El niño tránsfuga

VA un día el crío y nos suelta a bocajarro, la galleta a remojo en la leche, que ya no es del Athletic, que ahora es del Real Madrid. La niña, que eso no puede ser, que si eres de Bilbao tienes que ser del Athletic. El padre de las criaturas, taquicárdico, subido a una banqueta intentando localizar el cristal de su chupirreloj midepulsaciones, que ha salido disparado encima de un armario al oír la buena nueva. Servidora, revisando mentalmente el historial en busca de posibles fallos. Un niño criado con chupete rojiblanco y leoncito de peluche. Con el abuelo, tap-tap-tap con la punta del pie en el suelo, a pie de cuna, esperando a que crezca para ponerle la equipación infantil. A ver quién se lo dice, a él, que ve los partidos con las zapatillas y la manta del Athletic. Esto le va a doler más que el penalti que falló Dani contra el Betis en la final de la Copa de 1977. El crío, con la tontería, ha provocado una hecatombe familiar que me río yo de la de Catalunya. Hasta mi cuñado, al que le interesa el fútbol lo mismo que el curling, le anda todo el día metiendo la cuña, en plan subliminal. “¿Qué has hecho hoy en el cole? Qué bueno es el Athletic, ¿eh? Aduriz es el mejor”. Pero él, erre que erre con Cristiano. Me pregunto qué le verá, aparte de ser uno de los mejores futbolistas del mundo y multimillonario. Para mí que nos está poniendo a prueba. Seguro que tiene escondida una cámara oculta en uno de sus aguiluchos de goma.

Arantza Rodríguez

arodriguez@deia.com

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