Ahora comprendo

http://www.youtube.com/watch?v=cbn3j52jJn0

Historia, fue la única asignatura que nunca llegué a suspender. Atender en clase, hacer deberes y devorar por mi cuenta los libros de texto buscando información adicional que satisficiera mi curiosidad, jamás supuso un esfuerzo. Antes bien, era un deleite averiguar cosas del pasado, principalmente sobre esos momentos críticos cuando surgió el primer Homo, el primer fuego, la primera civilización, el primer lenguaje, la primera religión, el primer Imperio, la aparición del dinero, etc. En todo su recorrido académico, desde las aulas del colegio donde se nos enseñaba “Historia de España”, hasta los seminarios sobre “Historiografía” recibidos en la Universidad, pasando por la “Historia Universal” del Instituto, todos los profesores han coincidido en transmitir la idea de que, estudiar Historia sirve para entender el presente. Pues bien, en mi caso, casi ha sido al revés: estudiar el presente, me ha ayudado a entender la Historia.

Observando con qué morbo la gente se agolpa ante cualquier accidente, con qué expectación seguimos las noticias de atentados, guerras, crímenes o ejecuciones, cuánto gusta a los más jóvenes las películas de miedo o los juegos de matar…he llegado a entender cómo una sociedad tan avanzada como la Romana disfrutaba de la lucha de gladiadores en el circo, donde seres humanos se desangraban ante el aplauso general.

Percatándome cómo la Banca poco a poco se ha ido haciendo con la propiedad de más del 85% de los inmuebles mediante sus sucursales bancarias, edificios de oficinas, aseguradoras, por no citar los comercios y viviendas hipotecadas, contemplando sus enormes rascacielos ocupando el centro de nuestras ciudades de las que ha desplazado al poder político y eclesial representados por Ayuntamientos y Catedrales, cómo sustraen la riqueza de las gentes por medio de tasas, comisiones, subidas de los tipos sin que nadie les pueda llevar la contraria…creo entender mejor cómo era la vida durante aquel periodo denominado Feudalismo y en qué podía consistir el vasallaje.

Fijándome cómo en más de medio mundo la gente – incluidos ancianos y niños – trabajan sin derechos laborales, sin vacaciones, ni días de descanso, en lugares insalubres, sin seguridad, por un sueldo miserable entre 16 y 20 horas al día, mientras las bolsas cotizan al alza en Tokio, Frankfort y Nueva York, he podido explicarme mejor en que consistió la tan laureada Revolución industrial europea del siglo XVIII.

Atendiendo cómo la ingente masa de trabajadores que se cuentan por millones, aceptan sumisos los despidos de sus empresas sin levantarse en armas contra la minoría opresora que fácilmente podría ser ejecutada ¡ipso facto! en aras del bien común, cómo sin chistar se dejan despojar de sus pobres pertenencias sin apenas luchar, manteniéndose dóciles en el desempleo prestos al servicio cual piezas de repuesto o animales de carga, me ha sido sencillo entender por qué los esclavos no se rebelaban contra los amos en las plantaciones de algodón.

Observando el drama de los inmigrantes que mueren por miles en nuestras costas, que son perseguidos y encarcelados en campos de concentración antes de ser abandonados en el desierto del Sahara para que desaparezcan sin dejar rastro, mientras su presencia y trabajo contribuye a aumentar los beneficios empresariales, sin que la mayoría de nosotros hagamos nada, salvo colaborar en todo ello de modo activo y entusiasta…me siento en mejores condiciones para asimilar lo sucedido en la culta y educada sociedad alemana durante el régimen Nazi, cuando en tan bellos parajes centroeuropeos se cometió el exterminio de seres humanos en cámaras de gas con el aplauso general de su población.

Desde mi primera lectura de “El Príncipe” a finales de los Ochenta que vino a corregir en parte los estragos causados por un tempranísimo encuentro infantil con “El Principito” de Exupery, con 20 años recién cumplidos, después de ser declarado prófugo y llevado ante la capitanía general por mi madre, mi visión negativa de la institución varió considerablemente, teniéndolas por buenas o muy buenas incluso antes de que me salieran todas las muelas del juicio.

Desde entonces, la impresión favorable tanto de militares como de policías, no ha hecho más que acrecentarse a pasos agigantados en mi mente: si hoy en día alguna institución cree de verdad en los auténticos valores sociales, en el cumplimiento del deber, la bondad de las leyes, el trabajo bien hecho, en un equilibrio perfecto entre la obediencia a la autoridad directa y el mandato constitucional, entre las órdenes de sus superiores y el respeto a la ciudadanía, cumpliendo con su obligación diaria en una muy digna relación de austeridad de medios, recursos y presupuestos respecto a resultados obtenidos, servicios prestados y eficacia, que saben desempeñar su labor fuera de los focos con un gran espíritu de sacrificio, servicio y lealtad a la comunidad…esas son El Ejército y los distintos Cuerpos de Seguridad.

Esta mía interna impresión hasta la fecha no confesada, sale ahora a relucir a colación de la última encuesta del CIS donde precisamente el perfil del Ejército, Policía Nacional y Guardia Civil, se ha visto finalmente reconocido por la población que busca en ellos un refugio psicológico a quien poder confiar su esperanza de un futuro mejor.

Y he aquí la lección del presente para entender la Historia: Ahora comprendo mejor la intervención de los Generales romanos contra el Senado; de los Pronunciamientos contra los gobiernos del XIX en España, en qué consistió la responsabilidad de los políticos alemanes que hicieron posible el ascenso de un simple cabo a la presidencia del Gobierno, y hasta de los Golpes de Estado a manos de militares de todo signo, que van mucho más allá de lo que siempre se nos ha presentado como el empleo de la razón de la fuerza contra una pretendida fuerza de la razón que para nada ha estado en manos de presuntos supuestos impostores que dicen hablar en representación, por y para bien de los Pueblos.

Casa Noostra

http://www.youtube.com/watch?v=i-bFmxjugQs

A diferencia del Nacional Socialismo, la Mafia, sin haber perdido guerra alguna contra ella declarada por los Estados – antes bien parece haberlas ganado todas fuera de la realidad Hollywoodiense – en cambio, tiene igual de mala prensa entre el generoso público que sufraga con la entrada la propaganda del Imperio, ilusoria paradoja generada por el Séptimo Arte en el vulgo que sólo me explico por su desconocimiento del verdadero origen de tan triunfante Institución que rige la vida política, económica, empresarial, deportiva, cultural y religiosa, más allá de lo que el Catedrático, Roberto Velasco, denominaría el Sector Golfo de la Sociedad dedicada al juego, las drogas y la prostitución.

La Mafia, nació en su día en Sicilia en el siglo XVIII como reacción terrateniente de cuantos pronto advirtieron el afanamiento con el que los Borbones se aplicaban para despojarles de cuanto era suyo intentando imponer un centralismo que les venía de familia, en un lugar, que la mayor parte de su longeva historia desde los tiempos de la Magna Grecia, había permanecido al margen de ataduras dada su insularidad, de ahí que, secretamente se organizaran, y además de otros muchos modos de denominarse para evitar ser detectados, como quiera que en sus conferencias clandestinas apareciera por doquier la expresión “la cosa nuestra” en su acepción de (Nuestros asuntos) más también en paralelo a la “Cosa Pública” (nuestra República) que hasta el día de hoy, sin necesidad de nacionalismos los sicilianos se presentan como tales en todo el mundo desdeñando el término “Italianos”, se identificó la propia Institución con el nombre de “Cosa Nostra”.

Bien entendido entonces, la diferencia entre “Cosa Pública” y “Cosa Nostra” parece diluirse porque toda Cosa Pública, debiera sentirse como Cosa Nuestra por todos y cada uno de los ciudadanos. Cuando esto no sucede, siendo escasos cuantos sienten como suyo lo público, acontece que, los indolentes les acusamos de mafiosos por emplear artimañas para hacerse con los bienes comunes que hasta verlos en sus manos no les hacíamos el menor caso.

España no es una Cosa Pública en el sentido de República; es un Reino. Consecuentemente, sólo puede ser Cosa Nostra para quienes se sienten sus legítimos herederos. Con este sentimiento propietario, los miembros de las Familias Reales disponen bajo su Real Gana de cuanta riqueza puedan ofrecer sus tierras y habitantes sin el menor remordimiento, pues se les ha consentido en ser educados con derecho a disponer de los bienes del Estado por ser todos Cosa Suya.

La Casa Real “española” – entrecomillo su españolidad, porque como las multinacionales, su apellido no responde a más patria que a su propio beneficio – cuyo cuartel general es el Palacio de la Zarzuela, la conforma al completo la Familia Borbón cuya estructura interna en lo que respecta a su funcionamiento, nada tiene que envidiar a la de Corleone en sus buenos tiempos: En la actualidad, su ramificación peninsular está integrada por cuatro Capos de Familia ( Juan Carlos, Helena, Felipe y Cristina) donde el primero ejerce como “Capo di Capi”, aunque todos dispongan igualmente el tratamiento de “Don”. Por supuesto, cada uno de ellos tiene su propia organización independiente con un “Consigliere” o asesor que siempre acompaña al “Don” para prepararle la agenda, los discursos y esas cosas; un “Avvocato” (abogado) encargado de los asuntos legales de la familia; varios “Asociatto”, (Asociados) personas que sin ser de la Familia, mantienen una relación con ella compartiendo múltiples intereses; y por último tienen bajo nómina infinidad de Soldados, guarda espaldas, sicarios o como se les quiera llamar que velan por su seguridad personal y la de sus negocios.
Aporías de una Monarquía Constitucional donde la Cosa Pública se confunde con Cosa Nostra, hoy contemplamos que, la Familia Real, se ve sometida a juicio por los Tribunales del Reino. De ahí el comunicado de prensa emitido por Zarzuela donde mostraba su sorpresa por la imputación de la Infanta Doña Cristina a causa de su supuesta colaboración necesaria para cometer fraude amén de otros delitos reiterados en el denominado Caso Noos, motivo que de enquistarse en el tiempo, podría dar nombre a toda la futura extirpe como Casa Noostra.

Nobel de la Paz Interior

http://www.youtube.com/watch?v=JDzQLQ952ZU

El Nobel de la Paz según reza en el Testamento de su promotor, “debe entregarse a la persona que haya trabajado más o mejor, en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos y la celebración y promoción de procesos de paz». Seguramente más de uno pensará que el pobre hombre se estará revolviendo en la tumba enterado de que su medalla a ido a parar a gente como Kissinger, Arafat, Obama, por no irme muy lejos en el calendario. Es lo que sucede cuando no se especifica claramente lo que se entiende por Paz.

Por suerte, en el Ayuntamiento de la Capital Noruega, existe un Comité para dirimir el asunto con planteamientos éticos más profundos que los expresados vagamente por el fundador. Porque la Paz, es algo más que no hacer la guerra o evitarla. En ocasiones, la Paz necesita echar alguna que otra Bomba Atómica para su consecución definitiva. En consecuencia, lo expresado en el testamento no es más que una infantil directriz que debe ser interpretada con holgura en función de los acontecimientos. Es en dicha holgura donde tiene cabida la entera Europa como merecedora del Premio Nobel de la Paz.

Es posible que Europa en su conjunto haya hecho matanzas fuera de su territorio. ¡Justo es reconocerlo! Pero nunca antes de haberlas cometido dentro de si misma, cosa que nos honra. Porque, sólo quienes padecimos la guerra, el hambre y la miseria durante siglos, estábamos en condiciones de exportarla en su justa medida para que de su realidad el mundo obtuviera provecho y alegría, en forma de Democracia, Desarrollo y sobre todo Libertad, palpables cualidades de aquellos pueblos que no se resistieron al natural curso de los acontecimientos.

Es posible también, que las distintas potencias que ahora conformamos la Unión Europea, no dejáramos de batallar entre nosotras durante la primera mitad del siglo XX. Ahí están las dos Guerras Mundiales para demostrarlo. Pero ¿Puede haber Paz sin haber Guerra? Si se nos responsabiliza de haber llevado al entero Planeta a la Guerra, justo es que se nos reconozca igualmente haber dado la Paz, al menos en dos ocasiones. ¡Es más! Si alguien merece tan noble distinción, somos nosotros los europeos. Y deberíamos estar muy enfadados por no habernos concedido este preciado galardón en 1945.

Desde aquello, hemos soportado con estoicismo cómo distintos individuos incapaces de montar por si solos una Guerra, han recibido el premio. ¿Pero qué Paz puede ofrecer un sólo individuo de no estarse callado y quietecito? Es por ese motivo que los países integrantes de la Unión Europea, hartos de ver como se nos despreciaba edición tras edición, por miedo a que la OTAN se nos adelantase en la carrera hacia la Paz, decidieron hacer la Guerra por su cuenta sin enfrentarse a sus vecinos, reconvertidos en socios: los ingleses armaron una buena en Palestina, luego no han dejado de colaborar en todas las Guerras que les ha sido posible junto a los EEUU, dieron buena leña a los argentinos con ocasión de las Malvinas; los franceses no se quedaron atrás con lo de Argelia, han expulsado de sus tierras a pueblos enteros de sus islas del Pacífico – tiene gracia – para hacer pruebas nucleares, no escamotearon recursos para iniciar el Genocidio de Ruanda; los belgas ahí donde los tienen la bordaron en el Congo ¡Qué carnicería! los Griegos con los turcos…Pero, estaba visto que no había nada que hacer por separado. La concesión del Premio Nobel de la Paz al Presidente alemán en 1971, estaba claro que debió ser a título honorífico.

Tomada conciencia de que haciendo la Guerra por separado los europeos nunca más estaríamos en disposición de alcanzar el Premio Nobel de la Paz, decidimos unir nuestras fuerzas terrestres, marítimas y aeroespaciales para combatir en Santa Alianza allá donde tuviéramos la oportunidad de demostrar nuestras ansias de alcanzar la Paz: Somalia, Irak y Afganistán, donde nuestras bombas inteligentes y nuestras operaciones selectivas de castigo, han imprimido un nuevo espíritu más humanitario al noble arte de la Guerra como en su día lo hiciera la aparición de la Cruz Roja en el campo de batalla.

Los europeos somos conscientes del gran revuelo que ha causado nuestra designación. Pero no nos avergonzamos de ello. Nos tienen ¡Envidia cochina! Todo el mundo está en guerra, sea esta grande o pequeña, externa o interna…así que no nos vengan con monsergas. ¿A caso Suiza o Andorra se lo merecen más? Será por lo poco que contribuyen a la guerra lavando el dinero negro como todo paraíso fiscal y lo mucho que ayudan a mantener la paz social de las dictaduras custodiando el dinero robado a sus pueblos. Por eso, como europeos, hemos de rechazar sin paliativos las explicaciones que justifican nuestro Premio Nobel como otorgado a nuestra capacidad de entendimiento tras la Segunda Guerra Mundial cuyo fruto sería estas siete décadas de Paz Interior…

Los Europeos, merecemos este Premio porque hemos hecho avanzar la idea de Paz hasta donde nadie había imaginado. Durante siglos los pensadores han oscilado entre “Si quieres la Paz, prepara la Guerra” y ese otro más ñoño de “Si quieres la Paz, prepara la Paz” no faltando los folkloristas morales que propugnaban la idiotez “Haz el amor y no la Guerra” como si fueran cosas distintas. Nosotros, hemos demostrado que haciendo la Guerra en el exterior puede alcanzarse la Paz Interior, sin necesidad de practicar aquella locura de “amar a nuestros enemigos”, “poner la otra mejilla”, o sus postmodernos herederos del “Paz y Amor” o el “Diálogo de Civilizaciones” que sólo son Paz para hoy y Guerra para mañana.

Memorias de un memo

Memoria es la capacidad de registrar, conservar y evocar experiencias pasadas sean ideas, imágenes, acontecimientos, sentimientos, o cualquier otra forma en que intervenga la acción mental. Según su duración, la hay “Sensorial” cuando la huella desaparece tan pronto el objeto de la impresión deja de estar presente al sentido que lo recibe, motivo que nos permite gozar de una película varias veces; “Inmediata” cuando mantiene la información entre uno o dos minutos para que no se nos vaya de la cabeza una fecha que hemos de señalar en la agenda después de haberlo acordado por teléfono; “Reciente” si perdura la información durante un periodo más o menos prolongado pero limitado, verbigracia, dos o tres semanas mientras estudiamos para un examen; Y finalmente, “Remota” que retiene para siempre, por ejemplo, los recuerdos de infancia. También podemos clasificar la memoria por su función o contenido: Así hablamos de “Referencial” cuando remite a las experiencias pasadas relacionando unos conocimientos con otros; “Operativa” de aplicarse a procesos activos continuos o repetitivos, que aflora en los ensayos o en la famosa memoria musical donde la mano del pianista sabe tocar la partitura aunque el ejecutante no se sepa las notas de memoria; “Episódica” especializada en el almacenaje de acontecimientos externos a la mente y aún a la experiencia propia; “Semántico-categorial” responsable de recordar colecciones de nombres, clasificación, conceptualización, todo cuanto sea permanente o tenga pretensión de serlo en el universo del sujeto, como los parentescos sin ir más lejos; “Implícita” que subyace a todo aprendizaje de masticar, andar y resto de actos que casi hacemos de modo inconsciente; Etc.

Y según sea la Escuela dedicada a investigar la memoria, el etcétera superaría con creces a la lista de los Reyes Godos. Sin embargo, de entre todas las memorias, la más oportuna para el caso que nos ocupa, es la olvidada “Memoria Selectiva”, porque si efectivamente la historia la cuentan los vencedores, nuestra memoria personal no es más neutra u objetiva: no es neutra debido al influjo social de las cosas que debemos recordar como son nacimientos, cumpleaños, bautizos, comuniones, bodas, entierros, efemérides, finales de Copa, Mundiales…con cuyo conjunto el ciudadano conforma su pequeño álbum pret a porter de felicidad. Y no es objetivo, entre otros motivos, porque no somos objetos, sino Sujetos. En consecuencia, nuestra memoria siempre sitúa al Ego de protagonista, aun cuando no lo fuéramos; ello nos permite contemplarnos como héroes de la acción, sufridas víctimas de toda injusticia, merecedores de cualquier reconocimiento, pioneros de una idea, quienes propusimos a tiempo la solución, los que ya advertimos el peligro cuando nadie lo percibía…

El origen etimológico del concepto proviene de la diosa griega Mnemosine, hija de Urano y Gea, fuente de la que bebe toda la intelectualidad clásica pues de su unión con Zeus nacieron las nueve Musas de las artes y las ciencias: Calíope-poesía épica; Clío-historia; Melpómene-tragedia; Talía-comedia; Euterpe-música; Terpsícore-danza; Erato-lírica; Polimnia-canto y retórica; y Urania-astronomía. Mas, a mi entender, aunque no lo quieran reconocer ni los mitólogos ni los lingüistas, también tuvo un hijo secreto llamado Memo, aquel que repetía sin cesar los conocimientos pero sin haber aprendido nada de ellos, como sucede a muchos eruditos.

Reconozco abiertamente que no haberme molestado en ojear ni en hojear el ejemplar de “Memorias” de Aznar. ¿Para qué? Para tener una impresión sesgada, parcial y falsa de su mandato, prefiero la mía que de haberme contratado como negro literario se la hubiera redactado con su voz de teleñeco como sigue:

¡Mire Usted! Yo al principio de mi carrera política era tardofranquista cosa de la que no me arrepiento porque gracias a ello he llegado a donde he llegado en España. ¡Je, je! Es verdad que escribí algunos artículos contra la Democracia; cuando aquello, no tenía otras armas con las que defender los valores del Movimiento. Con mi salero vallisoletano y el gesto charlotesco que dicen que tengo fui aupado de rebote a la presidencia del Partido Popular desde donde me negué a condenar el Alzamiento. Sin el menor carisma y menor capacidad oratoria, me hice Presidente del Gobierno al salir ileso de un zambonbazo de ETA. Durante mis ocho años como gobernante privaticé cuantas empresas públicas me fue posible y se las entregué a amiguetes quienes a mi salida de Moncloa me reservaban puestos bien remunerados en los órganos de dirección de las empresas beneficiadas; Tanto es así, que renuncié a ser miembro permanente del Consejo asesor del Estado. Como Presidente tuve que revelar que hablaba Catalán en la intimidad y aprender inglés ¡Figúrese! Me vi en la obligación de hacer amigos entre los terroristas a los que llamaba “miembros del Movimiento de Liberación del Pueblo Vasco”; pasé noches sin dormir planificando la Reconquista de Perejil, o aguardando noticias sobre si nos había salido bien el Golpe en Venezuela. Pero también me lo pasé como un enano en el rancho de mi amigo Bush quien cariñosamente me llama Ansar “Ansar ve a la ONU y di esto” “Ansar ve a Chile para esto otro” y yo, como un perrito fiel siempre hice cuanto me pedía con la esperanza de recibir una medallita del Congreso de los EEUU que nunca llegó…A cambio, me colocó de Profesor en la Universidad de Georgetown, una experiencia inolvidable “Ay jaf a lot of friends jiar”. Todavía me emociono al recordar lo bien que lo pasábamos con los pies en la mesa fumando puros; a su lado me sentía como “Miniyo y el Dr.Maligno”: que él hacía la guerra en Irak yo llevaba el portaviones, que había que bombardear Afganistán, allá iban nuestros soldados. Me hacía sentir importante. Todos me respetaban. Sabían que si se metían conmigo venia el primo de Zumosol. Pasé tanto tiempo a su lado que se me pegó el acento tejano. Y cuando nos disponíamos a ser amigos para siempre tras la foto de las Azores y estábamos trabajando en ello…se fue de la Casa Blanca y todo cambio a peor: se descubrió lo poco que nos importan las tropas que luchan por la democracia con el accidente del Yakolev, lo poco que nos importa el medio ambiente con el hundimiento del Prestige; Un atentado en Madrid puso punto final a lo que había sido mi mandato de mentiras y falsedades. Por eso, siempre estoy con la Botella al lado, recordando tiempos más felices y exclamé públicamente aquello de ¿Quién me va a prohibir a mi beber o no beber una copa más cuando voy a conducir”.

El síndrome del Faraón

http://www.youtube.com/watch?v=V1tGvlR3CAM

Los antiguos Faraones, viajaban al “Más Allá” acompañados de un extenso séquito al objeto de que le sirvieran en la Eternidad como lo habían hecho durante su corta estancia terrenal, todo un privilegio para los escogidos en un tiempo que dicho viaje estaba reservado exclusivamente a su sagrada figura. El resto de la población, formada en un fuerte sentimiento espiritual de Común Unión Nacional, se consideraba literalmente “Salvada” de la muerte a través de su Resurrección, de ahí, su colosal empeño en la momificación, la construcción de Pirámides así como el detalle con que dejaran por escrito los procesos de la inmortalidad del Alma, fuente de la que beben todas las Tradiciones monoteístas en el “Libro de la salida a la Luz del día” conocido erróneamente por el “Libro de los muertos” cuando precisamente versa de lo contrario.
Los Faraones, eran entonces los garantes de la vida de su Pueblo, como el Nilo lo era de Egipto. Poco a poco, según fuera desconfiándose de que la Resurrección de un solo individuo garantizase la vida Eterna de la entera comunidad, el turismo intervital fue extendiéndose hasta alcanzar a las capas más bajas de la sociedad. Cuando esto sucedió, cuando todo el mundo tuvo certeza de que al terminar esta vida, había otra, ¡por supuesto mucho más espléndida! -de lo contrario haber quien es el tonto que se apunta- empezaron las dificultades para encontrar voluntarios para acompañar al Faraón. La atractiva imagen del Paraíso había calado muy hondo y la vida eterna de servicio que el Faraón pudiera ofrecer, no era ya tan apetecible. Desde entonces, hasta los Faraones desearon hacer el viaje solos. Hoy, a lo sumo, algunos desean morir acompañados; mas, ir al otro barrio…¡Eso ya es otra cosa! De hecho, la Iglesia Católica extrañamente no casa para la Eternidad, sólo “hasta que la muerte os separe” porque la mayoría aspira a ir al Cielo y no al Infierno.

Y ahora que dicha mayoría ha dejado de leer, por aquello de que el tema del suicidio en los medios de comunicación es más contagioso que un bostezo en la Ópera, paso a tratar lo que me interesa que daremos en llamar “Eso”.

Si como dicen, el proceso de la muerte es parte de la vida, ninguno de ustedes puede discutirme que Eso, es una opción vital, acaso la más ética de cuantas existen. Una persona que hace Eso, merece todo nuestro respeto cuando Eso es fruto de una decisión racional. Y de compasión, en caso de haber preferido Eso a vivir como vive. Quienes acusan de cobardes a quienes cometen Eso nunca han pasado por una situación en la que Eso sea una opción seriamente a contemplar. Yo, si Dios quiere, tengo intención de hacer Eso algún día, si se dan las circunstancias favorables de plenitud y felicidad, aunque no descarto la acción para otros propósitos como escapar de un sufrimiento gratuito o con propósito de hacer un poco de pedagogía.

Y hablando de pedagogía…La Iglesia refiriéndose a otro “eso”, se ha esforzado para que los hombres no hagan “eso” y de hacerlo, no lo hagan solos. Mira por dónde, la secuencia habitual de una circunstancia social que empuja a la gente a hacer Eso de modo epidémico pero a modo individual, pronto sucumben al denominado por mi “Síndrome del Faraón” y dejan de hacer Eso a solas.

Esta es la verdadera razón por la cual los actuales Faraones político-económicos, cual dioses aztecas degenerados de sus antecesores egipcios, que viven de la sangre de sus víctimas derramada en los continuos sacrificios humanos a los que condenan a sus desgraciados súbditos, dicen ahora, querer evitar Eso, por miedo a que las personas hartas de sufrirles decidan no hacer Eso solos.