Jijí-jajá

Los límites del humor son según, sin, so, sobre, tras, y me llevo una. Ni con el kit antinevada de la DGT está uno a salvo de naufragar en ese proceloso mar donde una aparente gracieta puede ser un delito de odio del nueve largo y, a la inversa, lo que se diría una intolerable falta de respeto acaba siendo un chistaco que lo flipas. Lo pistonudo es que la clasificación corre siempre a cargo de los mismos señoritos Rottenmeier y supertacañones del chachipirulismo King Size.

¿Que ponga ejemplos? A ello iba. Empiezo citando las collejas dialécticas que le han caído a una individua, jueza de profesión, que a título personal —porque bajo las togas hay, aunque a veces no lo parezca, seres humanos— se ha dirigido en términos muy duros a la publicación satírica El Mundo Today a cuenta de una chanza en la que los pastores quedaban retratados, jijí-jajá, como practicantes de zoofilia. ¿Se pasaba de frenada la magistrada? Es probable, porque parece que exigía una rectificación y hasta amenazaba con no sé qué acciones legales. Sin embargo, no deja de resultar curioso que prácticamente los mismos que la lincharon en las redes sociales actuando en nombre de la sacrosanta libertad de expresión están montando un pifostio considerable porque una chirigota del carnaval de Cádiz ha hecho un gag en el que se simula, jejé-jojó, la decapitación de Puigdemont.

Como ya anoté en una ocasión anterior, me abstengo de opinar sobre el trato que deberían recibir una y otra mofas. Me limito a rogar que ambas sean medidas con la misma vara. Si vale todo, vale todo. Si no vale todo, no vale todo. Pero no me tomen en serio.

3 comentarios en «Jijí-jajá»

  1. La risa dicen que va por barrios y la libertad de expresión parece que también.
    Si el «guillotinado» se hubiera llamado Felipe uve palito, a estas horas toda la artillería «del estado ese de derecho», Fiscales, jueces y demás mamporreros habrian actuado rompiendo la nariz de los payasos y convirtiendo el mismo circo en un valle de lágrimas para los guillotinadores.
    El cuello del elegido catalán y el del impuesto de sangre francesa tienen distinta longitud que me miden con diferentes varas, las risas y las libertades parece que también. A ver si algún día adoptamos el sistema métrico decimal para todo.
    ¡Tarea complicada!

  2. Tal vez la señora magistrada tenía un abuelo cabrero y la chanza le ha sentado como una patada en la bisectriz.
    Personalmente creo que el límite del humor está en el receptor, en quien escucha un chiste, que es quien puede objetar su ofensividad. Dejando de lado regímenes penales y olas puritanistas actuales, no debiéramos perder nunca la mordacidad, la ironía, el sarcasmo…pero hay que tener la espalda bien cubierta para lanzarse al ruedo hoy en día sin miedo a que cualquier mañana te tiren la puerta abajo como si fueses un vulgar tuitero.
    Buen trabajo, Javier. Sigue así.

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