¡Papa, llama!

Ha renunciado el Papa y se ha montado la de Dios es Cristo. Como si fuera tan raro que se jubile un anciano, lo de venerable no lo tengo tan claro. Eso les pasa por contratar a un directivo octogenario, que podrá ser muy valioso como asesor sénior, pero no está para ir de macrogira por el mundo en plan David Bisbal. Y mucho menos en la barca de San Pedro, más codiciada que la chatarra de contenedor a juzgar por las batallas internas que se libran en su bodega.

El sustituto -en la Santa Sede no entienden de cuotas- al menos tendrá asegurada la audiencia, que no es poco en estos tiempos de la TDT. Benedicto, por su parte, abandonará el Vaticano el día 28 en helicóptero, como algunos concursantes de Gran Hermano. Dicen que se retirará a un monasterio donde las monjas -¿por qué no monjes?- le lavarán los calzoncillos, le servirán las sopas y le llevarán la contabilidad del pastillero. Si todos son iguales ante Dios, ¿por qué les vetan a ellas la posibilidad de ascenso o arremeten contra los matrimonios gay? Y ya puestos a aclarar dudas, ¿por qué no se pasa el cepillo en las ceremonias VIP que retransmiten por televisión, pero sí en los funerales de los parroquianos? ¿Y quién tuiteará ahora en @pontifex frases como Todos somos pecadores? Mireusté, unos más que otros, aunque no se den por aludidos. ¿Empeñará su anillo en un Compro oro y lo donará a los pobres? ¿Su cargo será exmánager de Dios en la Tierra? ¡Papa, llama y me lo aclaras!