Desbandada en rosa palo

El capitán Schettino crea escuela. Rosa Díez, Carlos Martínez Gorriarán y (el pobre) Andrés Herzog se han dado de baja de UPyD y piden “un final digno para el partido”. Desvergonzada desbandada póstuma que es, en realidad, el retrato perfecto de lo que ha sido, desde que los dos primeros mentados lo parieron para su propio provecho, ese cachivache ideológico que aún grita una mentira por cada sigla. Pero que les vayan quitando lo bailado a la de Sodupe y al brioso alevín de la VI asamblea. Lo que habrán medrado —partiendo de un bolsillo ya notable— en pasta gansa y en ego faisán la una y el otro. Ahora, a seguir viviendo de una colección de pingües jubilaciones, bolos varios y, por supuesto, tertulias de las de a doblón y pico. ¿Y el ardoroso delegado local de la cofradía magenta? No se aflijan. Les apuesto, y creo que gano, que para cuando se le acabe el momio actual, no le faltarán ofertas acordes a los servicios prestados, puede que en otro punto de la escala cromática. Capacidades no le faltan; menudas paellas con salchichas de Franckfurt que le salen al muchacho. También es diestro, aunque por fortuna, no del todo, mandando gente al paro.

Y poco más. Les confieso que escribo esta columna simplemente porque me consta que docena y media de lectores sabían que lo haría. Algo me dice que he defraudado las expectativas. Tengo que alegar en mi descargo que ya hace mucho solté la última gota de vitriolo real que me provocaba esta recua de sablistas churrulleros. Remedando el clásico, el único comunicado de ellos que esperaba es aquel en el que anunciaran su disolución. Se diría que está al caer.

Trompazo magenta

Qué tarde la de aquel lunes en Sol, sancta sanctorum de las protestas en la villa y corte. No llegaban a trescientas almas las convocadas por la charanga de Rosa de Sodupe (no iniciados, lean UPyD) para exigir a Mariano Rajoy que fuera desalojando Moncloa y entregando los trastos de mandar a la reina de la regeneración. #SoloTeQuedaDimitir era el belicoso lema de la procesión que se quedó en patético ridículo de asistencia. Para empeorar lo que ya pintaba fatal, el miembro de la cosa que atiende por Carlos Martínez Gorriarán, sobresaliente bocazas de trayectoria probada, se dedicó a aventar por Twitter que en el remedo magenta de toma de la Bastilla estaban participando “miles de personas”. Por escupir al cielo en estos tiempos en que hay cámaras a la vuelta de cada esquina, la respuesta llegó en forma de imágenes en tiempo real que mostraban la escuálida reunión, provocando una mezcla de pena, vergüenza ajena y risa. Una brillante y malvada tuitera sentenció: “Hay más hijos de Juan Carlos de Borbón que gente en la manifestación UPyD”. Con un par, el tal Gorriarán todavía tuvo el cuajo de porfiar que las fotos eran falsas, pero se cuidó mucho de publicar las de las masas desbordantes. Quedó como lo que es, un m…ilitante de UPyD.

Quizá sea mejor no celebrar por anticipado, pero este estrepitoso fiasco parece apuntar a la cuesta abajo en la rodada, ya irreversible, de este grupúsculo de chupones de la piragua, nulidades (re)venidas a más, tocados del ala y/o exudadores de odio y venganza. Sí, también un puñado de personas muy decentes, pero esas fueron las primeras que salieron por pies.

300.000 hijos de puta

Carlos Martínez Gorriarán, otro de los que se pasan la segunda parte de su vida arrepintiéndose de la primera. De militante de ETA VI a vociferante de la urbanidad y las buenas costumbres con tribuna adosada en la prensa ortopensante. Los hay a puñados en UPyD, esa charada donde cada sigla significa exactamente lo contrario de lo que enuncia y lo hace, además, escalando el tamaño de las trolas: poca unión, bastante menos progreso y conjunto vacío de democracia. Un jariguay party elaborado con polvos de la guerra del norte para cosechar votos canjeables por gavelas varias entre la ciudadanía que se chuta Cope e Intereconomía en vena Pancorbo abajo.

¿Que ya estamos con el trazo grueso? Puede ser, pero ni por esas empatamos con la piada que se largó el gachó hace cuatro días en esa corrala a lo bestia llamada Twitter. Con la vena hinchada por la visión del nuevo alcalde de Donostia, contestaba así a un cofrade asturiano que le había preguntado si tenía intención de acercarse a la tierrina: “Iré por allí, sí señor. Asturias se parece al País Vasco, pero con 300.000 hijos de puta menos. Buena razón para ir”. Ahí lo tienen, todo un profesor titular de Estética y Teoría de las Artes de la sufrida UPV, ejerciendo su magisterio pardo.

Si atribuyen la demasía a un calentón, descártenlo. Desde que el regüeldo se propagó a la velocidad dinamitera de las redes sociales, el mengano anda todo engallado reafirmándose en su peculiar censo y hasta engrosándolo con cualquiera que le pida explicaciones. Debemos de estar ya en su contabilidad por el medio millón y subiendo.

La tentación es pagarle con la misma moneda y ponerlo a liderar la lista. Vénzanla. Es lo que quisiera toda esta piara que se crió en el acción-reacción-acción y, ahora que se han cambiado de acera y de chaqueta, no saben quitarse el pelo de la dehesa. Resulta más eficaz sonreír ante la ocurrencia y seguir cabalgando al son de sus ladridos.