Inmutable Constitución

Debo reconocer que me entretiene mucho este día de San Nicolás de Bari, digo de Santa Hispánica Constitución. Los telediarios de las cadenas amigas, enemigas y entreveradas llevan banda sonora de lira patriótica —o sea, patriotera—, y transcurren entre loas y proclamas a cada cual más estridente sobre las sagradas escrituras de la Celtiberia cañí. Chupito, cada vez que oigan que el inmaculado texto fue producto de la generosidad, la altura de miras, la decidida voluntad de superar el pasado y la inconmensurable talla personal y política de sus artífices.

¿Y acaso no fue así? Ustedes y yo llevamos las suficientes renovaciones del carné como para tener claro, incluso sin ánimo desmitificador, que la vaina no pasó de un enjuague oportunista. A la fuerza ahorcaban, y los que todavía tenían la piel teñida del añil de sus ropajes falangistas buscaron la componenda con los teóricos opositores al régimen que no pudieron evitar que el viejo muriera en la cama. Tocaba una de borrón y cuenta nueva, y como se engolfaba en decir el mago Tamariz de la época, Torcuato Fernández Miranda, el birlibirloque consistía en ir de la ley a la ley. En plata, del Fuero de los españoles a la Constitución de 1978.

Fue, sin duda, un mal menor, o si somos medianamente justos, una mejora respecto a lo anterior. Pero si resultaba largamente insuficiente en su génesis a golpe de cenicero lleno, cambalache y ocurrencias, cumplidos hoy los 41 años, la pretendida ley de leyes apesta a chotuno. Pide a gritos una puesta al día que, lamentablemente, no se acometerá porque sigue siendo la piedra angular de un régimen más sólido de lo que parece.

Marchena el digno

Miren por dónde, al magistrado Manuel Marchena le nace la dignidad con una semana de retraso —en simulado y diferido, que diría la políticamente difunta Cospedal— y saca un comunicado renunciando a presidir esa casa de tócame Roque que llaman Consejo General del Poder Judicial. Premio para el que tenga la presencia de ánimo suficiente para reprimir la carcajada seguida del vómito. Hay que gastar una desvergüenza de talla triple XL para arrearse un comunicado jactándose de ser la releche en verso de la ausencia de mácula después de siete días en boca de todo chirichi como el vendedor de su alma al bipartidismo renacido a cambio de un puesto de relumbrón. Viene a preguntarnos el mengano en su tardía descarga de amor propio que por quién le tomamos. Y cabe contestarle a lo George Bernard Shaw: quién y qué es ya ha quedado claro; ahora se está negociando el precio.

Corrijo: se estaba negociando. La renuncia al puesto que se le había otorgado por adelantado ha mandado al carajo todo el cambalache entre PSOE y PP para repartirse las fidelidades y las poltronas del presunto órgano de gobierno de los jueces. Por si faltaran pelendengues a la broma, la formación que rompe es la de Casado, cuando la espoleta que lo revienta todo son unos guasaps del senador pepero (y cosas peores), Ignacio Cosidó, en los que se vanagloria del trapicheo.

La conclusión provisional es que volvemos a la casilla de salida, solo que con unos cuantos jirones más en el descrédito de la Justicia. Y no digamos ya en el de la política, que no ha de pasarse por alto que el fétido episodio venía bendecido por el silencio cómplice de Unidos Podemos.

Bipartidismo a ratos

¡Las horas del tercer milenio que son, y este Montesquieu que no aparece! Van decenios ya sin saber nada de él. ¡A ver si va a ser verdad que está palmera y bien palmera, como porfió Alfonso Guerra en el cercanamente lejano o viceversa año del Señor (González) de 1985! ¿Lo creeremos? No sé, miren que también se daba por difunto al bipartidismo turnista español, y anteayer mismo renació de sus presuntas cenizas en forma de acuerdo, o sea, cambalache, para renovar el Consejo Superior del Poder Judicial. O del Joder Judicial, según el glorioso gazapo freudiano de ya no recuerdo qué veterano compañero del gremio plumífero.

Manda carallo con la Historia repitiéndose, no ya como farsa, sino como choteo infame. Les invito a bucear en la hemeroteca. Comprobarán cómo cada actualización del llamado gobierno de los jueces ha consistido en un desvergonzado apaño entre PSOE y PP, bien es cierto que con el concurso de otras siglas, incluidas las cercanas —se siente—, que en aras del pragmatismo ancestral, preferían estar en el baile, aunque fuera con la puntita, antes que en la grada.

¡Lo que se habrá quejado todo dios de la fórmula de marras! Hasta un tal Pedro Sánchez tiene dicho que había que “despolitizar el CGPJ” y que los partidos debían “dejar de proponer candidatos”. Pues ahí lo tienen, trapicheando con el pérfido Casado que el presidente de la cosa sea de la ganadería reaccionaria a cambio de que la mayoría de los vocales pertenezcan a la cuadra pretendidamente progre. Y en el papel de mamporreros y bendecidores de la componenda—mátame, camión— los apóstoles de la independencia judicial Iglesias y Garzón. Snif.

RTVE, bonito marrón

No somos como los demás… hasta que lo somos. O sea, hasta que el objetivo indiscreto nos retrata en idéntica pose de quienes tanto hemos criticado. Vaya quilombo, my friends, a cuenta de la elección del gran-profesional-del-medio que ha de guiar la ciaboga de Radio Televisión Española hacia la recaraba de la libertad de información que fue. Un momento… ¿Cuándo ocurrió eso? Ahí nos damos de morros con el primer trile. Quitando un rato corto de la época zapateril (y no en todos los espacios), el mastodonte público jamás se ha caracterizado por escapar al control caprichoso y descarado del gobierno español de turno. Dirán que como todos los medios dependientes de la administración, y acertarán, aunque con sus matices, puesto que este que les garrapatea puede presumir de haber sido copartícipe de una de las épocas más plurales de EITB, aquella en la que unos nos decían ETA mediática y otros nos arrumbaban de GAL comunicativo. Lo anoto con la autoridad moral de quien se apeó en marcha en los años oscuros, cuando tenía sobre la mesa un contrato de quitar el hipo. Un saludo, por cierto, a la panda de hijoeputas de la mano que te da de comer.

Digresiones nada digresivas al margen, aguardo con ansiedad la resolución del psicodrama para la elección del mandamás de RTVE. A la espera, les recomiendo la confesión descarnada de mi muy respetada Ana Pardo de Vera, una de las presuntas candidatas a la cosa. Cuenta Ana que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias jugaron con ella y con el gran Arsenio Escolar, antes de soltar el nombre de Andrés Gil, que, por si acaso, había borrado la semana anterior unos miles de tuits. Qué triste.