Son de Caballé!

Si a la pregunta sobre si preocupa la deriva del movimiento 15-M el Ministro del Interior Rubalcaba no contesta y el Presidente Zapatero responde lacónicamente ¡No! por qué habría yo de escandalizarme ante lo acontecido en el Parlamento catalán, donde varios miles de ciudadanos en su libertad de expresión acudieron convocados para mostrar su público desprecio a la agresiva casta parasitaria que ese mismo día se disponía a trabajar en su contra aprobando nuevos recortes que les afectarían violentamente en sus vidas…de no haber de por medio la consabida consigna mediática de jamar el tarro al sufrido contribuyente que libre del terrorismo de ETA empieza a preguntarse por esa otra violencia estructural que de continuo le marca la espalda, ingrata tarea la de tergiversar a la que con ahínco se entregan los extremistas de la pluma, que añorantes de los felices veinticinco años de Paz que ya van para ochenta, se atreven a tildar de violencia los merecidos zarandeos de un oportunista Cayo Lara quien descaradamente buscaba protagonismo en una de tantas injusticias que se perpetran al aire libre haciéndose el orejas a cuantos le reprochaban su oportunista presencia con eso de ¡La noticia es el desahucio! y cosillas por el estilo que nos han proporcionado catárticas estampas, durante mucho tiempo por nos esperadas, como la de ver a la Diputada Montserrat Tura con una equis marcada a la espalda, a modo en como les gusta ser elegidos en las papeletas que no deja de tener su gracia por ser lo más próximo e ingenioso a la marca del Zorro que corresponde a cuantos acuden a esas Cuevas de ladrones que no nos representan; ver el antiguo anuncio del Corte Inglés con deportistas vestidos de ejecutivos trajeados a la carrera, solo que en versión democrática con sus Señorías haciendo los cien metros obstáculos; al Presidente Artur Mas irrumpiendo en helicóptero al mismo estilo de Fantomas, FumanChu y el Doctor ¡No!, aunque si he de elegir, me quedo con verles salir cómicamente de las lecheras, como los enanos payasos del circo lo hacen de un seiscientos, idea a desarrollar para ahorrar en vehículos oficiales.

Nada que ver entonces con la legendaria Justicia Catalana que de haberse aplicado como desean hacernos creer los ahora, indignados con los indignados, que no ven el modo en convertir cualquier empujoncito en otro caso Scala con el que dar al traste nuevamente la sangre ácrata que corre por nuestras venas, la misma que ardía en Cervantes, Quevedo, Valle Inclán y tantos otros donde se ha forjado nuestra idiosincrasia y espíritu de lucha resistente a sus esfuerzos en evitarlo, seguramente las sanguijuelas allí reunidas, no podrían ahora ir de radio en radio y de televisión en televisión, lloriqueando su enorme padecimiento durante tan terrible vía crucis y menos aún volver sonrientes al escenario del crimen – por lo de los recortes – como ese parlamentario que aprovechando su condición de ciego pretende ensañarse todavía más con quienes sólo le desearon transmitir de forma adaptada el malestar de un Pueblo que siente por momentos desaparecer su sistema público sanitario, caer en picado la educación, el poder adquisitivo de los sueldos…pero así como la mayoría de la prensa amarilla – o sea…la mayoría – sólo permiten ver y oír lo que les conviene, en este asunto, gracias a Internet, no hay más ciego que el que no quiera ver y sordo que el que no quiera oír, como se aproximan las multitudes cantando esa tonadilla que por los setenta aludía al Maestro Martín Villa que con brillantez supo, primero dividir y luego liquidar el anarcosindicalismo de la CNT cuya autogestión fue posteriormente diluida en comités de empresa, representación vertical y sobre todo, liberados, a manos de UGT y CCOO que nunca se lo agradecieron lo suficiente…al contrario, no han hecho más que recibir continuas subvenciones y devolución de patrimonio, a cambio de vender a la entera clase trabajadora manteniéndola mansa y desmovilizada.

Ya no son intocables

La previsora Iglesia Católica, atendiendo al signo de los tiempos, sabía lo que se hacía cuando en su Catecismo de 1992 se anticipó dos décadas a lo que habría por venir, cuando tras una dilatada historia apoyándolo, decidió condenar finalmente una de las herramientas primordiales que da soporte a toda Soberanía como bien expone Achille Mbembe en “Necrología del Poder” cuál es, la capacidad de pronunciarse sobre la vida y la muerte, máxime cuando el bien de muchos, depende del mal de uno sólo, como sucede con el Tiranicidio, cuando quienes desde sus tronos atentan no ya contra la dignidad personal, que todavía, sino contra la sociedad entera.

Frente a la natural autodefensa el Estado garantiza la libertad de decisión en pos del Bien general de todo Cargo público, blindándole contra dicha comprensible reacción de cuantos singularmente se vean por ellos negativamente afectados, pues difícilmente las medidas gubernamentales contentan a todos por igual, habiendo descontentos en todo tiempo y lugar que justifican su necesaria represión en aras de su seguridad, perspectiva más sencilla de asumir, cuanta mayor es la participación de los gobernados en la elección de dichos cargos, siendo esta mayor en Democracia que en Dictadura, apreciación de grado cuantitativo que en relación inversa predispone a todo dignatario asumir el riesgo de su puesto con mejor cuerpo en una Dictadura que en una Democracia, lo que no quita para que desde su endiosamiento habitual, unos y otros primero se sorprendan y luego se indignen porque haya quien se atreva contra su sagrada figura.

Pero, rara es la ocasión en que un Pueblo reacciona contra el Poder abiertamente sin haber buen motivo para ello, entre otras cosas, porque tiene todas las de perder tanto en la calle desprovisto como está de armas para hacer frente a las fuerzas represoras gubernamentales pertrechadas de escudos, gases lacrimógenos, porras eléctricas, pelotas de goma…y en los Tribunales donde Leyes hechas a medida, no le da la más mínima baza, por lo que hemos de convenir que, cuando la reacción acontece, seguramente será debida a una precedente mala acción por parte de quien gobierna.

El blindaje del Cargo público obedece para preservar su libertad decisoria sobre los asuntos comunes que buscan el Bien general, mas desaparece a ojos de Dios y de la ciudadanía, cuando el individuo se procura ventajas privadas y más todavía, cuando sus decisiones en vez de ayudar al Bien General van en dirección contraria causando mal a la mayoría de modo constante prolongado, que hasta para eso somos pacientes, pues cuando es excepcional o no intencionado, siquiera acontece su dimisión.

Por supuesto, aunque animo a rescatar esta pedagogía, también prevengo sobre su abuso y a ensayarse otras medidas de resistencia activa que deben articularse en función del daño causado por aquellos que sean merecedores de las mismas, no pudiéndose focalizar sobre una sola persona, por muy alto que sea su cargo la simplona suma aritmética de los pequeños males causados a muchísima gente, porque entonces no habría Dios que lo resistiese y no podría haber sociedad. En mi opinión, empero, es legítimo hacerles partícipes del sufrimiento que generan en la mayoría, de modo que pongamos por caso, por una medida suya varios miles de nosotros no podamos festejar un día nuestra condición sexual, no sería exagerado privarle de celebrar su cumpleaños en paz.

No deseo abundar en el ejemplo, porque Gallardón no merece más de dos azotes en el culo, comparado con quienes habrían de ser fusilados para garantizar la paz social. Pero, con qué prontitud esta gente corre a refugiarse dialécticamente en sus familias so pretexto de diferenciar su esfera pública y privada para que las consecuencias de sus acciones que sí nos afectan a todos íntimamente provocando insomnio, irascibilidad, depresión y hasta inapetencia e impotencia sexual, no les alcance pudiendo continuar con sus desmanes como si nada. Pues se les acabó el chollo: Ya no son intocables.

Mi propuesta para los indignados

Sin perder de vista cuanto hay de cierto en la feliz ocurrencia de Loisy, a propósito del cristianismo primitivo, que impaciente aguardaba el Reino de Dios y lo que llegó fue la iglesia, hoy es el día, en que reconocemos que sin esta Institución Santa y pecadora, poco o nada se hubiera conservado del revolucionario mensaje de Jesús que pese a verse pervertido, tergiversado, suplantado y falseado como lo ha sido tras veintiún siglos de transmisión oral y escrita, ha cambiado el mundo y la historia para bien, porque se ha de tener presente que, nada de lo humano permanece si no se organiza. En consecuencia, no soy amigo de la espontaneidad ni del dadaísmo más allá de la expresión creativa artístico-estética, a la que muchos pretenden remitir los conatos voluntaristas que por doquier surgen en una población rebelde carente de los cauces adecuados para hacer llegar su sentimiento de impotencia, al objeto de subsumir toda su iniciativa grupal en un vaporoso nihilismo fugaz individualista, fruto de un momento mágico pasajero al que posteriormente pueda dirigirse nostálgica la mirada arquetípica de una particular conciencia defraudada consigo misma por ver traicionadas sus kantianas intenciones en la hobbesiana cotidianeidad, como le ocurriera al mayo del 68.

Los Indignados que irrumpieron en la historia el pasado 15-M, no han de recelar en demasía a cualquier tipo de a organización, jerarquía o principio institucional, por cuanto ello pueda suponer de riesgo a perder la frescura inicial de su enérgica protesta, que por mucha que sea su resistencia parmenídea a dejarse arrastrar por el Heráclito fluir de lo previsible, el tiempo que todo lo devora, no les ahorrará feas arrugas y como quiera que toda agrupación humana sea integrada por Hombres en vez de ángeles, de suyo es que, tarde o temprano, aparezcan entre nosotros la envidia, la codicia, las rencillas, los personalismos, las traiciones, venganzas y corrupciones de sobra recogidas por cualquier libro santo que se precie y si no, ahí están los evangelios para atestiguar como en unas pocas jornadas entre Judas, Pedro, Tomás y los demás, entregaron, negaron, abandonaron y no creyeron ni más ni menos que al hijo de Dios, por lo que no otra cosa podemos esperar de nosotros mismos, ni de nuestros semejantes. Mas, frente a tan trágico destino al que estamos abocados como especie, en nuestras manos y actos está mitigar su fuerza aplazando su desenlace por medio de nuestra libertad personal, cosa que hemos de hacer con la misma inteligencia y astucia que empleara Ulises para dar esquinazo a los divinos designios, meta que nos está permitido anhelar a través de la voluble voluntad sierva y esclava por lo general de las pasiones antes que de la razón, motivo por el que normalmente actuamos por estímulos e impulsos nacidos de la necesidad antes que por decisiones lógicas y amor a la verdad surgidas de la toma de Conciencia.

A este propósito de enmienda, responde la cultura, la educación, la tradición, el derecho, las artes, los oficios, la medicina…y la política que como cualquier realidad humana, animal, mineral, material o existente no están exentas de que les acontezca evoluciones e involuciones, desarrollos fortuitos, accidentes, desviaciones y toda suerte de desgracias y fatalidades. Pero el asunto no es ese, sino como indicara el humanista Maquiavelo, evitar en lo posible que suceda. A tal fin, es que me atrevo a proponer humildemente a las distintas asambleas que salpican de dignidad nuestros pueblos y ciudades, los siguientes parámetros en los que poder edificar con escuadra y compás la más sencilla arquitectura que pueda soportar el mayor peso de una carga tan grande, amplia y voluminosa como la que sin pretenderlo ahora representan, sin por ello verse forzados a sacrificar su agilidad con gruesos muros románicos ni confundir su originalidad con el juego de luces y colores de una aparente pluralidad propia de la democracia gótica del espectáculo que se pretende denunciar.

Primero, como ya he apuntado, no es malo que el torrente de ilusión ciudadana cristalice en algo tangible al que los indignados de todo tiempo y lugar puedan dirigir su desazón. Pero hay muchas formas de organizarse, siendo la autogestión la piedra angular sobre la que ha de asentarse cualquier estructura que deseamos preserve el necesario equilibrio entre la voluntad personal, el bien común y el sentir general, no siempre coincidentes.

Segundo, ciertamente no somos santos y habrá que velar por que nadie mangonee el asunto más de lo que por delegación asamblearia se haya estimado oportuno. Los representantes deben ser deponibles y nombrables en todo momento. No sería malo que el azar condujera de cuando en cuando las elecciones de los mismos bajo la premisa de que todos tenemos el derecho y la obligación de atender los asuntos comunes. Por supuesto, tampoco estaría de más que los ceses fueran alguna vez arbitrarios para que no se diera pie a la meritocracia derivándose pronto a unos especialistas imprescindibles en quienes confiar el destino de todos, como estaría muy bien que los cargos directivos fueran rotatorios para que todos supieran hacer de todo un poco y nadie se creyera indispensable.
Tercero, la organización, no está reñida con la ausencia de líderes. Por ello, debería recogerse en los estatutos o Carta Magna que nadie puede ejercer como tal y quien se atreviera a erguirse o presentarse como tal ante los medios o cualquier otra instancia, sería desmentido en el acto y expulsado por un periodo indefinido de todo órgano representativo. Así evitaremos las típicas manipulaciones y la focalización sobre una sola persona que facilita mucho la destrucción de la imagen de toda una organización. Todo el tinglado autogestionario ha de moverse en la esfera de la afinidad cosa que preservará al grupo de intrusos indeseables y el proceso dominó de la información.

Cuarto, un modo de poder salvaguardar buena parte del legado genuino del movimiento Indignado iniciado el pasado 15-M sería introducir en los estatutos o Carta Magna de la asociación en ciernes la condición esencial de que ¡nunca!, pase lo que pase, bajo ningún motivo, ninguna reunión, ninguna directiva, ningún representante, haga frío o calor, llueva o buen tiempo, se celebrará entre cuatro paredes sean las de un polideportivo, teatro, colegio u hotel, o recintos cerrados como plazas de toros o bajo carpas como les gusta hacer los mítines a las agrupaciones políticas criminales. Con ello, mantendremos incólume el espíritu libre y transparente de una iniciativa que ha llenado plazas y calles cuya única alfombra ha sido el asfalto y por techo ha tenido el cielo estrellado, visible realidad diferenciadora del resto de asociaciones clónicas del Poder que como las Oenegés aspiran a un localito donde tramar cómo conseguir más subvenciones.

Quinto, a colación de lo anterior, ningún representante estaría autorizado a reunirse en despacho alguno con ningún demócratafascista salido de las consumistas elecciones: Si ha de haber alguna interlocución con otros organismos, instituciones u entidades, sean estas criminales o de moral inmaculada, habrán siempre de acontecer en las mismas plazas y calles donde se reuna la asamblea de la que son representantes, para que la ciudadanía nunca pierda de vista ni de oído sus conversaciones, cosa que evitará las torceduras habituales a la que estamos inclinados cualquiera de nosotros cuando se nos da un poco de poder o simplemente se nos coloca una acreditación que sustituye a la antigua gorra.

Sexto, la autogestión aborrece la subvención y precisa de autofinanciación para conducirse con entera libertad frente a los democratafascista a la vez que garantiza una mayor cautela del gasto y su vigilancia interna. El cómo se lleve a cabo la autofinanciación, ya es otra cosa, pero yo no excluiría tareas redistributivas de la riqueza.

Séptimo, pero nada de lo anterior prestará el debido servicio a la causa, si el movimiento no se dota de una seguridad activa y pasiva lo suficientemente pequeña para no ser detectada y lo bastante eficaz como para actuar en casos de necesidad, por supuesto nunca reconocida ni reivindicada para que funcione bien, cosa que hoy puede lograrse a través de directrices informáticas discretas que llegan a quienes las cumplen sin que sepan quienes las ordenan.

Una bella experiencia

La vida me ha enseñado a desconfiar de cualquier agrupación humana, incluidas bandas de música y parques de bomberos, por lo que no negaré el pesimismo con el que recibí las primeras noticias acerca de las espontáneas protestas callejeras sobre las que proyecté la resabida sospecha de que ni serían tan protestas ni tan espontáneas como se nos decía, que antes responderian a algún oculto interés de los manipuladores habituales como el ya alcanzado por Mussolini cuál fue, la de movilizar a las masas antes de que ellas mismas se pusieran a caminar por la incierta senda de la autogestión…En cualquier caso, resolví robar tiempo al tiempo, tomándome la molestia de pasar un día entero por una de esas plazas para observar cuanto sucedía, como quien se acerca a un accidente para ver qué pasa, por si la morbosa imaginación no fuera suficiente.

Era medio día y dos centenares de personas en forma de corro ocupaban un lugar que por lo general sólo sirve de paso al consumidor o para que los políticos den sus mítines. No se veían siglas ni logotipos de las organizaciones criminales acostumbradas, tampoco de los sucedáneos sociales en forma de Oenegés. Por no haber, no había ni policía, que para mi fue toda una decepción y ¡Hasta me indignó! El caso es que, allí estaba un jubilado megáfono en mano, quejándose de la banca, del FMI, despotricando contra el Poder establecido cuyo discurso era continuamente aplaudido por un auditorio que no habría nacido ni para las Olimpiadas del 92. ¡Aquel debía ser entonces uno de los cabecillas! Pensé para mis adentros. Pero no…de inmediato, una joven tomaba la palabra para exponer su situación de desamparo tras quedarse en paro, con un marido postrado en la cama y tres niños pequeños entre otras desgracias que para mi asombro eran aplaudidas al término de su alocución, reacción que debe adquirirse viendo esos programas vespertinos en los que una presentadora anuncia a Jose Miguel quien a sus veintidos años ha echado de su casa a los padres, ha dejado embarazadas a dos hermanas vecinas del barrio, ha falsificado el título de la ESO y se ufana de no dar golpe las veinticuatro horas del día gracias a que percibe una subvención municipal y para quien solicita un fuerte aplauso como representante de la Generación Ni-Ni…Tras ella, otra persona ocupaba su lugar y hacía lo propio; De cuando ern cuando, algunos que le habían cogido el tranquillo repetian y todo ello sin otro moderador que la propia educación y el respeto mutuo. Y aunque al principio todo aquello me pareció una gran terapia de grupo al aire libre, en verdad no era otra cosa que la encarnación pura y dura del ideal que siempre había soñado ver en ejercicio y que ahora, que acontecía ante mis mismísimas narices, casi estaba a punto de despreciar, como los judíos hicieron con el Mesías que esperaban desde hacía siglos. Se trataba de una asamblea de esas en las que la gente dice lo que quiere, vota lo que le da la gana y a nadie se le pide otro carnet de identidad que su mera presencia física usándose como método de recuento el ojo de buen cubero…Al final del proceso que duró unas dos horas al Sol, se dio lectura a un listado de propuestas que se parecía a la carta de los Reyes Magos y que dejó paso a algo tan prosaico como el comer y beber, que no sólo de ideas vive una protesta.

También en esto había notables diferencias con otras aglomeraciones. En vez de que cada cual llevara lo suyo para si mismo, un inaudito espíritu altruista comunitario, hacía que la gente lo compartiera todo e incluso que vecinos del lugar trajeran tortillas y barras de pan como quien da de comer a las palomas del parque sin otra pretensión que disfrutar de su compañía. Estos momentos de asueto eran aderezados por talleres en los que se podía desde aprender a hacer punto, hasta comprender el timo del reciclaje. De pronto, la colorista manada de yogis urbanitas iba conformando un nuevo corro de la patata, en esta ocasión más grande, pues a eso de las cinco de la tarde, había mucha más gente, aproximadamente entre quinientas y mil personas.

Expectante por cómo se conduciría el asunto, ahora que el tamaño de la concentración auguraba los problemas de orden público de los que nos hablan las autoridades cada vez que hay una concurrencia por ellos convocada, resultó que los allí congregados se portaban igual de bien que como lo habían hecho anteriormente, tanto es así que el lugar todavía estaba más limpio de como lo hubiera encontrado a esas horas en el centro de la ciudad una jornada cualquiera; La dinámica, así como la infraestructura, continuaban siendo las mismas: ni mesas, ni sillas, ni tarimas ni pancartas, a penas cuatro cartones con lemas a rotulador que decian ¡Falta pan para tanto chorizo! aparte de algunas fotocopias apresuradas que circulaban de mano en mano para que el mensaje llegara a ¡cuantos más mejor! Sin embargo, el entusiasmo y respeto del colectivo, no sólo parecía inalterable, sino que aprovechando la sinergia generada estos iban en aumento, pues cuanto menos se oia por el minúsculo megáfono lo que se decía, con mayor atención y silencio la gente escuchaba y más rabiosamente aplaudian. Y todavía seguí sin poder dar con los cabecillas de aquel tinglado popular que me resistía a concebir como improvisado.

Em medio de aquel maremagnum empecé a detectar pequeños grupúsculos muy activos que en distintos lugares aledaños al espacio asambleario parecian llevar el peso de la tramoya sobre la que se sustentaba todo lo demás. Buscando en ellos la vanguardia escogida, el Politburó que conducía a las masas, los ocultos pastores del rebaño, o cualquier clave explicativa que diera razón de un éxito mediático, convocatorio y cívico, como al que estaba asistiendo, resistiéndome a que el mismo fuera fruto simple y llanamente de la solidaria coordinación de la que es capaz el Pueblo cuando se pone a ello, aunque sólo sea por necesidad y hartazgo, me acerqué lo suficiente como para que me invitaran a trabajar en lo que estaban haciendo, fuera confeccionando letreros con lo que se me ocurriese, ir a pedir firmas por las aceras colindantes, repartir fotocopias…labores que por supuesto rechacé, alérgico como soy a todo trabajo manual, por lo que decidí sentarme en una de las pocas sillas de Pepsicola que algún despistado con toda su buena intención habría birlado de alguna terraza. Para mi estupefacción, por el mero hecho de estar allí tras una mesa de playa, bajo una sobrilla, la gente empezó a pedirme permiso para coger esto y aquello y a preguntarme dónde estaba tal y si sabía quién era fulanito…La vida de Brian pasó fugazmente por mi cabeza dándome los reflejos suficientes para negarme en redondo a ser entrevistado por una pareja de periodistas que se habian fijado en mi persona, ayudándome a vencer mi narcisista ansia de protagonismo, que gracias a Dios, se circunscribe cuando mia es la iniciativa.

El episodio anterior, empezó a convencerme de que aquello, si bien pudo haberse iniciado con cierta maquinación indispensable para prender la mecha de un movimiento semejante, todo indicaba que la realidad de una sociedad líquida que fuye en la adultez empieza a ensamblarse con la vaporosa virtualidad juvenil, porque las generaciones crecidas en internet, familiarizadas con la red han empezado a trasladar su aprendido modus operandi cibernético de foros, messenger, twitter, facebook, blogs y demás a una textura más comprometida con el aquí y ahora donde se materializa el Matrix de todos los Matrix, dando origen a un cuarto estadio, auténtico plasma al que no acertamos definir todavía en sus características, pero en el que vislumbramos la quintaesencia indispensable para convertirse en el magama primigéneo del que puede llegar a brotar una nueva vida social, más consistente de la que hemos tenido hasta ahora, pero sin regresar a los agarrotamientos materiales doctrinarios de las ideologias y la Tradición.

Perdido en mis especulaciones, me pasó por alto que la asamblea de las cinco, había finalizado y que en la que ahora me encontraba mucho más grande y abarrotada que la anterior, era la correspondiente a la programada para las ocho de la tarde. Aquello era como una sesión continua del cine matinal, solo que en lugar de echar una de romanos o de vaqueros, los protagonistas eran la OTAN, el Gran Capital o los políticos, en plan documental, lo que no evitó momentos tragicómicos como el escenificado sin pretenderlo por un anciano que se quejaba de percibir una pensioncilla de apenas 642 euros al mes, despues de haber trabajado ininterrumpidamente durante más de cuarenta años y haber cotizado todo ese tiempo a la Seguridad social, porque tal y como están las cosas, para la mayoría de los que estábamos allí, no nos pasó inadvertida la paradoja de que en vez de contemplarle como un pobre desgraciado, a caso se le miraba con envidia no exenta de rencor por ser un privilegiado…Pero a diferencia de las dos asambleas anteriores, en esta ocasión se le iba a dar gusto al cuerpo para votar a mano alzada un elenco de propuestas que habian sido realizadas a lo largo de la jornada. Y fue este para mi el momento más tenebroso de cuantos pude observar, cuando de repente, tuve ante mi extendido un homogéneo mar de brazos alzados y manos extendidas por cuanto me recordaba estampas más siniestras, a caso diestras, de las que sólo se diferenciaba por la inclinación de las palmas, que es el riesgo implícito que comportan todas estas formas asilvestradas a las que la ciudadanía se ve empujada cuando no funcionan como debieran funcionar, los racionales mecanismos democráticos institucionales en los que tácitamente, en prinicipio confiamos.

Aunque para confianza, la allí mostrada por todos los presentes: una especie de despensa que hacía las veces de banco de alimentos de la que cada cual se servía ingresando lo que podía, llevabandose cuanto deseara sin que nadie pidiera explicaciones a nadie, hacía gaseosa mi utopía de una sociedad en la que cada uno contribuya según sus posibilidades y reciba en función de su necesidad; mochilas, radios, gafas de sol, bolígrafos, chaquetas…se hallaban a merced de cualquiera que pasara al lado y sin embargo, a nadie parecía preocuparle la tan cacareada inseguridad ciudadana ni la tan temida naturaleza humana descrita por Hobbes ampliamente difundida por el neoliberalismo, embriagdos como estaban de la efervescencia rousseauniana del buen salvaje tras haber ejercido hasta la saciedad su modelo de democracia real pronunciándose contra las arrugas y la celulitis del vetusto sistema representativo nacido de la traición burguesa a la revolución francesa; Y lo que me admiró de verdad dando la puntilla a cualquier sombra de duda sobre los históricos momentos que allí acampaban a sus anchas, fue verles dormir en sus sacos, tumbados sobre cartones, compartiendo cielo y tierra con los despojados del sistema que no tienen otra sin que en ello se les vea protestar por adscribírseles a la indigencia no faltando los tetrabrik de Don Simón y alguna que otra colilla reservada para el amanecer, sabedores como somos todos que es durante la noche cuando los humanos somos más vulnerables a los potenciales enemigos que con nocturnidad y alevosía merodean hacechando nuestras vidas durante el sueño y nuestros sueños en vida, del todo despreocupados a lo que el resto del mundo hablaba de ellos por radio televisión e internet.