Niñoviazgos

La niña se echó el martes novio y a su padre le dio un amago de infarto. Casi de tal calibre como el que sufrió cuando se enteró de que la Pantoja y Paquirrín podrían dar las campanadas de fin de año. Y ustedes no se relajen, que hay críos que se emparejan en la haurreskola, aunque luego hagan ventosa y no se vayan de casa hasta los cuarenta años. La mía ha encontrado a su tercio de naranja con cinco primaveras. Y digo tercio porque su novio es polígamo. Al padre, por supuesto, le he ocultado ese dato. Bastante tiene con digerir que su pequeña tiene un pretendiente, como para explicarle que lo comparte con otra en el recreo. Y ya nos podemos dar con un canto en los dientes porque hay niñas que tienen un novio en el cole, otro en el barrio y otro en la academia de inglés.

Sobrepasado, tras leerle la cartilla a la pobre -se embaló y si no le paro, le suelta la charla de sexo y drogas de los 15 años-, el padre de la criatura se personó ayer en el patio y abordó al miniyerno para interrogarle sobre sus planes de futuro. A corto plazo, dijo el bendito, tenía pensado ir al baño porque se estaba meando y, ya de mayor, quería ser Spiderman. A mí me pareció muy práctico poder saltar de la Torre Iberdrola a las Isozaki para repartir pizzas evitando atascos, pero a él lo de la malla marcapaquete no le convenció. Ayer los tres inconscientes se casaron. Para desengrasar, le tuve que contar al padre lo de la detención del Dioni en Acorralados. Seguro que para mañana a la tarde, con eso del divorcio exprés, ya se han separado.

Feliz falsedad

Dicen que en Navidad hay que hacer el bien, pero confieso -bajo riesgo de ser sepultada en carbón- que desde que planté el abeto miento más que hablo. Y ustedes no se hagan los angelitos. Si tienen niños, seguro que también los han engañado. ¡Es tan tentador! Que si Olentzero tiene más cámaras para verte que Gran Hermano, que si debes dejarles tu chupete a los Reyes para que te traigan regalos… Los chantajes, eso sí, sólo funcionan con los pequeños. Intentarlo con preadolescentes está contraindicado. A no ser que quieran oír un humillante: «Cómprame la Wii y no me ralles».

Aunque quisieran ser sinceros, a los padres no les queda otra que inventar. De alguna manera hay que justificar esa lista de personajes navideños más larga que la del paro. Para liar más la cosa, algunos usan varios nicks, como Papa Noel, alias Santa Claus o San Nicolás. ¿Acaso Interpol no piensa investigar por qué cambia tanto de identidad? ¿Será un explotador de elfos? ¿Dónde demontres están los sindicatos? ¿Y por qué conduce Rodolfo -el reno, no el langostino- con esa sospechosa nariz roja? ¿Nadie le va a hacer la prueba del alcohol?

Confusos, los hijos preguntan quién es ese chico negro que se pela de frío a las puertas de un centro comercial y a uno no le queda sino improvisar. De esta me hago bertsolari y eso que para los belenes aún no tengo explicación seglar. «Ese no es un payaso, es el rey Juan Carlos», discuten frente a un nacimiento de plastilina dos canarros y esperan mi dictamen. Menos mal que sonó la campana.

¡Viva el amarillo!

No sé si me asusta más que un mocoso disfrazado de Batman me suelte «¡O te apadtaz o te mato!» o que una niña se pinte las uñas. ¡Qué espanto! De ahí a que patenten la depiladora infantil hay un paso. Porque los zapatos de plástico con tacón ya existen y exprimen los tiernos pies que ni en Guantánamo. Eso si las pobres consiguen mantener el equilibrio y no clavar la piñata de leche en el parqué flotante, que ya se han dado casos. Y a ver dónde va una princesita con el teclado averiado. Aunque, pensándolo bien, mejor que se acostumbren… teniendo en cuenta los andamios a los que se suben algunas crías de 14 años.

A la mía, de momento, le gusta jugar al balón, arreglar la cocinita con sus herramientas y disfrazarse de pingüino. Sospecho que tiene el gen hortera desactivado. Al menos, por ahora. Porque el otro día se paró en una juguetería justo delante de la voluminosa carroza-globo de la Barbie. Casi me da un infarto. Y no sólo por su estética barroca, sino porque, de haberle gustado, habría tenido que alquilar otra parcela de garaje. ¿Y a quién denuncias por daños y perjuicios: al diseñador, que obviamente no vive en un piso de 40 metros cuadrados, o a la tienda, que la exhibe, sin previo aviso, a la altura de una inconsciente de cuatro años? Por fortuna, siguió caminando, ajena al jugueterío sexista.

¿No va siendo hora ya de que muñecas y superhéroes sean, como el helado de piña, para el niño y la niña? Menos mal que a los objetores del rosa y azul siempre nos quedará el amarillo neutro de Bob.

Autocontrol

http://www.youtube.com/watch?v=uLH-Fq2XFIk

Les pagan por controlar el espacio aéreo, pero en el suyo han demostrado tener un falta absoluta de autocontrol. No como los parados, a quienes les van a retirar la ayuda de 426 euros y no por eso han dado por saco al resto. Eso sí que es temple y lo demás son tonterías. Temple o que no tienen ni para comprar espumillón, ¡como para gastar el creditrans en ir a las barricadas!

También los sufridos pasajeros han dado buena muestra de su saber estar. Han perdido días de vacaciones, sí, pero no los papeles. La faena, ya va siendo hora de reconocerlo, a alguno le ha venido hasta bien. A falta de mili y posguerra, tras hacer noche en un aeropuerto, por fin tienen una batallita que contar a sus nietos. Porque el mayor apuro que habían pasado muchos veinteañeros antes del día de autos había sido quedarse sin saldo en el móvil o que no se les guardase la partida en la Play Station. Menuda Nochebuena que nos van a dar relatando sus penurias. Que si el suelo de la terminal estaba muy duro, que si no había manera de recargar su iPad… Y se lo cuentan, mientras pelan langostinos, al aitite, que estuvo a punto de palmarla en las mismísimas trincheras.

El portavoz de los perpetradores aéreos ha dicho que no quiere ganar más, sino llegar el lunes a la oficina y que no le pidan trabajar el doble o el triple. Majete, bienvenido al mundo laboral terrenal. A estas alturas los controladores gozan de la misma credibilidad que Guti recién salido de un lunch navideño: «Lez judo que ezto no ez lo que padece. Hip».