Circo del morbo

Ya tenemos montado de nuevo el gran circo de la bilis con sacarina. El mismo que recientemente se refociló en el fango de Boiro con el caso Diana Quer, que antes estuvo en A Coruña ordeñando la muerte de Asunta Basterra a manos (supuestamente) de sus padres, y que, en definitiva, se estrenó en sus inmundicias en Alcasser, con la inefable Nieves Herreros como jefa de pista. Ahora sienta plaza en una pedanía de Almería, donde han acudido, cual tábanos al olor de la sangre fresca, decenas —si es que no son centenares— de tribuletes que no pararán hasta sacar la última gota de mierda sobre el asesinato de una criatura de ocho años, Gabriel Cruz, que en gloria esté.

Como precuela, doce días de búsqueda radiotelevisada al segundo, sin escatimar en la exhibición de miserias humanas en primerísimo primer plano. Por si no fuera suficiente filón con la angustia inconmensurable de la madre, a los traficantes de morbo al peso les cayó el gordo de la lotería: la más que posible infanticida es la novia del padre, que en titulares y grafismos es señalada como la madrastra para otorgarle un tono aun más siniestro a la brutal tragedia.

¿Quién deja de meter la cuchara en semejante perola putrefacta, si hasta los líderes políticos se han liado a codazos para ganar la carrera de las condolencias más lacrimógenas y/o la condena más rimbombante? Me temo que nadie, incluidos usted, lector o lectora, y yo, avinagrado fiscal de lo que se ponga a tiro, da igual un proceso soberanista que un suceso truculento. No es la primera vez que recuerdo que esto que tan mal nos parece sigue ocurriendo porque tiene público. Mucho.

La lección de Gaizka

Un cateto a babor y otro a estribor. Los dos, rezongando porque el invitado en la tribuna de prensa está teniendo la osadía de responder ¡en euskera! a una pregunta que le ha hecho ¡en euskera! un periodista de un medio de comunicación ¡en euskera! Hasta ahí podíamos llegar. Malditos vascos, les das la mano y te cogen el codo. ¿Para eso ganaron sus abuelos una guerra? Pues de eso nada, a cada intento por seguir con la respuesta en la diabólica lengua vernácula, un rebuzno en cristiano (probablemente con las zetas y las eses a la virulé; así suelen ser estos filólogos de ocasión) para que el aludido entre en razón y suelte las obviedades futboleras en el idioma de Cervantes, Queipo de Llano y Belén Esteban.

Quizá otro más melindroso se habría achantado. Pero Gaizka Garitano, que tiene el culo pelado de aguantar a plumillas garrulos por esos campos de Dios, no llegó al tercer aviso. El entrenador del Eibar se levantó, se estiró la chaqueta, e hizo el paseillo hasta la puerta con la cabeza muy alta, dejando con la copla al par de gañanes que le habían boicoteado con sus regüeldos. Juanjo Moreno, jefe de prensa del Almería y tipo que se viste por los pies, como demostró durante todo el chusco incidente, estaba verde por el sofoco: “¡Señores, que llevamos seis años en primera división!”, afeó a los palurdos.

Aunque ha habido quienes han contado el episodio como imaginan, me quedaré con lo positivo. Además del aplauso casi unánime que le hemos tributado aquí al deriotarra, la Asociación de la Prensa de Almería y muchos periodistas a título individual han pedido perdón por el espectáculo. Les honra.