Manifestarse

La primera batalla es la del lenguaje, que nos impone la parte como si fuera el todo. Y esa está perdida: demasiado cansino matizar en cada enunciado que ‘las víctimas de ETA’ no son tales, sino unas asociaciones muy concretas que se han arrogado en exclusiva su representación. A partir de ahí vamos de cráneo. Si expresamos reparos a la manifestación del domingo en Colón, parece que nos estamos situando enfrente de miles de personas a las que se ha causado un daño injusto y que, por ello, sienten un dolor genuino. No es eso, por supuesto que no es eso, pero muy pocos se van a tomar el trabajo de separar el grano de la paja. Vivimos instalados en el trazo grueso, en el conmigo o contra mi, en el simplismo binario de considerar que todo se reduce a dos bandos y no caben los decimales.

Lo malo es que, sabiéndolo, no pongamos ningún cuidado en no echar más leña al fuego. Soy el primer crítico con los convocantes de esa manifestación que olía a naftalina y venganza. También con algunos de sus asistentes, en concreto, con los que fueron a salir en la foto, a ladrar un rencor añejo, o directamente, a enmerdar el patio con nostalgias y bravatas. De los demás, muchos miles, poco tengo que decir, salvo que en mi opinión estaban tan profundamente equivocados que la justicia que reclamaban era, en realidad, un injusticia de aquí a Lima. Sin embargo, ni siquiera la sospecha de que en el fondo de su ser eran conscientes de la engañina me empuja a negarles el legítimo derecho a salir a la calle a soltar sus proclamas. Insisto, por muy erradas y extemporáneas que a mi pudieran parecerme.

Si de verdad nos creemos una cuarta parte de las bellas palabras que aventamos sobre la convivencia, no podemos enfurruñarnos como hidras cuando vemos que el asfalto se deja pisar por personas de un credo distinto, incluso diametralmente opuesto, al nuestro. Salvo que en realidad lo que nos guste sea la bronca, claro.

2 comentarios en «Manifestarse»

  1. No nos lo creemos, en niguna época la gente ha convivido en paz, si no es una cosa es otra, lucha por los recursos, lucha para imponerme al otro o para que no me pisen por lo menos. Claro que tienen derecho a manifestarse como los parados, como los afectados por el Prestige, por las cláusulas suelo etc, sólo que cuando se manifiestan los segundos no pasa nada y cuando se manifiestan los primeros (las víctimas rojigualdas), los políticos se hacen caquitas.
    Entiendo que sientan odio, entiendo que quieran ver muerto al asesino de su ser querido, pero eso en castellano se llama venganza y no justicia, a su vez crea otras víctimas que tb querrán venganza .Además, estos etarras que van a salir han pasado casi 30 años enla trena ¿han estado odiando estos manifestantes todos estos años y quieren más? ¿Por qué llevan los paragüitas con la ikurriña y la bandera española? ¿Quieren ,como parte del resarcimiento de su pérdida, que Euskadi sea parte de España aunque los vascos no lo quieran? ¿Tenemos que penar todos los vascos?. En fin, carpe diem, voy a ver si me relajo un poquito con un buen hamaiketako antes de que me lo quiten o lo consideren sospechoso de ser parte del entramado.

  2. Tendremos que lamentar, una vez mas y van mil, que nuestros periodistas y políticos, -bienaventurados ellos que pueden hacerse oír porque tienen los medios (de comunicación claro) para tal menester- hayan dejado pasar la ocasión de refrescar la memoria y hacer pedagogía. Faltan periodistas y políticos valientes y sobran equidistantes, que son los que quieren desmarcarse de unos y de otros, como si “unos y otros” tuvieran las mismas herramientas: siempre hay que estar con el débil aunque sea un asesino, porque sino terminaremos haciendo del asesino fuerte un “no asesino” y del débil el único asesino. Eso fue en el fondo la manifestación de Madrid, hacer de los asesinos mas fuertes por medios de los asesinados por los asesinos mas débiles, unos “no asesinos”… Pero sus victimas ahí están esperando que algún periodista o medio de comunicación decida hacerles justicia, la misma que les niega el “Estado de Derecho” Victimas merecedoras de memoria, por adolescentes, por madres-padres, por abuel@s por haber sido violadas, por haber sido violadas y torturadas, por haber sino violadas torturadas y asesinadas, porque volvían a casa y les desparramaron los sesos o les dejaron postrados en cama para siempre. Esas victimas y muchas otras mas que han sido las “vencidas” porque no se podía hablar de ellas mientras ETA existiera -¿y ahora?-, porque no se ha condenado a nadie o casi nadie por su violencia, porque no revuelven las tripas a ningún periodistas que valientemente las convierta en titular hasta conseguir que los “vencedores”, los héroes de la lucha antiterroristas, esa lucha armada, pagada y justificada desde el gobierno y sus partidos políticos gobernantes, paguen por ello y dejen de acudir a manifestaciones que les sirva de impunidad.

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