Lavapiés blues

Es rigurosamente cierto que fue una agencia de prensa, citando fuentes oficiales, la primera que distribuyó la noticia de la muerte de un mantero en el barrio madrileño de Lavapiés cuando huía de una redada policial. También lo es que, de acuerdo con los usos y costumbres de este oficio cada vez más venido a menos, varios medios hicieron suya la información, la colocaron en sus webs y la difundieron a través de sus cuentas de Twitter. Hasta ahí, los hechos que señalan la responsabilidad original por lo que vino después.

Ocurre que también responde a la verdad que, sin aguardar nada parecido a una confirmación y ni siquiera tratar de recabar algún dato más, varias personas de las que se esperaría una cierta prudencia, se lanzaron de cabeza a los teclados a aventar la especie. Como es de imaginar, no se quedaban en la reproducción monda y lironda del titular, sino que añadían, de su cosecha, toda la casuística que faltaba. Los culpables, cómo no, el capitalismo y la brutal represión policial. No dejaba de resultar abracadabrante que la cuenta oficial de Ganemos Madrid, el grupo que gobierna en Madrid y cuya policía local era señalada, bramaba: “Urgente terminar con cualquier tipo de violencia policial y depurar responsabilidades”.

Claro que lo grave viene después, cuando se descubre y se documenta que el ciudadano senegalés murió en circunstancias que nada tenían que ver con ninguna persecución. No solo no se paró el bulo inicial, sino que se insinuó que esta versión, la real, era un invento. Eso, mientras la excusa falsa provocaba que se destrozara un barrio humilde. Pero a esos pobres que les den.