Otra subida, y van…

Hay cosas que no cambian. Busquen las diferencias entre el Cristóbal Montoro de la mayoría absolutísima y el de los equilibrios aritméticos sobre el alambre. Ninguna. Ahí lo tienen, igual en la opulencia parlamentaria que en las estrecheces, teniendo idénticas ideas, es decir, ocurrencias, para rascar el parné que la madrastra europea le ordena recortar de donde duele.

Digamos de saque que algunos nos acordamos de la reiterada promesa, en labios del patrón Rajoy, del propio Montoro o de su antagonista en el gabinete, De Guindos, de dejar enterrada para siempre la tijera. Pues ya ven. Y también dijeron que no habría subida de impuestos, que es adonde vamos. ¿Acaso no son impuestos los recargos sobre el precio del tabaco, las bebidas alcohólicas o (ahora también) las azucaradas? Metan la mano en los bolsillos de los ciudadanos, pero, por lo menos, no nos traten como a imbéciles.

Por lo demás, se pregunta uno hasta dónde dan de sí el bebercio graduado, el fumercio, los brebajes con el llamado veneno blanco y dulce, o los combustibles, que esta vez se han librado de la subida. Desde su reconquista del poder en 2011, el PP ha usado estos productos supuestamente perversos como surtidor de pasta, juntos o por separado, en más de una docena de ocasiones. En una de ellas apunté la tremenda catástrofe económica que supondría el triunfo de las (hipócritas) campañas para que el personal abandone los malos hábitos. O quizá no, porque conociendo los procesos mentales de los gobernantes, pondrían la diana en las actitudes saludables. Y ya que lo menciono, ¿qué tal un impuesto especial a artículos para runners?

Cambio de guardia

Ya enseña la patita el recién reinvestido presidente del Gobierno español. Quédense de saque con las formas, nada inocentes en un individuo que no da pespunte sin hilo. Después de diez meses esperando, el narcisista rencoroso se ha cobrado su pequeña venganza. Ha dejado pasar un largo puente más día y medio de propina antes de evacuar su gabinete de recambio. A las siete de la tarde —jódete, Ciudadanos, con el pacto sobre la conciliación de la vida laboral y familiar— y a través de un comunicado mondo y lirondo, tras haber tenido al retén de plumillas con la lengua fuera de Moncloa a Zarzuela ida y vuelta. Tomemos nota de lo subidito que va la estatua de Pontevedra, con el PSOE hecho unos zorros y la carta de oro de la convocatoria electoral cuando le salga de la sobaquera. No parece que, de momento, se haya aplicado a la enmienda que le pedía, juraría que con escepticismo infinito, Iñigo Urkullu.

Y en cuanto a los nombres, poco entre dos platos. Unas risas con lágrimas lo de Cospedal de ministra de la guerra. Casi tantas como la ausencia, seguro que doliente, de la supernova Javier Maroto, que estoy por jurar ya se había mandado bordar la condición ministerial en la mantelería y algún gayumbo; otra vez será. Ni un ministro vasco, por cierto. Se celebra la patada (apuesto que hacia la embajada del Vaticano o cosa así) de Fernández-Díaz, aunque sin dejar de tener presente la ley que sostiene que lo malo es susceptible de ser empeorado. Este Zoido tiene acreditadas no pocas tropelías. ¿Y Montoro? Bien gracias, ahí seguirá para los chistes y, si se tercia, para negociar el Cupo y renovar el Convenio.

Un gobierno paradisíaco

Tiene su gracia, no me digan que no, que el hueco que deja el trolero Soria en el gobierno español en liquidación por derribo lo vaya a cubrir, ensanchando el culo, el titular de Economía, Luis de Guindos. Lo anoto porque si el desmemoriado y/o jeta sosias canario de Aznar tiene acreditado algún pufete en nirvanas libres de impuestos, el calvorota del ricito a lo Estrellita Castro es un auténtico profesional del tiburoneo a gran escala. Su currículum imposible de esconder delata que el individuo fue responsable para España y Portugal de Lehman Brothers hasta 2008, el año en que el macroemporio de la estafa entró en barrena, inaugurando ese inmenso pantano que fue, es y seguirá siendo la recesión mundial.

¿Por qué lugares del globo podía mover la pasta una organización facinerosa como la susodicha? Pues sí, justo por donde están pensando, y Guindos no era precisamente el botones. Para que luego venga ese personaje de Rafael Azcona que atiende por Cristóbal Montoro a proclamar que “Nadie puede estar en el Gobierno si ha operado en paraísos fiscales”. Que se lo cuente al compadre Luis, y ya puestos, a Pedro Morenés, baranda de una empresa de armamento, un tipo de negocio que no se desenvuelve precisamente ante la luz y los taquígrafos.

Por más que el comisario honorario Marhuenda y otros patrulleros gaviotiles traten de vendernos que la enseñanza de estos días marrones es que el que la hace la paga, no cuela. Si el tramposo Soria ha caído, no ha sido por un ataque de decencia. Como hemos visto en tantas películas y novelas de mafiosos, simplemente se había convertido en un lastre para el negocio.

Lo que es y lo que parece

Las polémicas más estúpidas contienen también una moraleja y, mirando al trasluz, un retrato bastante preciso de una sociedad y de un momento. Fíjense en la penúltima, originada por la publicación de un reportaje en la revista Paris Match —¡oh la la!— sobre la vida burguesota que lleva el ministro griego de Finanzas y ya icono mundial fashion-revolucionario, Yanis Varoufakis. Mesa bien repleta de delicias varias, vino blanco (por lo visto) de marca, en la terraza de su queli con la Acrópolis de fondo, y para rematar, en actitud recíprocamente cariñosa con una señora que (como poco) le empata en atractivo. Qué más provocación quiere la derechona tiñosa y resentida que pillar al apóstol de los pobres refocilándose en la molicie suntuosa de los malvados capitalistas. Le faltó tiempo al ultramonte diestro para echarse al ídem en las redes sociales a denunciar el flagrante acto de fariseísmo. El diario ABC redondeó el rasgado de vestiduras en una portada memorable bajo el encabezado “Así vive el populismo”.

Patético, en efecto. Pero no menos que el espectáculo en la contraparte progresí, que salió en tromba a defender a su ídolo con el argumentario de rigor. Que si los fachas quieren que los de izquierdas vivan en la miseria y estén amargados, y parecidos blablablás victimistas. Mejor no pensar qué tipo de comentarios se habrían dado si el de las fotos hubiera sido, pongamos, Montoro. En la era de la imagen conviene pensarse dos veces ciertas propuestas. Y la de este reportaje era claramente para haber dicho que no, como ha reconocido el propio Varoufakis dejando fatal a sus aguerridos valedores.

Montoro rescata a Monedero

Aunque al primer bote parezca exactamente lo contrario, Montoro y la desorejada prensa cavernaria le están rindiendo un notable servicio al (no sé si) atribulado número tres de Podemos, Juan Carlos Monedero. En el caso del ministro de la voz de flauta travesara desafinada, su grosera persecución, pura inquisición basada en el desvergonzado uso de recursos públicos para fines propios, está proporcionando una perfecta vía de salida a unos cuantos que ya se veían en la tesitura de tener que afear la conducta a quien no se atreven. Para llorar un río con un ojo y descogorciarse de la risa con el otro, esas columnas o intervenciones tertulieras de los progres de guardia bajo la tesis “Igual lo de Monedero está algo feo, pero lo de Montoro es peor, ¡ande va a parar! ”.

En lo que toca a los medios del ultramonte, la paradójica ayuda al rey Midas de la asesoría internacional consiste en echar sobre los datos ciertos toneladas de toscas exageraciones o, directamente, burdas mentiras. El resultado es que todo lo que hay de verdad en el asunto, que es mucho y bastante gordo, acaba diluyéndose entre la ponzoña baratera y malintencionada o, simplemente, siendo indistinguible del cúmulo de calumnias y fantasías animadas.

Obviamente, ni San Cristóbal el vengador ni los plumíferos diestros pretenden ese efecto. Simplemente se dirigen a su parroquia, capaz de creer a pies juntillas, si es menester, que el toro que mató a Manolete pertenecía al Círculo de Podemos en Linares. Y mientras tanto, el protagonista de la vaina, que es un tipo de astucia probada, sonríe pensando que de esta también sale bien librado.

¿Escenificación o escándalo?

Prodigio de los prodigios. En menos de una semana, los 1.500 kilazos del IVA de Volkswagen se convierten en cien. Cómodamente abonables en cuatro anualidades de 25. El apocalipsis anunciado para las arcas navarras se queda en un mal sueño. Montoro aprieta pero no ahoga. Solo es cuestión de pedirle las cosas con la debida delicadeza. Ayuda, y mucho, que los solicitantes tengan en el bolsillo el mismo carné. A Pablo Zalba y Ana Beltrán, que no son exactamente Winston Churchill e Indira Gandhi, les ha bastado una sonrisa y una gaviota estampada en una cartulina para triunfar allá donde mordió el polvo la corajuda presidenta. Se imagina uno los cagüentales de la doña al ver la foto de los conseguidores en animada cháchara con el perdonavidas de la voz atiplada. Su trabajo, hecho por un par de secundarios de la política foral a los que, para colmo, últimamente no deja de hacerles rabiar. Dice mi periódico que Barcina ha sido ninguneada. Supongo que no se han querido cargar las tintas. En realidad, ha sido humillada. Por sus prójimos ideológicos, además, lo que debe de resultarle aun más doloroso. Con esos amigos, ¿quién necesita enemigos?

Los espectadores de estos volatines también hemos sido muy benevolentes. Hablamos de escenificación, y sin duda, lo ha sido, con interpretaciones bastante pobres, por cierto. Pero lo gordo ha ocurrido en la tramoya. Resulta que por interés político, un señor Estado puede sacarse de la sobaquera una deuda que arruine a una Comunidad… o dejarla en algo más que una multa de aparcamiento. Eso ya no es teatro, sino un escándalo indecente perpetrado a la vista pública.

Agua para ninguno

Ya les ha costado darse cuenta. Treinta años de jijí-jajá después se enteran de que el Estado español de las Autonomías es una cantada institucional que no se la salta Sergei Bubka. Tarde para acordarse de las muelas de los egregios tahoneros —algunos ya difuntos y con doble orla en las enciclopedias— que hicieron un pan con unas hostias. Mientras la misma Europa que ahora nos asfixia soltaba a chorro quintales de pasta, todo fue de narices. Los más vivos de cada pedanía, políticos de cuarta regional literalmente, se convirtieron en pequeños marajás que inauguraban casinillos de jubilados, plantíos de girasol subvencionado y carreteras de ningún sitio a ninguna parte. Que no faltaran a su lado los Tribuletes de sus teles, radios y periódicos de la Señorita Pepis para hacerles los cantarcillos de gesta de rigor. ¡Venga, que lo paga el presupuesto!

Fasto a fasto, megalomanía paleta a megalomanía paleta, cazo a cazo, los barones y baronesas del extrarradio se pulieron lo que no cabe en una docena de biblias. No es que no quede un clavel, es que se debe hasta la última tachuela que fija en los paneles de corcho el cartel de “Vuelva usted mañana (a cobrar)”. ¿Y ahora qué? Pues, de momento, parece que se ha roto el tabú y hasta el dueto trágico-económico del Gobierno español —Guindos, Montoro; Montoro, Guindos, tanto monta— se han sacado el cinto y lo blanden contra los manirrotos caciques, en buen número, conmilitones suyos: ¿A que todavía os intervenimos, so desgraciaos?, les amenazan.

Desde este balcón del norte, somos más de siete los que nos maliciamos que no caerá esa breva. O peor aún, que si cae, se aprovechará el viaje para pegarnos la poda competencial con que llevan tres décadas soñando. Del café para todos al agua para ninguno. Los primeros hachazos serios acaban de llegar: tantarantán a la Sanidad y tarascada a la Educación por el artículo 33. Apenas el principio.