No grato y algo peor

¿Hay que declarar persona no grata en Pamplona al ministro Fernández? Sin duda. De hecho, extendería la designación a toda la Comunidad. Y lástima que los reglamentos municipales no contemplen la posibilidad de apostrofarlo como tipejo, fachuzo del quince, indeseable absoluto o escoria infrahumana, para no alargar la lista. Por duros que suenen los epítetos que he puesto en fila, sumados no alcanzan para empatar con la vileza de sus manifestaciones de adhesión inquebrantable a los asesinos Emilio Mola y José Sanjurjo.

Aclaro que, aunque haya sido lo que más ha irritado, su mentecatez sobre los que, según él, quieren ganar la guerra civil 80 años después —40 dijo el muy lerdo— no me parece lo más grave. Quizá en sus labios resulte asquerosa la frase, pero confieso que yo mismo he dicho algo parecido, obviamente con otro sentido: no nos engañemos al solitario ni caigamos en una simplificación naif de la Historia, porque eso es tan desmemoria como la otra.

Lo que de verdad me pudrió de la farfulla del requeté sobrevenido fue, insisto, su reivindicación grosera de dos de los principales culpables de la matanza que comenzó en el 36 y se prolongó durante décadas. Cuando Fernández afirma que retirar los sangrantes honores al par de siniestros personajes desune a la sociedad, y lo hace sin la menor mención a los incontables atropellos que cometieron, está retratándose sin rubor. Claro que también es verdad, y resulta casi más duro de asumir, que en la tierra donde Sanjurjo y —con más ahínco aun— Mola perpetraron sus carnicerías sigue habiendo (muchos) políticos y medios de comunicación que actúan igual.

Quítame allá esos huesos

“Asiron, atrévete con los vivos”, le increpa al alcalde de Iruña desde una pared un facha anónimo y cagón, molesto por el tardío desahucio de los huesos de los genocidas Mola y Sanjurjo de su lujoso mausoleo. Otro tanto hace un espindarguero, también sin firma, en las páginas de ABC, no por casualidad, el diario que hace ochenta años fletó el Dragon Rapide que llevó a Franco de Canarias a Tetuán. “A vueltas con la memoria histórica, la izquierda proetarra sigue empeñada en que levantar tumbas y abrir ataúdes es una prioridad municipal”, anota el amanuense con la rancia prosa de costumbre, esa que pretendiendo ser épica no pasa de patética. ¿Proetarra como invectiva a estas alturas? ¿En serio?

Si el regidor de la capital navarra y los representantes de las fuerzas del cambio tenían alguna duda sobre su decisión, este par de escocidos exabrutos les confirmarán que han hecho lo correcto. Y si todavía necesitaran una prueba del algodón suplementaria, les servirán al efecto los espumarajos indisimulados del requeté actualizado —no me hagan poner siglas— y de los deudos de aquel hijo de la peor entraña que firmaba Garcilaso. No deja de tener su gracia, bien es cierto que entre maldita y macabra, comprobar que entre los campeones siderales de la Democracia hay un número nada pequeño de tipos a los que les jode un mundo que se toquen las reliquias de una pareja de asesinos sin matices. Procede entonar una vez que ladran, luego cabalgamos, aunque si hay que decirlo todo, me permito hacer notar que la exhumación de las sobras de estos tipejos no implica ganar la guerra del 36 con carácter retroactivo.