El Bandismo

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Llevaba meses ultimando un próximo artículo versado en banderas, bandos, bandas y bandidos, con intención de referirme a la realidad socioplítica sin mencionarla, cuando, por una de estas serendipias que salpican mi destino, quiso el azar que en un trueque con un colega, a cambio de mi reciente publicación del segundo volumen sobre la “Historia oculta de la Masonería”, recibiera, sin yo buscarlo, un volumen de ensayo cuya portada con dibujos y título jocoso “Si te gustan las rubias ¡Eres un machista!” publicado por “Editorial Inciciativa Mercurio” a primera vista, despista sobre su intrínseca relevancia, pues a mi entender, alerta sobre un extendido fenómeno que el librepensamiento padece a diario entre nosotros, a saber, “el Bandismo” voz acuñada por el autor y que debería haber aparecido como título del trabajo.

Juan Antonio Espeso, alias “Randy” para los amigos, ha rellenado una laguna de la reflexión colectiva, al ocuparse como nadie de analizar esa extendida tendencia que tenemos de ubicar a la gente en bandos, tanto en la esfera política (Partidos, ideologías), como económica (Corrientes), religiosa (Judíos, Cristianos, Musulmanes), deportiva (locales y visitantes) y aún artística (realistas, abstractos), denunciando sus peligros y vicios, a la vez que ofreciendo recetas para evitarlos en la medida de lo posible por medio de ingeniosas formulaciones académicas del estilo Teorema de, Hipótesis de, Axioma de, etc, apoyadas en fuentes imaginariamente eruditas, en caustico retruécano a la casta intelectual que envuelve sus elucubraciones pretendidamente elitistas cual renovados medievalescos Argumentos de Autoridad, acentuando así, más si cabe, su decidida apuesta por favorecer el denominado “Espíritu crítico” que a estas alturas ya ha adquirido el rango de fantasma, por lo que, en mi sana opinión, la mera lectura en bachillerato de esta genial obra de filosofía práctica, recuperaría para la sociedad y los ciudadanos en menos de dos generaciones, la facultad de pensar por uno mismo sin miedo a ser encasillado por el resto, ni a autocensurarse la persona por celo de falsa coherencia interna, pues como he advertido muchas veces, “yo jamás me contradigo: me complemento”. Claro que, como subraya el artífice de esta joyita literaria, podemos caer entonces en la denominada “Paradoja Randyana” cuál es, la de dividir al mundo en Bandistas y no-Bandistas, como si no tuviéramos bastante con las banderas, los bandos, las bandas y los bandidos, asunto del que me ocuparé en otra breve cita con los lectores.

El Bandismo aparece magistralmente definido como aquella falacia mediante la cual se nos persuade de que los pueblos y los individuos pertenecemos irremediablemente a un bando, palabro que ilustra mejor la manipulación del hasta ahora denominado “Frentismo” por cuanto el primero abarca un mayor número de casos, siendo el segundo sólo una consecuencia del anterior. El mejor exponente de ello lo tenemos en que por el hecho de nacer, ya somos sicilianos, italianos y Europeos, sin necesidad alguna de estudiar o pasar un examen, mientras otros, por capricho de las coordenadas geográficas que no espaciales, se les atribuye ser Cameruneses y Africanos. Y además, nadie puede escapar a ello, pues si es difícil la apostasía en el seno de la Santa Madre Iglesia, prueben ustedes a intentar dejar de pertenecer al Estado francés o español.

El Bandismo se reconoce por entender que todos hemos de pertenecer a un bando; siendo preferible el Bandismo simple, es decir, la separación del Universo del Discurso en dos bandos como Israelitas y gentiles, payos y Gitanos, fieles e infieles, izquierdas y derechas; preferiblemente enfrentados como indios y vaqueros, taurinos y animalistas, madridistas y barcelonistas; por supuesto del todo excluyentes al modo de blancos y negros, esclavistas y abolicionistas, abortistas y provida, muertos y resucitados, buenos y malos, etc.

El planteamiento Bandista procura hacernos creer que por mantener una premisa A por ejemplo “Los homosexuales merecen todo nuestro respeto” ya pertenecemos al Bando A Bando homosexual; y lo contrario, si criticamos A es que no somos A seguramente se nos adscriba al bando B. Dividida de esta guisa la población, resulta sencillo convencerla que por que piensen A quienes piensan lo mismo son de los suyos e incluso amigos y quienes no lo hacen son de los otros, que es como el existencialismo de Sartre definiría el Infierno. Porque es propio del Bandismo pretender que por afirmar algo sobre A como “Estoy a favor de la unidad de España” y pertenecer incluso al bando A es decir, ser español, ya tienes que estar en contra de B, o sea, en contra de que vascos y catalanes tengan derecho a decidir su futuro por vias democráticas en referéndum.

El Bandismo también se caracteriza por asociar paquetes de ideas arbitrariamente en bandos de modo que si afirmas X como “Soy católico” de inmediato tienes que ser Z de derechas y un meapilas o por ser P como vegetariano necesariamente debes ser Q ecologista, pacifista, y bricomaniático.

La obra desgrana una a una las distintas formas y sutilezas con que se presenta el Bandismo en los medios de comunicación y en las relaciones personales sean estas laborales, vecinales o de pareja, trufado su contenido de casos destornillantes y de anécdotas como la referida en la introducción donde se nos relata que tras dejar el borrador del texto a un conocido para que le diera su impresión, aquel muy serio le dijo: “Sería necesario que aclararas un poco más al público de parte de quién estás”.

Daniel ¡Te queremos!

¡Cada vez que una buena persona por su cuenta y riesgo transfiere de la potencia al acto una fantasía obsesivamente acariciada por la conciencia colectiva contra los símbolos del Poder opresor, antes que la ciudadanía en masa reaccione abiertamente mostrando su general simpatía hacia la causa y aún las consecuencias de su sorpresiva acción en calles, plazas y cafeterías brindando con champán repartiendo dulces entre los allegados, los Gobiernos criminales y las Instituciones corruptas, inmediatamente ponen en marcha los protocolos de desprestigio del personaje a través de los órganos de propaganda del régimen, consistentes en este caso, en transmitir la consigna de que, “la acción ha sido cometida por un individuo con problemas mentales”. Y ya huele a chamusquina que el problema mental de estos sujetos siempre salga a relucir con ocasión de la lógica reacción natural del animal humano ante quienes le procuran un gratuito daño continuo en sus sufridas vidas y nunca se plantee la posibilidad de que el problema mental, sea acaso, no reaccionar ante dicha realidad padeciendo sus males sin presentar la más mínima resistencia.

Bien sabe el Dios Santo y Misericordioso que cuando anónimos ciudadanos, habiéndose mostrado hasta la fecha de autos, vecinos pacíficos, probados trabajadores, responsables cabezas de familia, constantes pagadores de impuestos consumidores fijos e incluso ingenuos votantes, de la noche a la mañana sin que nadie pueda predecirlo, entran en una sucursal bancaria cuchillo en mano para degollar al director que le convenció con artimañas para invertir todos sus ahorros en preferentes; allanan a punta de pistola el domicilio particular de un corrupto para secuestrar a su mujer e hijo con intención de que confiese dónde está el dinero; o como en el reciente caso protagonizado por una persona encantadora como Daniel Pérez, empotran contra la sede de un Partido Político su vehículo cargado de explosivos jugándose la vida…ciertamente tienen problemas mentales, mas no por haber atacado a sus enemigos, cosa que me parece de lo más cabal, sino por haber padecido de ellos su perpetuo hostigamiento en forma de despido improcedente dejándole en la calle con dos bocas que alimentar; de paro estructural tras años de esfuerzo y formación sin haber podido cotizar a la seguridad social llegado a la treintena, ante las cartas del juzgado cómplice avisando del desahucio de su casa por el impago de la hipoteca, etc, situaciones cuya presión, angustia y estrés, sufridas desde la más flagrante injusticia, provoca desesperación en las mentes débiles, impotencia en los cobardes y profunda meditación en las conciencias más preclaras de la población, toda vez, han alcanzado la convicción moral de que la solución a sus problemas mentales, pasa por la acción directa contra los tiranos de nuestro tiempo, no sin percatarse que su sacrificio personal reportará beneficios a todos, menos precisamente a su persona.

Mas como quiera que la mayoría sufriente no reaccione contra el Poder opresor, confundiendo el pasivo aguantar con la activa resistencia, bien podría entenderse entonces que el destacado espíritu de sacrificio altruista de cuantos se inmolan física y socialmente en esta serie de actos lamentablemente puntuales, sea la característica que mejor distinga al demente de nuestros días en nuestra egoísta pusilánime sociedad, la cual, pese a todo su atolondramiento, todavía es capaz de emocionarse íntimamente con estos actos de entrega vital, creyendo que con ello salva su dignidad como pueblo. Pero no basta.

Si no sois capaces de mostrar vuestras dificultades para llegar a fin de mes por vergüenza, si sois incapaces de explicitar vuestro descontento por trabajar en algo que jamás hubierais deseado en condiciones deplorables, si escondéis vuestro enfado con vuestros amos por temor a que empeore el trato, si no tenéis valor para expresar públicamente vuestras quejas…al menos, sed dignos de nuestro Señor Jesucristo haciendo frente a la propaganda mostrando al mundo, como lo hago yo ahora, vuestra inmensa alegría por la Gracia divina de poder compartir la existencia y respirar el mismo aire bajo el cielo estrellado que nuestro hermano Daniel, quien por justicia y santidad padecerá el martirio por todos nosotros a manos del gobernante indigno. Y exclamad conmigo: Daniel ¡Te queremos!

Rajoy hipnótico

Soy el Presidente del Gobierno de España. No aparte la mirada de la pantalla de plasma y fíjese sólo en mis ojos. Cuando cuente ¡Tres! Usted estará plenamente dormido dispuesto a acceder a todas mis demandas.

¡Uno! Se siente pesado, hundido, apelmazado, abatido, derrumbado, alicaído, desvalido, sin fuerza ni esperanza para levantarse por si mismo, siempre necesitado de alguna ayuda institucional para subsistir, porque usted es un fracasado, un inútil, un inadaptado, incapaz de mantener un empleo, comprar una casa o formar una familia. En otras palabras, usted se percibe poco menos que escoria social.

¡Dos! Ahora usted se ve rendido, sometido, derrotado, aplastado, anonadado, siempre con miedo y temor, en un estado de shock que le imposibilita reaccionar. No puede pensar con claridad. No entiende qué sucede a su alrededor. No quiere saberlo. No quiere conocer. Sólo desea dormir y no despertar hasta que pase la pesadilla en que se ha convertido su existencia.
Ahora nota como sus órganos se atrofian, se agarrotan sumiéndole en un estado catatónico, impidiéndole todo movimiento. Usted se halla completamente inmóvil, rígido, en reposo, en una quietud absoluta. Usted experimenta un gran sopor; tiene enormes ganas de bostezar; está a punto de introducirse en un sueño profundo, muy profundo…

Y ¡Tres! Usted ahora está durmiendo. Pero algo se agita en su interior. Oye voces que le impiden disfrutar de su descanso. No las haga caso. ¡Son los de siempre! Ahora esas voces se irán apagando y escuchándose cada vez más y más lejos hasta desaparecer.

De inmediato, una cálida Alegría embriagadora se adueñará de todo su Ser. Se siente eufórico, pletórico, omnipotente, no cabe en si de gozo. Todo está en calma, en silencio y una gran paz lo inunda todo dirija a donde dirija la mirada. Usted desea gritar al mundo su Felicidad, pero tampoco quiere rasgar con su yoidad esa paz y se contiene, se refrena y reconduce su glorioso éxtasis hacia la intimidad de su noble espíritu.

Esa es la actitud que todos esperan de usted porque usted es sumiso, dócil y obediente en todo momento ante la autoridad. Usted no desea llevar la contraria a los medios, ni rebelarse contra sus jefes ni traicionar a su país. Usted es pacifista, no sabe manejar armas, no cree en la venganza, rehúsa tomarse la justicia por su mano, usted tiene fe en el Sermón de la Montaña, usted desea ardientemente que se le reconozca como un Bienaventurado.

Por ello, usted aceptará sin rechistar que le subamos los impuestos directos e indirectos, le rebajemos las prestaciones y servicios sociales, privaticemos los beneficios bancario-empresariales mientras repartimos sus deudas entre todos, le bajemos los sueldos, crezca la precariedad laboral, recortemos en salud y educación de sus hijos, le subamos la edad de jubilación, bajemos las pensiones, y cuanto sea necesario hacer desde el gobierno, pensando en su bien y felicidad.

Ahora, cuando cuente ¡Tres! Usted despertará del sueño reparador.

¡Uno! Usted se siente más ligero, ha adelgazado por lo menos 20 kilos; viste como en los anuncios del Corte Inglés; se puede decir que ha rejuvenecido; su cutis y sonrisa impecables; su matrimonio va bien y su amante ahora es modelo. Nada le preocupa.

¡Dos! Usted ya se ve en el programa “Españoles por el mundo” disfrutando del éxito en los casinos de las Vegas. Usted ya se contempla enseñando su casa en el espacio ¿Quien vive ahí? ¿Usted se ve patrocinando “Atrapa un Millón”. Porque ¡Hay confianza! ¡Hay optimismo! Y Creemos en usted, como usted cree en los deportistas españoles con los que forma equipo.

Y ¡Tres! Cada vez se siente más renovado, más lleno de energía, como renacido a un mundo nuevo donde las oportunidades le esperan a la vuelta de la esquina en forma de fabulosos negocios donde se ve triunfador como el emprendedor en que se ha convertido gracias a la tarea del Gobierno que presido.

Del sueño a la pesadilla


Pese a ser su coetáneo, Calderón ninguneó la Duda cartesiana para distinguir lo real de lo irreal en metafísica evanescencia poética preludiando la inhibición romántica de la angustia existencial de su personaje Segismundo guiado por el diablillo que engaña a la conciencia haciéndola creer que “La Vida es sueño” pero no el “Sueño de una noche de verano” shakespeareana, más bien el de la Razón goyesca que derrotada por “La siesta de un Fauno” mallameana, desesperada ve el mundo al revés como José Agustín Goytisolo en el “Lobito bueno” donde el pirata es honrado y la bruja hermosa, versión magistralmente retorcida del “Ahora que vamos despacio” contemplando como los monstruos razonan.
El cerebro humano, indistintamente de lo tonto que sea el individuo que lo posea, piensa por su cuenta para defenderse de la alta probabilidad de haber ido a parar a un sujeto incapaz de procurarle felicidad y muy al contrario no evitarle dolor ni sufrimiento. Al margen de todos sus vicios, necesidades, ambiciones y claves motivadoras que pudieran interferir en su bienestar psicosomático, se las ha apañado durante millones de años para obligarnos a descansar. A tan inteligente medida como que nos entre el sueño le debemos ser sociales, porque no somos sociales por naturaleza como dejó sentado Aristóteles, sino ¡porque dormimos profundamente! lo que convirtió en imprescindible la cooperación en las tareas de vigilancia y la confianza mutua para no despertarse con el susto de verse degollado por el vecino, por no mencionar que en el peor de los casos de explotación laboral, a lo más que se les pueda hacer trabajar a los esclavos sea 16 horas diarias.
La mayor parte de la gente incluido usted, es tonta, porque no hace caso a sus cerebros que en gran proporción son muy inteligentes. En su inteligencia, cuando las cosas se ponen feas por el imbécil de dueño que le ha tocado soportar en esta vida, el cerebro da las órdenes oportunas para desenchufarse de la conciencia esquivando cualquier impresión negativa que le hiciera odiar el mundo y la existencia; es lo que conocemos como estado de coma.
Y no es que el hipotálamo sea un viva la virgen. ¡Ni mucho menos! La mayor parte del tiempo acepta el dolor como algo bueno que debería poner en alerta al sujeto sobre un particular que no le conviene. Pero de ahí a hacerse mártir o masoquista para bienaventuranza del Alma y placer del libertino respectivamente, pues como que no está por la labor interviniendo la parte no demente de la mente derivando al inconsciente lo que la conciencia no sabía administrar adecuadamente.
Vivimos una época de pesadilla en la que los anuncios más avanzados en venta inmobiliaria pagan al comprador por quedarse una casa que le regalan bajo compromiso de poner la propiedad a su nombre con tal de librarse de la hipoteca; donde los licenciados se matan por trabajar gratis durante años con tal de poder presentar en su currículo alguna experiencia laboral antes de cumplir los 30; en la que se persigue a quien paga a su pareja para casarse y obtener así la nacionalidad y sin embargo quien lo hace a un propietario de un piso se le facilita legalmente; un momento en que los gobernantes que se supone han de trabajar para el bien del pueblo al que dicen representar, actúan en su contra sin que les pase absolutamente nada pudiendo pasear tranquilos sin miedo ni perjuicio, cuando jamás fue así en la historia donde siempre han habido intentos continuos de deshacerse de los tiranos.
La vida democrática de las personas, es un suceder de días legislativos que pasan sin pena ni gloria diferenciándose poco del de los animales: durante su tiempo de vigilia, se procura el alimento, evita serlo de otros, busca cobijo, procrea…o sea, se mantiene vivo que no es poco; cuando duerme, parece estar inmóvil, ausente, impasible, casi muerto y sin embargo, en su interior parece gozar de una libertad que extraña cuando cree estar despierto. Sólo de sobrevenir una pesadilla, el cerebro despierta al sujeto y suele hacerlo bruscamente, aviso.

Sobre el nombre de los lugares públicos

A propósito de la resolución del Ayuntamiento de Palma de eliminar de su callejero a los Duques de Palma, “por su falta de consideración hacia el título”, estimación que corresponde ponderar a la Casa Real y no al municipio que mejor haría en esgrimir para su propósito la presunta estafa cometida contra las Arcas públicas del Pueblo mallorquín, les hago partícipes de esta reflexión sobre los nombres con los que se bautizan cuantas instalaciones públicas se sufragan con el dinero de todos.

Un reciente estudio efectuado por el Instituto ´Patafísico de Investigaciones Pánfilas (IPIP) refleja que, el 92,7% de los ciudadanos preferiría que los nombres de los lugares públicos nunca recayeran en personas que nada bueno hubieran hecho por la comunidad, porcentaje que se eleva al 98,4% cuando de quien se trata es un sujeto que en vida introdujo la discordia dividiendo a cuantos le rodeaban en amigos o enemigos. De estos datos se concluye que, de denominarse un lugar común con el nombre de alguien, las autoridades deberían observar que su figura mereciese la deferencia y que la misma, no generase malestar en un amplio sector de la población. Pues, creo no equivocarme en que la mayoría de los peatones preferiríamos transitar por la el Boulevard de los Payaos Gaby, Fofó y Miliki antes que hacerlo por el de Juan Carlos I.

Curiosamente, este cabal sentir general, es abiertamente contrariado de continuo por los responsables de la tarea, quienes sin ningún empacho salpican toda la geografía de motivos ofensivos para buena parte de la población en sádica actitud que en vez de buscar el bien común solo parece perseguir el de unos pocos, que por otra parte, siempre son los mismos. Por citar sólo dos casos: en Ávila tenemos la oportunidad de situarlos en el cruce entre las calles Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera, mientras en Bilbao cualquiera puede gozar de un paseo por la Avenida Sabino Arana. Y como estos hay millares de situaciones cuyas secuelas psicológicas son sufridas por la ciudadanía como las hemorroides, o sea ¡En silencio!

Sin entrar a valorar en absoluto los dos ejemplos citados, todos convendrán conmigo en que no es lo más apropiado. Es posible que un veterano de la Guerra Civil del bando Nacional disfrute a diario dando sus señas de residir en la primera dirección, pero dudo mucho que hiciera de la segunda su punto habitual de encuentro con los amigos. Y a la inversa, un Nacionalista Vasco estará encantado de empadronarse en la Avenida del fundador del PNV, aunque me temo no aceptaría vivir siquiera de alquiler donde el Nacional por muy nacionalista que fuera.

Huyendo de la subjetividad que pudiera darse sobre la oportunidad de bautizar las calles con nombres de Políticos facciosos, Generales criminales, Santos de dudosa santidad, Nobles únicamente por el título, etc, planteamientos extremos han apostado por eliminar toda referencia, distinguiendo calles y distritos únicamente con números, tal cual se hace con las matrículas de los utilitarios, como es costumbre en algunas ciudades de América. En ocasiones, sin llegar a tanto, se ha propuesto dejar en exclusividad nombres impersonales como “Calle de las Flores”. Sin embargo, opino que haríamos mal en prescindir de tan formidable herramienta de educación social, por cuanto contribuye enormemente a trasladar a la ciudadanía los valores a conservar por la comunidad, de igual manera que, la lectura de biografías ejemplares ayuda a fijar durante la niñez buenos modelos de conducta a imitar.

De querer conservar esta bella tradición, lo más acertado parece entonces dedicar plazas e Institutos a sujetos de probado prestigio que de no contar con la aprobación general por la enorme incultura subyacente, al menos, no provocarán malestar, pues hasta la fecha no conozco a nadie a disgusto con María de Zayas. Es lo que se ha venido haciendo con dramaturgos, literatos, músicos de prestigio y en menor medida con inventores, científicos o matemáticos, con los que en pos de la utilidad práctica se han obviado los habituales escándalos que en su momento pudieran haber ocasionado con sus ideas, así como con personajes históricos estilizados como Carlo Magno o Napoleón, de cuya verdadera historia nadie, salvo expertos eruditos, pueden dar cuenta de la intima moralidad de sus actos.

No digo yo que entre Jefes de Estado, militares, religiosos o políticos, no puedan surgir candidatos a ser distinguidos en el callejero de su ciudad por las Instituciones del país al que sirvieron. Lo que deseo transmitir es la enorme dificultad de que sus nombres sirvan al bien común, pues siendo sus quehaceres de discutible y discutida valía según sean contemplados por Monárquicos o Republicanos, pacifistas o patriotas, creyentes o ateos, de centro derecha o de derecha y cuantos distingos se les ocurran, difícilmente ayudarán a mantener la paz social que persigue todo Gobernante, al menos, en el plano emocional de los gobernados que está más interrelacionado con todos los demás de cuanto nos imaginamos.

En cualquier caso, a mi juicio, mayor atención merecen personas menos conocidas, aunque si, muy apreciadas en su entorno como son Maestros, boticarios, bomberos e incluso cajeras de supermercado, chóferes de autobús y vendedores de caramelos, que a lo mejor, en virtud de su contribución vital a su ciudad, barrio o calle, ganado se tienen ser recordados por sus vecinos en señal de reconocimiento.

En este sentido, son muchas las voces que empiezan a reclamar que se consulte a los directamente afectados antes de bautizar una calle, colegio o Polideportivo. Igual nos llevamos todos una sorpresa y marcas tan publicitadas por el Tontodiario como “Príncipe de Asturias”, “Reina Sofía” o “Duques de Palma”, dejan de aparecer por doquier cual especie de hongos venenosos, sustituidos por nombres de gente humilde que hicieron mayor bien a la sociedad y de los que aún olvidados por las futuras generaciones, nunca darán motivo de vergüenza o controversia a los pueblos agradecidos que los incorporaron a su paisaje nominal.