Condenada pianista

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La Fiscalía de Girona ha solicitado siete años y medio de cárcel y cuatro de inhabilitación para ejercer de pianista a una intérprete profesional acusada de un delito contra el medio ambiente por contaminación acústica, desde que en el 2003 la demandada instalara un piano en su domicilio donde practicaba de modo continuado de 9 a 13 horas y de 14 a 18 horas, los siete días de la semana sin que la habitación estuviera debidamente insonorizada, superando el nivel máximo de inmisión sonora permitido por ley.
Según la fiscalía, se ha llegado a este extremo tras la denuncia efectuada por la vecina en 2006 cuyas súplicas para que insonorizara la vivienda fueran abiertamente desatendidas, como lo fueron los requerimientos de los expertos municipales que se pronunciaron oficialmente sobre el particular. La situación llegó a tal extremo, que la afectada pidió la baja laboral por lesiones psíquicas como ansiedad, alteraciones en el sueño y episodios de pánico, además de problemas de gestación en los últimos meses de embarazo, por lo cual, también se ha solicitado una multa de 10.000 euros, y de 9.900 de indemnización.
De haber aparecido la noticia el día de los Inocentes, me hubiera echado unas risas, pues contiene todos los ingredientes para pasar por inocentada: exageración, situación tragicómica, que ocurra en un país de palurdos musicales con un nivel de decibelios intolerable en las calles, colegios y hospitales, donde las fiestas consisten precisamente en no dejar dormir a nadie…¡Pero no! Resulta que es verdad. En esta geografía repleta de aeropuertos cuyo ruido insoportable daña a millones de personas, cuyas campañas electorales aturden con altavoces a la ciudadanía, donde las cadenas de televisión aumentan el volumen durante los anuncios, etc, vamos y condenamos a una pianista a prisión.
Dado que soy un melómano confeso, amante por lo demás del instrumento y de las chicas que lo acarician, estuve por abstenerme de hacer cualquier comentario al respecto, por mi elocuente falta de objetividad. Pero, ¿para que demonios necesitamos objetividad? Los hechos están muy claros: a oídos de la fiscalía el sonido de un piano está al mismo nivel de perjuicio que el ocasionado por una discoteca o las obras de una taladradora, elevando a rango de teorema la conocida sentencia de Napoleón para quien toda música era ruido.
La inquietud se ha extendido por el territorio en el que todavía resuenan las melodías de Falla, Albeniz, Granados, Rodrigo…pues de prosperar la solicitud del fiscal, ya se pueden ir preparando todos los jóvenes músicos que no teniendo mejor sitio donde ejercitar su arte, habrán de restringir sus ensayos a las escasas horas de clase que les permite su matrícula en el Conservatorio, tiempo del todo insuficiente para alcanzar la Maestría para quien desea convertirse en un virtuoso del violín, trompeta o flauta.
Mas, también comprendo el padecimiento de los vecinos, que por suerte o por desgracia, sufren en silencio estrepitoso el ir y venir de las escalas, los inicios y reinicios de la “Para Elisa”, pues aun cuando en el mejor de los casos, comparten pared con pared con un Achucarro en ciernes, por mi experiencia en el Alvia de Renfe, reconozco que se puede llegar a Odiar la sublime “Versión sobre un tema de Paganini” de Rachmaninov o maldecir los acordes de “Rhapsody in blue” de Gershwin, porque como dijera un colega para justificar el adulterio, cuando todos los días te ponen tu plato favorito para comer, como que acabas aborreciéndolo. ¿Qué hacer entonces?
Nada me gustaría más, que este percance judicial sirviera para buscar una solución satisfactoria a un problema que afecta a más gente de la que pensamos; De una parte están los miles de jóvenes músicos que han de reprimir sus anhelos de aspirar a la perfección o de dar rienda suelta a su inspiración cuando les llega para no molestar y de otra, sus familiares y vecinos que por lo general asumen la situación entre resignados y comprensivos hasta cierto límite. Y ¿Qué solución puede ser esta?
A mi modo de entender, nuestra sociedad tan preocupada por la drogadicción, el consumismo, la ecología y demás excusas para sustraer de las arcas públicas subvenciones continuas para los Partidos criminales y sus Oenegés, debería liberar los espacios públicos – actualmente usurpados por los Entes del Mal que los abren a las ocho de la mañana de lunes a Viernes y los cierran los fines de semana – para que en ellos cundiera todo tipo de Arte y que los jóvenes pudieran acudir a ellos cuando quisieran para disfrutar de su ejercicio mañana, tarde y noche, sin más requisito que el de solicitarlo como corresponda. Así, creo conveniente y necesario que en toda población, el Exmo. Ayto, debería acondicionar un lugar de ejecución y ensayo musical de uso popular cuyo mantenimiento y gestión podría dejarse en manos de los usuarios. De haber un local de estas características, nadie en su sano juicio iría a competir en decibelios y compartir el espacio acústico con la tele del salón, la radio de la cocina, las obras de la calle, el ruido del tráfico, el campanario de la Iglesia y los insistentes golpes del vecino en la pared.

Un comentario en «Condenada pianista»

  1. A mi también me pareció grotesca la noticia. Hasta que no las lei al completo pensaba que la petición de 7 años de cárcel era una errata (o un fiscal con alguna fobia mal diagnosticada).
    Comprendo hasta cierto punto el estado de ansiedad que puede llegar a padecer una persona que no puede descansar en su casa cuando lo desee, y supongo que la familia de la Chopin en ciernes ha sido totalmente negligente y ahora la está pagando, pero que en el pais donde si no te gusta el ruido te consideran sosa y donde tienes que coger un megáfono para pedir un café ¡’¡a la hora del café!!! en muchos bares, que condenen a una persona por tocar el piano mereceria salir en todos los yutubes del mundo para burla y escarnio público de todos los implicados, empezando por la autorité, a quien parece que le gusta mas la letra que la música.

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