Diferencias entre Cáritas y el PP

Cual servicio público, es función social de la Filosofía, introducir la duda allí donde la convicción se halla muy a gusto entre acomodaticios prejuicios y complacientes costumbres, más todavía despejarla donde la misma crea zozobra, turbación y desasosiego a causa de la supina ignorancia propia o el malévolo enredo del manipulador, pues en ello consiste el pensamiento crítico, excusa docente que a duras penas la sostiene en nuestro maltrecho Bachillerato todavía como asignatura.
Sea entonces, que hoy me ocupe de hablar de algo que para todos parece una obviedad, a saber: que Cáritas Diocesana, es una entidad muy distinta al Partido Popular, pues, si bien la evidencia que lo es, no precisa de otra demostración que su mostración, no es menos cierto que en los tiempos que corren, a las supuestas verdades se las requieren ante los tribunales que presenten pruebas de su realidad.

Y es con este objeto que me dispongo a enumerar algunas diferencias venidas de inmediato a la mente entre Cáritas y el PP, por si en algo puedo ayudar en la polémica abierta entorno al tratamiento dado por Hacienda a la estimación de la cantidad defraudada por el Partido del Gobierno que según la Agencia Tributaria como recoge en su escrito dirigido al Juez Ruz ha sido como el dispensado para una organización como Cáritas. Intención mía que la mayoría de ustedes juzgará del todo carente de utilidad por estar de más en una sana inteligencia. Pero no así tratándose del Gobernante criminal, entiéndase desde el Jefe del Estado, hasta el Concejal de Urbanismo de cualquier ciudad, que acostumbrado a actuar de modo criminal y expresarse de modo criminal, con el tiempo llega a pensar también de modo criminal, sin distinguir el bien del mal.

La primera diferencia entre Cáritas Diocesana y el Partido Popular es bien notoria para todos: una es de carácter religioso concretamente adscrita al catolicismo, la otra lo es de índole político autoidentificado como Conservadurista.
Ello implica una segunda diferencia también de Pedrogrullo: Cáritas tiene vocación de servicio universal sin distinción, cuando el PP como Partido Político que es, tiene tendencia a defender intereses de un sector muy particular y privativo de la sociedad, no a toda ella.
Una tercera diferencia entre ambas entidades tiene que ver con las consecuencias de su acción: mientras Cáritas palia las dificultades por las que atraviesa la gente desamparada, el Partido Popular, sólo ayuda a los suyos, sin reparar en los daños que su acción pueda causar en el resto de la población, cuyas heridas precisamente Cáritas se ocupa de restañar.
En consecuencia, la cuarta diferencia responde a su íntima naturaleza: Donde Cáritas es una organización filantrópica, el PP es una entidad sociópata.
La quinta diferencia estriba en sus fines: la actividad de Cáritas no tiene ánimo de lucro, mientras en el PP toda su actividad parece perseguir este fin con todo su afán.
Estrechamente vinculado con esto último, hallamos una sexta diferencia respecto a su financiación: Cáritas, dependiente de la Iglesia católica se nutre de las aportaciones generosas y desinteresadas de sus fieles entregadas via declaración de la Renta, o en el cepillo de la misa dominical, en tanto que las fuentes de financiación del PP dependen de las subvenciones directas del Estado, o sea, de nuestros impuestos, cuando esto no les parece bastante, del saqueo organizado de las Arcas públicas, o en su defecto de las anónimas donaciones realizadas por empresas y particulares relacionados con las contratas y subcontratas públicas por sus miembros otorgadas.
Y finalmente, la séptima diferencia tiene que ver con las convicciones de las personas que integran sus dos organizaciones: mientras las personas que trabajan en Cáritas son gente de buena fe y con la conciencia tranquila, aquellos individuos que están con el PP lo están de mala fe, aunque coincidan en lo de estar muy pero que muy tranquilos.

El Impuesto explicado a los niños

Imagínense ustedes viviendo en un país donde los criminales y corruptos, se hayan hecho con el control absoluto de sus Instituciones democráticas, desde la Jefatura del Estado, hasta la más marginal de las concejalas municipales, verbigracia, la ocupada del alcantarillado y las basuras, pasando por el Ejecutivo, los Ministerios, el Parlamento, la Judicatura y el largo etcétera de estructuras justificadas con la excusa de hacer cumplir la voluntad popular en defensa del Bien Común en pos del Interés General. E imagínense igualmente, que su población, pese a estar al tanto de su desgracia, sea por cobardía histórica ante el dirigente o por haber heredado un alma social pusilánime, asume la situación como un suceso del destino, confiada en que el mismo es de carácter pasajero y no permanente.

Posiblemente, exijo demasiado a una ciudadanía acostumbrada a la ejemplar honradez de sus dirigentes y a demandarles eficacia y pulcritud en el desempeño de sus cargos públicos; mas, es imprescindible, que los lectores concedan a este autor, tan particular esfuerzo mental de su parte, a fin de entender mi frontal oposición a que en dicho lugar y circunstancia, los padres permitan sumisos que sus hijos sean adoctrinados en los colegios a manos del Ministerio de Economía y Hacienda sobre la necesidad de pagar Impuestos y aún de asumirla ellos mismos en el presente inmediato, si bien, esto último, requiere de un tratamiento separado, a cuyo objeto nada más recomendable que empezar por la lectura del elocuente “Elogio de la ociosidad” de Bertrand Russell.

En un contexto como el descrito, es de suponer que los resortes del Poder Político, a priori diseñados en Democracia para salvaguardar la integridad, la propiedad y libertad personal de la mayoría de la Sociedad, no sirven tanto para vigilar, contener o en su defecto perseguir el delito contra ella cometido, cuanto para permitirlo, extenderlo y fomentarlo en beneficio de una minoría. En consecuencia, es lícito desconfiar, cuando menos cuestionarse, la clase de conocimientos perniciosos que sobre la materia de Impuestos, estos impostores tienen previsto impartir en las aulas con la complicidad necesaria de la Institución docente y la aquiescencia del profesorado a sueldo que engrosa sus filas. Pues, aun aceptando que los padres no están preparados, ni física, ni psíquica, ni intelectual, ni material, ni judicial, ni militarmente, para ejercitar su positivo Derecho a la Desobediencia Civil, bien fundamentado por Thoreau aunque interesadamente muy mal interpretado en clave pacifista por quienes se presentan como sus divulgadores, les debería sobrar fuerzas espirituales para enmendar silenciosamente la situación por medio de su progenie, la cual, más adelante, presumiblemente tendría la oportunidad de recuperar la dignidad perdida de ser un ciudadano.

Porque en su ingenuidad, muchos de estos padres trabajadores y honrados – acaso por ello pobres – interiorizado como tienen vivir en un país gobernado por criminales y corruptos, podrían, no sin motivo, juzgar harto provechoso para el futuro profesional de sus hijos que dichos sujetos transmitieran sus conocimientos jurídico-financieros-político-empresariales, para ralentizar juicios, realizar sobornos, obtener indultos, evadir capitales a Paraísos Fiscales, recibir subvenciones públicas sin justificarlas, hacer facturas falsas, aprovechar las ventajas de una Fundación para la contratación de personal laboral, y resto de conocimientos útiles no disponibles en un programa de estudios convencional atiborrado de Filosofía, literatura, gimnasia y plástica. Cuando las intenciones de sus gobernantes, precisamente no van en dicha dirección, sino en la contraria.

Por lo que he podido averiguar vía Internet, las clases que el Ministerio de Hacienda de dicho país tiene previsto impartir en los colegios públicos a escolares de entre 10 y 12 años tienen por objeto explicarles qué son los impuestos, cuál es su función y finalidad con ánimo de educarles en el derecho y obligación fiscal de todo buen ciudadano. Esto, ya debería ser ofensa suficiente para soliviantar los ánimos de sus progenitores que queriéndolo o no, predican con el ejemplo, pagando el IVA hasta en el pan. Pero no es lo peor.

Según parece, entre las enseñanzas a administrar a los futuros proletarios, se encuentran escurridizos sofismas como “Existen necesidades comunes a mucha gente cuya satisfacción exige esfuerzo colectivo, porque cada persona por separado no tendría capacidad para financiarlas. Para satisfacer estas necesidades colectivas, existen administraciones públicas, como la Comunidad Europea o el Estado, que se encargan de planificar los gastos de los servicios públicos que disfrutan los ciudadanos. Pero para poder pagar estos gastos, las administraciones públicas tienen que obtener unos ingresos que proceden de los ciudadanos”, cuyo mensaje subrepticio traducido en plata vine a decir: Los ciudadanos sois incapaces de autogestionar vuestro dinero y de satisfacer vuestras necesidades comunes. Por eso, es justo y necesario, que terceros como nosotros, que si sabemos hacerlo, lo realicemos por vosotros, en vuestro nombre, con vuestro dinero”.

No es sitio ni momento adecuado, para aburrirles con la traducción completa del lavado de cerebro que en dicho país tiene previsto llevar a cabo contra la población escolar su Gobierno criminal – Me comprometo a publicarlo en breve. Pero para demostrarles la manipulación a la que serán sometidos los niños allí, si la comunidad internacional integrada en la UNESCO no lo remedia, les hago saber que, entre la maraña argumentativa entremezclada de ejemplos de patio de colegio, analogías de puesto de golosinas y metáforas salidas de la consola dirigidas a canalizar la bondad infantil hacia la religiosidad del paganismo consistente en “Si te roban el bolsillo por la izquierda ofrece el de la derecha”, en ningún momento, ni por descuido, en una explicación infantil sobre qué es y para qué sirven los impuestos, se da razón del genuino literal significado de “Impuesto” que abriría los ojos a más de uno sobre su realidad histórica primera y última en la relación entre Gobernantes y gobernados.

Hacienda contra los ciudadanos

La ciudadanía, en Democracia, pronto olvida que históricamente los Gobernantes son nuestros enemigos naturales. En consecuencia, cada dos por tres, se lleva las manos a la cabeza, en cuanto se entera de los atropellos para con ella cometidos desde las instituciones y organismos oficiales, por entender que los mismos no son posibles, cuando lo cierto es, que sí lo son y además está así dispuesto por quienes hacen la ley que no son otros que cuantos hacen las trampas.
Este es el caso de lo sucedido con ocasión del acto benéfico “Partido por la vida” celebrado en Málaga la pasada Navidad, una actividad solidaria donde participaron de modo desinteresado famosos y futbolistas, impulsado por la asociación de policías nacionales «La Biznaga azul» con la que se recaudaron 18.000 euros destinados, en principio, íntegramente a ayudar a Idaira Osuna, una pequeña que padece una grave enfermedad degenerativa, y a la Asociación Malagueña de Mujeres Operadas de Cáncer de Mama (Asamma).
Pues bien, en el mismo país donde el yerno del Rey se permite recordar bochornosamente a los contribuyentes que “defraudar a la Hacienda pública menos de 120.000 euros no es delito fiscal”, los organizadores de este acto altruista se encontraron con la indignante sorpresa de que semanas después de haberse celebrado el partido Hacienda les reclama inmisericorde el 21 por ciento del IVA de las entradas y conmina a presentar alegaciones para retrasar el pago de la multa que les han anunciando por no haber hecho frente al mismo en tiempo y hora.
Tan indecente reclamación ha sido fundamentada en el tecnicismo de que los asistentes al espectáculo benéfico adquirieron una “entrada” en vez de realizar un “donativo”, que está exento de tributación. Empero, los organizadores no entienden por qué Hacienda no les avisó antes a pesar de que la actividad había sido debidamente publicitada y contó con una amplia cobertura mediática durante su presentación.
Lamentablemente, “La biznaga azul” integrada por policías nacionales, consciente de no contar con la colaboración de un fiscal sin vergüenza como Horrach, capaz de interceder de motu propio en su caso con la misma celeridad y celo con que lo ha hecho para defender la imagen y los derechos de la Infanta Cristina de Borbón, ha satisfecho la voraz reclamación el pasado Martes ingresando en la cuenta de la Hacienda Pública más de 3.000 euros correspondientes al IVA a la espera de qué sucede con el importe de la multa impuesta.
Por suerte para ellos, el aberrante comportamiento de Hacienda que recuerda mucho al modus operandi de la SGAE, ha inclinado, por esta vez, la balanza mediática de parte de la información en detrimento de la censura, por lo que estoy convencido de que, ahora que todo ha salido a la luz, es probable que el Ministro Montoro tome cartas en el asunto al objeto de restituir la cuantía a sus destinatarios legítimos, cuáles son, la niña enferma y las mujeres afectadas por cáncer.
Ahora bien, la mente de los Gobernantes no razona como la de los ciudadanos normales y corrientes, asaltada como está por consideraciones generales que exceden cualquier argumento nacido del sentido común, verbigracia, lo inapropiado de sentar un precedente, por lo que en caso, de no haber una rectificación por parte de quienes han cometido tan magno desaguisado, lo suyo sería que las distintas Instituciones Andaluzas y Malagueñas realizaran una cuestación entre diputados autonómicos y concejales de la capital para restituir a los organizadores del acto benéfico tan pequeña cantidad, pues a fin de cuentas, ellos son los directamente beneficiados por los impuestos que recauda Hacienda y no sería justo que lo ahorrado por los ciudadanos para ayudar a sus vecinos afectados por graves enfermedades, al final acabara llenando sus bolsillos en forma de dietas de desplazamiento, dietas por asistencia a comisiones, dieta para gastos de representación y el largo etcétera de dietas a la que está sujeto el régimen democrático.

Messi somos todos

Ante los malos momentos por los que está atravesando el astro argentino Messi, uno de los mejores futbolistas de la historia que lo ha sacrificado todo para ofrecernos lo mejor de su genio, entrega personal y humana que no tiene precio y que no hay con qué pagarla, el pueblo español ha de demostrar a propios y extraños de lo que es capaz una nación que aun pasando internacionalmente por atrasada, analfabeta, inculta o acientífica a la cola del mundo desarrollado en educación, investigación y desarrollo, al menos, nos mantenemos incólumes en nuestros valores señoriales de hospitalidad, lealtad y agradecimiento para con quien nos ha brindado los momentos más felices de nuestras vidas en estos tiempos de zozobra, en la medida de nuestras limitadas posibilidades ahora que necesita más que nunca de nuestro aplauso.

Messi es un buen chico; si habláramos de Pepe, todavía…Pero Messi, es la encarnación del hijo que todos los padres desearían tener ¡incluidos los Madridistas! Entonces ¿Cómo es posible que Hacienda le ande pisando los talones como a un vulgar defraudador? ¿Desde cuándo se persigue en España el auténtico fraude fiscal? Hacienda debería replantearse coger a Messi como chivo expiatorio para cubrir su muy deficiente actuación ordinaria al respecto y buscarse otro famoso cabeza de turco con el que dar escarmiento público para regocijo del vulgo ávido de descargar en la plaza mediática toda su frustración acumulada contra tanto sinvergüenza a quienes por falta de actuación administrativa, sólo podemos poner nombre a toro pasado, cuando los delitos han prescrito o nos informan por el Boletín Oficial del Expolio que han sido indultados. Porque ¡Messi somos todos!

Así es. Messi es un joven deportista que vive de su trabajo cumpliendo como el que más con su obligación de pagar impuestos directos e indirectos. Y es alto probable que, además de contribuir como el que más a Hacienda por medio de sus millonarias retenciones, ingentes cantidades de IVA, cotizaciones a la Seguridad Social, etc, e incluso más que como varios miles de nosotros juntos, puede que le haya sobrado un pequeño pico de 4 millones de euros en toda una legislatura ¡Cuatro Ligas! que han escapado a su honradez, a la de sus asesores o a la de su padre.

Dejando a un lado los planteamientos morales relativistas donde se podría apreciar que en el caso de Messi, la cantidad no es nada del otro mundo para una figura internacional de su talla en comparación con todo lo que se recauda gracias a sus millonarios contratos por sus derechos de imagen y publicidad, más todavía si cotejamos su resultante balanza comercial con Hacienda con la de las Grandes Fortunas autóctonas, los Grandes empresarios, los Grandes Banqueros, los dirigentes políticos y demás gente del hampa financiera…esta presunta falta denunciada con nocturnidad y alevosía a bombo y platillo a traición aprovechando que el jugador se encuentra fuera del territorio con su selección sin poderse defender ante su gente que lo ama y lo quiere como a un ídolo, seguramente tiene la misma explicación que en su día me dieran algunos vitorianos para entender lo sucedido con los tejemanejes de Urdangarín “Iñaki era un buen chaval, inteligente, sano, deportista, formal…por lo que se le conoce ahora, eso no lo aprendió aquí”.

Estoy convencido que idéntico razonamiento estará siendo esgrimido en Argentina, tierra donde el Sol de la virtud nunca conoce su ocaso, sabedores de que su compatriota, salió del país formado en sólidos principios del deber cívico, de modo que, de haber incurrido en la minucia que se le atribuye, ello habrá sido por seguir el dicho “Allá donde fueres haz lo que vieres” y la verdad es que sólo afiliado a la ONCE podría haberse mantenido más firme en su deber como ciudadano entre nosotros.

Por todo lo aquí expuesto, Messi, debería ser objeto de un acto de desagravio nacional recibiéndosele a su regreso en olor de multitudes en la Moncloa por Rajoy y en Zarzuela por Juan Carlos, las dos autoridades que mejor representan nuestra genuina idiosincrasia.

Educación para la Pagaganía

No por esperada, nos ha pillado a todos menos por sorpresa. La gran medida que el Gobierno de Rajoy estaba pergeñando para combatir el fraude fiscal, bajo cualquiera de las imaginativas formas que nuestra legislación vigente le permita adoptar, ha sido finalmente revelada por el Partido Popular registrándola el pasado Jueves como Proposición no de Ley en el Congreso, la cual consiste en introducir la Educación Fiscal en las aulas de Primaria para que los niños desde los 11 años, tengan conocimientos tributarios, con ánimo de garantizar al conjunto de la sociedad que al final de la ESO el alumnado disponga de una cultura financiera-tributaria suficiente para gestionar competentemente este ámbito de sus vidas
cuyo objetivo fundamental es «prevenir el fraude fiscal». El texto está firmado por su portavoz Alfonso Alonso, persona inteligente y cordial con quien tuve oportunidad de departir en varios actos protocolarios de ajedrez siendo él Alcalde de Vitoria. Es con esta licencia, que me dirijo al Portavoz del PP directamente:
¡Apreciado Alfonso! En términos generales, comparto espiritualmente los propósitos declarados en la propuesta. Es bueno que como se ha argumentado “los estudiantes se familiaricen con conceptos como cuenta bancaria, fondo de pensiones, instrumento financiero, préstamo e hipoteca y tengan una idea general sobre el funcionamiento del sistema impositivo”. La cuestión que te traslado es si, además de bueno para los estudiantes, ¿también será bueno para el propio sistema impositivo? Paso a exponerle el motivo de mi duda retórica.
Me parece un gran paso en aras de la igualdad por parte de su Partido, favorecer que los hijos de las clases Parada y Trabajadora participen del conocimiento reservado a los provenientes de las capas más elevadas de la sociedad a la que pertenecen el grueso de su electorado inteligente. Pero en verdad, la suerte de conocimientos que se les van a impartir, ¿A quién interesan más? ¿A un futuro trabajador de cuya nómina le detraen la cotización quedándole apenas para vivir? ¿A un próximo parado que aun sin ingresos habrá de hacer frente a los impuestos indirectos si quiere comer de oferta en el supermercado? O ¿a cuantos tienen tal cantidad de bienes, ingresos y capitales que les sale muy a cuenta aprenderse de memoria los recovecos del sistema para, en el mejor de los casos, averiguar cómo poder tributar legalmente lo menos posible?
Ya te le comenté hace más de diez años que “usted es una persona excepcional y que llegaría muy lejos honradamente”. Por eso, no me puedo explicar cómo ha dado curso a esta patraña de propuesta. Doy por hecho de que es consciente de su inutilidad ¿De qué se les va a hablar a niños de 11 años? ¿Del IVA de las chuches para que se encabronen al conocer que de 10 céntimos que pagan por un chicle, al menos dos se los lleva Hacienda que cada vez somos menos? ¿es que se tiene intención de amedrentar a los quinceañeros con que la paga dominical es una forma más de economía sumergida por no haberse practicado en ella la retención del IRPF? Sobre qué se va a instruir a los jóvenes de Formación Profesional o preuniversitarios ¿Sobre cómo gestionar el subsidio del paro? ¿A caso los cuatrocientos euros? Es posible que tras todos los esfuerzos docentes, la nueva generación llegue a comprender por qué con el euro, cada vez trabajamos más y ganamos menos, cuya respuesta no es otra que por la misma razón que cada vez gastamos más y compramos menos.
¡Insisto! Alfonso. La intención es buena, pero el medio no me parece el más adecuado. Recuerde que el camino hacia el infierno está sembrado de buenas intenciones, más todavía cuando de la siembra se ocupa el mismo Diablo. Hoy en día, el fraude fiscal es cometido principalmente y en mayor cuantía por quien tiene mucho que ganar con su práctica y poco que perder de ser pillados in fraganti. Y aún así, estamos en disposición de afirmar que son los menos los que defraudan más, no tanto porque el resto seamos hermanitas de la Caridad cuanto por la Docta Ignorancia proclamada por Nicolás de Cusa que nos ayuda más de lo que nos conviene en prevalecer honrados en vez de exacerbar nuestra codicia por aquello de “ojos que no ven, corazón que no siente”. Es evidente que, el fraude fiscal, precisa más de estudio concienzudo que de talento natural tanto de Derecho como de Economía, mientras para cumplir con nuestras obligaciones tributarias basta el civismo o en su defecto, no tener opción por falta de oportunidad y conocimientos en la materia. Son los Abogados, contables, financieros y economistas, los mejor preparados para sortear a Hacienda y hacer trampas con la Ley. Sus servicios son ofrecidos a los más pudientes quienes les contratan a precio de oro. Tal es el beneficio que les genera robarnos a todos.
Pues bien, si usted Sr. Alonso, como yo comparte la hipótesis cristiana de que todos los seres humanos participamos de la misma Naturaleza pecadora, sinceramente creo que, de ser aprobada la propuesta del PP, en una o dos generaciones, se habrá agudizado todavía más el fraude fiscal hasta el extremo de tenerlo que despenalizar por ser costumbre y práctica general de toda la población.
Igual me quedo calvo detrás de las orejas, pero, para alcanzar los objetivos declarados, ¿no sería mejor corregir la laxa legislación en el Parlamento con ánimo de evitar la “Elusión Fiscal”, dotar de más medios e inspectores a la Hacienda Pública para descubrir el fraude, reforzar con más personal a los jueces que combaten los delitos económicos, además de aumentar las penas de cárcel por estos? Querido Alfonso, me atrevo humildemente a invitarle leer “Las cloacas de la Economía” del profesor Velasco, dejando a su preclara mente advertir cuánto hay por hacer en este campo por su Gobierno, antes de ir a las escuelas a dar lecciones de fiscalidad.