Un coletazo de sensatez

MENUDA llorera con lo del chiquillo”. Me lo dijo una vecina en la cola de la charcutería y asentí porque a mí también se me han escapado las lágrimas. Como a esa reportera a la que le pudo la emoción en directo a las puertas del funeral de Gabriel. Como a algunos de ustedes. A Patricia y Ángel les ha pasado lo peor que le puede pasar a un ser humano, la muerte de un hijo, en su versión más terrible. Y ella, como buena madre de un Pescaíto que es, nos ha sacudido las conciencias a todos con un coletazo de sensatez. Poniendo el foco en la bondad de la mayoría. Dando las gracias a quienes han echado el resto en su trabajo. Consolando, como lo oyen, a quienes le daban el pésame. Predicando serenidad con el ejemplo. Apelando al sentido común. Desprendiéndose, generosa, de su bufanda más preciada. Sonriendo desde lo más profundo de su dolor. Una mujer sencilla, rota, capaz de poner a toda una sociedad en su sitio. De enseñarnos a valorar lo importante, a no dejarnos llevar por la rabia ni invocar qué se yo en nombre del drama ajeno. Pena que haya quienes no han querido escucharla. Quienes parece que no se escuchan ni a sí mismos. “Qué suerte tenéis. Tenéis un ángel ahora para protegeros a vosotros”, les dijo a los padres una periodista casi camino del cementerio. De suerte, nada. Tenían un ángel en vida. Ahora tienen a un hijo enterrado. Y aún les queda lo peor.

Arantza Rodríguez     arodriguez@deia.com

Un comentario en «Un coletazo de sensatez»

  1. La verdad es que la historia es terrible. Y el deselance aún peor, si cabe. En fin, retales de la España profunda, supongo.

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