He aprendido a ser uno más. Y me gusta. Sobre todo, cuando uno vuelve a casa: los regresos siempre hay que hacerlos con humildad. La fotografía es de Alla Sokolova.
He aprendido a ser uno más. Y me gusta. Sobre todo, cuando uno vuelve a casa: los regresos siempre hay que hacerlos con humildad. La fotografía es de Alla Sokolova.
Y mejor que nunca. La foto de este puto amo la ha publicado en Flickr Jonathan Kos-Read, que tiene retratos absolutamente extraordinarios.
No es la primera vez que sale Hong Kong en este blog, pese a su juventud, ni será la última mientras fotógrafos como Rupert Procter sigan sacándolo como se ve en la imagen. Un fotógrafo que muestra el ímpetu y los contenidos habituales de la juventud, y que permite que el observador encuentre la foto con valor entre el tumulto, una labor, la de selección, que el fotógrafo no termina de perfeccionar.
Parece que Josef Timar solo fotografía detalles, momentos, instantes especialmente fugaces e intrascendentes, pero dibuja vidas, existencias, trazos que dibujan el mundo que compartimos. Esa es, al final, la esencia de la fotografía, lo que nos ha enamorado a muchos: la posibilidad de capturar, de un modo humilde, nuestras vidas, nuestro paso por este planeta.
El resultado del World Press Photo 2016 ha vuelto a poner en valor la capacidad de la fotografía como arma de guerra. De guerra, sí, contra la injusticia, la mentira, el horror o la propia guerra. No se me ocurre mejor modo de ilustrar lo que quiero decir que con esta fotografía del usuario Tim-Medcalf en Flickr.
La capacidad de este fotógrafo para deformar la realidad hasta que, en ocasiones, se parezca más a sí misma que lo que solemos ver siempre me ha resultado tremendamente atractiva.