Niñoviazgos

La niña se echó el martes novio y a su padre le dio un amago de infarto. Casi de tal calibre como el que sufrió cuando se enteró de que la Pantoja y Paquirrín podrían dar las campanadas de fin de año. Y ustedes no se relajen, que hay críos que se emparejan en la haurreskola, aunque luego hagan ventosa y no se vayan de casa hasta los cuarenta años. La mía ha encontrado a su tercio de naranja con cinco primaveras. Y digo tercio porque su novio es polígamo. Al padre, por supuesto, le he ocultado ese dato. Bastante tiene con digerir que su pequeña tiene un pretendiente, como para explicarle que lo comparte con otra en el recreo. Y ya nos podemos dar con un canto en los dientes porque hay niñas que tienen un novio en el cole, otro en el barrio y otro en la academia de inglés.

Sobrepasado, tras leerle la cartilla a la pobre -se embaló y si no le paro, le suelta la charla de sexo y drogas de los 15 años-, el padre de la criatura se personó ayer en el patio y abordó al miniyerno para interrogarle sobre sus planes de futuro. A corto plazo, dijo el bendito, tenía pensado ir al baño porque se estaba meando y, ya de mayor, quería ser Spiderman. A mí me pareció muy práctico poder saltar de la Torre Iberdrola a las Isozaki para repartir pizzas evitando atascos, pero a él lo de la malla marcapaquete no le convenció. Ayer los tres inconscientes se casaron. Para desengrasar, le tuve que contar al padre lo de la detención del Dioni en Acorralados. Seguro que para mañana a la tarde, con eso del divorcio exprés, ya se han separado.