naturalización doblada del acto de despertarse; «con dos rumanas», dos , se supone ,mujeres con las que había compartido el lecho, a fuer de su condición nacional o étnica; «que no conocía de nada» ,o sea, a las que había conocido en el sentido bíblico, previo o posterior pago por sus servicios a suponerse de carácter sexual.

Es decir que, jocosamente, el sujeto infrascrito estaba dando cuenta de que algún conocido – o acaso él mismo- había contratado a dos prostitutas, probablemente en una nube de alcohol u otros estimulantes, y acabada la faena, si la hubo, se había despertado acompañado de las tales para su sorpresa.

Todo lo cual resulta bastante inverosímil en este contexto de mascarillas y distancia de seguridad, cuando hasta los Colegios de odontólogos hablan de la profilaxis no de los dientes sino del cepillo de dientes, los sexólogos de guardia previenen del picoteo veraniego y hasta el ministro de universidades, Manuel Castells, tan aficionado él a todo lo «tele», abunda en sus reflexiones sobre el tele-sexo.

De manera que la frasecita, visto el texto y el contexto, suena más bien a bravata barata de un «señoro» de esos que suele despellejar Irantzu Varela y que representa lo más cutre, sexista y carpetovetónico de estos y aquellos lares.

¡Ver para creer! que diría un clásico.

TIEMPOS POST-ELECTORALES ( o ¿ hacer la cuenta de la vieja?)

Ya se han llevado a cabo las elecciones donde contra viento y marea se habían convocado. La ciudadanía ha hablado , quedando muda en su mitad – algo sobre lo que también se debería reflexionar.

La gran y , posiblemente, única ventaja de haberlas cumplimentado ,puede ser la de tener la oportunidad de ensayar por adelantado en los territorios implicados una alternativa a la crisis generada por la pandemia del COVID-19.

Así, y si no hay vueltas atrás que colapsen la dinámica tímidamente iniciada, será la hora de «hacer las cuentas al revés» en terminología del historiador económico Joaquín Estefanía Moreira: es decir «primero determinar qué Estado de Bienestar se quiere, y luego con qué ingresos financiarlo».

Si a esta operación se la denomina «hacer las cuentas al revés», es porque habitualmente, primero se ubican los ingresos previstos, como si no hubiera ocurrido nada – pero como sí ha ocurrido resultan más bajos – y después se dilucida su reparto, sin asumir que la diferencia entre hacerlo así o a la inversa es la que a su vez distingue a la Política de la Gestión. Pues la Gestión gestiona lo que hay – ¡ esto es lo que hay!- y la Política tiene un proyecto de futuro para lo que puede haber.

De la inclinación de los nuevos gobiernos hacia la Política o hacia la Gestión dependerá su verdadera catadura moral, poniendo de manifiesto la efectiva ideología que se ocultaba tras sus proclamas electorales.

¿ Habrá, pues, alguien que se atreva a rescatar el que ha sido el profundo sentido de La Política desde Aristóteles sin sucumbir a la mediocridad bovina y autocomplaciente de la cuenta de la vieja ?

TIEMPOS ELECTORALES ( o ¿para qué correr tanto?)

«Los que ejercen la autoridad intentan justificar su dominio sobre las instituciones vinculándolo, como si fuera una consecuencia inevitable, con los símbolos morales en que generalmente se cree, con los emblemas sagrados, con las fórmulas legales»

Este párrafo, tomado de La imaginación sociológica del norteaméricano Charles Wright Mills, está escrito a mediados de los años cincuenta del siglo pasado, en plena guerra fría entre los Estados Unidos de América y la Unión Soviética y durante un periodo de expansión económica y de lucha social por el reconocimiento de los derechos de los afroamericanos.

Aún así, a pesar de la distancia temporal, el mensaje de fondo de estas palabras puede ser motivo de reflexión, y tanto más cuando, a pesar de la pandemia del COVID-19 que ha puesto casi todo patas arriba, hay una pretensión generalizada de volver lo más rápidamente posible a la normalidad anterior.

Una normalidad de reconstrucción de una nueva guerra fría, en esta ocasión entre Estados Unidos de América y la República Popular China – ante la que la Unión Europea permanecía, por cierto, en silencio a la expectativa-; una normalidad de supuesta recuperación económica tras la crisis de 2008 con un nuevo boom inmobiliario y turístico, sin tener en cuenta el calentamiento global; y , por fin, una renovación de la lucha de algunos colectivos claramente desfavorecidos, como es el caso de las mujeres ( y sobre todo trabajadoras).

De que hay algo de extraño e inadecuado en este deseo (político) inmoderado de volver a aquella normalidad desbaratada por la expansión del virus, es una buena muestra la denominación de «Nueva Normalidad» con que se ha bautizado el momento histórico al que se aspira alcanzar cuanto antes.

Y mientras tanto, y en medio de todo tipo de precipitaciones sanitarias, sociales,laborales, económicas , deportivas y culturales ,quienes ejercen la autoridad, por supuesto legítimamente, no cesan de justificar sus acciones y sus omisiones institucionales como naturalmente vinculadas a un supuesto sentido común que, como se sabe ,es el menos común de los sentidos…No hay más que constatar el uso aleatorio de las mascarillas, a pesar de las infumables llamadas a la «responsabilidad individual».

¿Será acaso que las propuestas de solidaridad atemperada, de discusión sosegada, de tiempo, en fin , para meditar sobre las consecuencias de esta crisis, chocan de frente con la necesidad de aprovechar la plusvalía política generada en la gestión de la pandemia, en vez de nutrir, también económicamente al modo keynesiano, la espera? ¿ Para qué, en fin, correr tanto?